En agosto del año pasado, en la Pedraja (Burgos) se descubrió una fosa común de asesinados por las fuerzas franquistas en 1936. Lo más impactante es que en dicha fosa se conservaron, intactos, 45 cerebros y un corazón. A Maria Arnal i Marcel Bagés esta noticia les impresionó tanto que decidieron titular así su disco de debut. Hay una frase muy hermosa del forense que recuperó los cuerpos: “Los asesinos quisieron eliminar a las víctimas, aplastar a su enemigo. Pero no pudieron acabar con sus ideas. Ni siquiera con sus cerebros”.
Porque en torno a la memoria histórica de izquierdas y la dignificación de los vencidos (de la Guerra Civil, del sistema capitalista) se vertebra este disco. El recuerdo como reivindicación, pero también aliento para los excluidos de hoy. Su discurso está ideológicamente emparentado con el de Niño de Elche (no en vano, es autor del texto de presentación del CD) y, si cala hasta el tuétano, no es sólo por la potencia de su mensaje, sino por su formidable construcción musical. Ora caricia, ora puñetazo, conjuga exquisitamente el folklore de la tierra -ese que hunde sus raíces en el paisaje y en lo emocional, a la manera de Maria del Mar Bonet-, con el pop galáctico de Sisa, la canción de autor de Ovidi Montllor y guiños a sonidos más actuales a lo The xx. Comandados por la guitarra excelsa de Marcel y la increíble voz de Maria -hermosa, expresiva, potente, sin florituras innecesarias, con un timbre que recuerda al de Sílvia Pérez Cruz-, usan tanto ritmos ancestrales como melodías perfectas, parquedad instrumental y pequeños destellos sintéticos. Todo esto para construir un disco tremendamente humano y sensible; un monumento erigido a base de canciones telúricas, carnales y definitivas, que encima suenan como un tiro gracias a la producción de David Soler y la masterización de Marc Parrot y Joel Condal.
Porque en cuanto Maria entona lo de “adquiéremeee” en la inicial ‘Canción Total’ -un tema deliciosamente pop sobre amor mercantilista y neoliberal, versión de Las víctimas civiles– ya caes rendido. A ‘Jo no canto per la veu’, recuperada de su primer EP, se le añade una furia jonda que se apacigua en su hermoso final. Y después llega ‘Tú que viene a rondarme’. Es, a día de hoy, la mejor canción española de 2017. Tan buena que asusta. Esa mezcla de bombo casi primitivo, el sample de la sonda Voyager, el toque electrónico, la guitarra cristalina, la melodía perfecta, la voz de Maria elevando todo hasta infinito… pura magia. Aparte de la mejor, es la más contemporánea. Y ‘Ball del vetllatori’, la más tradicional. Medio habanera, medio blues, sólo con la acústica y la voz, narra el velorio de un niñito. Sí, es tan triste como suena. El arrebato por la vida retorna, precisamente, con ‘A la vida’, la versión del gran Ovidi Montllor, elaborada con los mismos ingredientes, pero que culmina con un final tormentoso y electrificado. La voz de Maria, más dramática y expresiva aún si cabe, también acongoja en ‘45 cerebros y 1 corazón’ (la canción), sus “¡silencio!” cortan la respiración. ‘La gent’, adaptación de un poema de Joan Brossa, adquiere furia tectónica gracias a una guitarra distorsionada que se inicia y frena de manera cortante, mientras Maria brama: “la gent no s’adona del poder que té!” (“¡la gente no se da cuenta del poder que tiene!”). Tensión que se repite en ‘Mai he desitjat un cos com el teu’, poema de de Vicent Andrés Estellés que deriva a rock duro y trata de contener el inminente desbordamiento sensual, hasta colapsar en el mítico grito de Maria: “A mamar tots els versos!”.
“El mito de lo individual nos ha dejado desconectados, perdidos y lastimosos”, entonaba Kate Tempest en ‘Tunnel Vision’. Musicalmente ’45 cerebros y 1 corazón’ no tiene nada que ver con la rapera británica, (aunque Maria la cita como una de sus influencias), pero sí en alcance. El ensalzamiento de lo comunal como fuente de riqueza humana frente al egoísmo estéril, la música como arma para agitar conciencias y sentimientos. Un disco, en definitiva, destinado a quedarse en nuestra memoria colectiva como hito de la canción popular.