En esta segunda parte el director se limita a cambiar la cinta de cara y apretar el play del walkman. No hay sorpresas, pero sí mantiene el gozoso espíritu lúdico y popero de la primera y su estilo desenfadado. Estos son los pros y contras de la película:
1. Su sentido del humor. Gunn no ha hecho una película seria en su vida. Empezó escribiendo guiones para la Troma (el clásico zetoso ‘Tromeo y Julieta’ es suyo) y ha seguido por ese camino, mezclando humor, terror y acción, hasta la actualidad. ‘Guardianes de la galaxia Vol. 2’ no es su mejor película, pero sí su comedia más lograda. Un festival de chistes (con el de Mary Poppins se me cayeron las palomitas), gags (Bebé Groot trayendo cosas-que-no-son al calabozo) y réplicas (todo lo que sale por la boca de Mapache Cohete) que superan a las del original (que ya es decir).
2. El delirante diseño de escenarios. Cada planeta que visitan los Guardianes brilla como los leggings multicolores de mi vecina. Y cuando se van, han cambiado tanto como si se los hubiera puesto mi vecino. Su expresividad psicodélica y su naturaleza movediza estallan en la pantalla como unos peta zetas en la boca. La idea de hacer una película cuya estética cabría en la portada de un single setentero de space disco
es casi el mejor gag de la película.3. La secuencia de los créditos iniciales. Babé Groot “pincha” el ‘Mr. Blue Sky’ de Electric Light Orchestra y se marca un bailecito mientras sus amigos/familia (este matiz sigue estando en primer término en el discurso de la película) se enfrentan a criaturas lovecraftianas en un borroso segundo término. El ‘Awesome Mix Vol.2’ se completa con música de fondo (‘Bring It On Home to Me’, de Sam Cooke; ‘The Chain’, de Fleetwood Mac; ‘Southern Nights’, de Glen Campbell…) y dos canciones que alimentan la trama mejor que dos horas de diálogos: ‘Father and Son’, de Cat Stevens, y ‘Brandy (You’re a Fine Girl)’, de Looking Glass.
1. Su (fracasado) intento de emocionar. Los conflictos paterno-filiales, la tensión sexual no resuelta y los enfrentamientos fraternales de sus protagonistas son tan interesantes como una entrevista de Pablo Motos. Gunn sabe hacer reír, pero no llorar.
2. Salvo la presencia de Kurt Russell, que defiende muy bien su papel de Ego, las demás apariciones ochenteras van de lo obvio (¿hasta cuándo se va a seguir utilizando a David Hasselhoff como diana cómico-nostálgica?) a lo prescindible. ¿Sylvester Stallone? ¡¿Por qué?!
3. La mascletá final. Acabar la película, después de una larguísima y agotadora secuencia de acción, con una ceremonia pretendidamente emotiva que parecen las fiestas de la virgen del Carmen galácticas, es como para irte del cine antes de las ¡cinco! escenas postcréditos que tiene la película. 7.