Música

El eclecticismo casi extremo del primer día de WAM: de Editors a Future Islands pasando por Ojete Calor

La primera edición de WAM «We Are Murcia» se ha abierto -tras las actividades de entresemana, con Lidia Damunt, Ana Curra, etc- con una jornada cercana al sold-out, por encima de los 23.000 espectadores. Puede que no lo pareciera a primera vista, pero el cartel se ha caracterizado por una considerable variedad que ha servido como reflejo perfecto (probablemente involuntario) de lo que es a día de hoy lo que antes se llamaba «mundo moderno». Tan pronto te encontrabas cantando a grito pelado una canción de Laura Pausini como en un concierto de Alien Tango, tan pronto te encontrabas bailando una canción vieja de Katy Perry como entonando una nueva de Fangoria. De «dónde está nuestro error sin solución» a «fiesta en el infierno».

Para resumir, un par de imágenes que se han dado. El WAM es ese tipo de festival que evita que coincidan los artistas más populares de los dos escenarios principales (luego hay un tercer escenario con propuestas más minoritarias), presentando sin solapes una actuación detrás de otra en los escenarios enfrentados o incluso en el mismo. ¿Esto a qué ha dado lugar? A sucesiones realmente desternillantes. Mato por ver la cara de Editors escuchando a Fangoria esperando a que acabaran, o la de The Magician esperando a que acabara Ojete Calor. Fotos: Javier Rosa (WAM)

La organización tuvo la ocurrencia de programar a los locales Viva Suecia, una semana después de que estos abarrotaran el Ochoymedio de Madrid, de día. Claro que al menos no tuvieron que salir a las seis de la tarde como Los Enemigos. Es normal que el grupo murciano llene ya recintos con capacidad para 1000 personas, porque su sonido aunque noise pop es asequible -y casi de hecho limpio- y cuentan cada vez con más hits: de momento 4 o 5 seguros. El cantante reivindicó la escena local de músicos y el orgullo de ser músicos murcianos viviendo en Murcia, después de interpretar uno de los éxitos de la banda, ‘Los Años’. Terminaron con su trío de hits, ‘Permiso o perdón’, ‘Bien por ti’ y ‘Hemos ganado tiempo’. Público numeroso y entregado, aunque esperaba más para tratarse del grupo revelación de moda en el indie nacional y jugando en casa. Quizá fue acertado programarlos a las 19.25 de momento, después de todo.

Pablo und Destruktion presentaba su nuevo disco el mismo día que salía a la venta. Él decía confiar en que alguien hubiera podido escucharlo, lo cual era poco probable teniendo en cuenta que la gente tenía que trabajar, viajar, comer, dedicarse a sus cosas, etcétera. Pero aun así, el concierto no fue menos. Hay una sonoridad brutal en las letras de Pablo, que además cuenta con un vozarrón de lujo que permite seguir sus letras de pe a pa sin problema, y así, entre referencias a puticlubs, extranjeras y citas sobre que no todo en la vida es «comer, follar y viajar», el concierto pasa en un suspiro. Porque tampoco faltaron hits como «Limonov». Él prefiere ser una cosa arisca, medio hippie y ultra auténtica pero en algún lugar hay una superestrella en cuanto se sube a un escenario. Unos minutos antes del concierto de Pablo und Destruktion, Niños Mutantes comenzaban su show frente a ya miles de espectadores, con el público entregado a hits como ‘Hermana mía’ y dedicando la ligera ‘La puerta’ a todos los jefes que nos putean. Ovación asegurada, claro, aunque ojo, ellos a estas alturas también habrán de ser jefes de alguien, ¿no? Muy bonita voz en vivo la de Juan Alberto Martínez.

Sensaciones encontradas en el concierto de Future Islands, aparentes cabezas de cartel. Por un lado, el grupo tiene una personalidad arrolladora, y no solo por su líder Samuel T. Herring, uno de los más queridos de la actualidad: por ejemplo, muchas de las líneas de teclado son una verdadera chulada. Por otro, estas deberían tener mucho más protagonismo en lugar de los excesivos e histriónicos carraspeos/quiebros de la voz de Sam, que son demasiados y hacen imposible seguir las letras a diferencia de lo que se acababa de disfrutar con Pablo und Destruktion. Paradójicamente, entre todo el teatro, el show de Future Islands termina tendiendo a lo uniforme, a lo que no ayuda que el público generalista no pueda precisamente mencionar 10 canciones suyas. Con todo, un concierto entrañable (también esos fans que se saben todas sus canciones y emulan los bailes de Sam) y carismático, asistido por unas elegantes proyecciones en blanco y negro en contraste con la camisa roja de Samuel, que solo se sacó de dentro del pantalón cuando llegó ‘Seasons’. ¿Lo mejor? Los bailes del cantante, de la tradición rusa a las sentadillas en todas sus formas, pasando por los movimientos sensuales de culo de espaldas al público. A la próxima (este sábado en Apolo con sold-out), que le pongan una pole bar.

En contraste con lo que se oía en los distintos escenarios del WAM a la hora de la cena (Belako, Future Thieves), hay que mencionar que Venga Monjas pinchaban en la zona VIP canciones como ‘Halo’, ‘Firework’, ‘HDA’, ‘Hooked On a Feeling’ o ‘Wannabe’. Y triunfaron.

Una vez asumido que White Lies ya no están en la primera línea del rock, la verdad es que ofrecieron un concierto equilibrado entre sintetizadores a lo Killers y guitarras y bajo a lo Joy Division. El cantante no paró de mostrar cara de sufrimiento en ningún momento del concierto (no hubo problemas de sonido, es imperativo de las letras), y quizá eso explique el gran número de camisetas que se vieron de White Lies a lo largo de toda la noche. El emo, el post-punk, el neorromantico nunca morirá no matter what.

Debido a la cancelación de Joe Crepúsculo por motivos personales, actuaban en sustitución Las Chillers. Era un acierto absoluto de la organización llamarlas para que hicieran sus versiones de Rocío Jurado, Camela, Laura Pausini, Mecano, Mónica Naranjo… todo ello además con un humor y un tipo de público muy parecido a Crepus. Grande la adaptación de Diva Internacional «Viva Getafe, viva Coslada, Fuenlabrada» y grande el final de ‘Como yo te amo’: «Gracias a Rocío. A Ortega Cano no». El domingo por la mañana, más: vuelven a tocar.

Fangoria, fácilmente el grupo con mejor repertorio de todo el festival, sin exagerar y con diferencia, salió a lo grande con hits como ‘Rey del glam’ y ‘Ni tú ni nadie’ (con ‘El cementerio de mis sueños’ entre ambas). Después inmediatamente ya sacaron las habituales ‘Iluminados’ y ‘Disco Sally’ en una versión extendida ad eternum con bailarines. En contra, un bombo que rebotaba en el fondo de la provincia, a millas de distancia y en nuestros corazones. Muy duras subidas y bajadas de volumen que se olvidaban con un poco de fuerza de voluntad, más que nada porque el concierto de Fangoria no coincidía con absolutamente nada más. Y hubo recompensa para quien aguantase, porque el repertorio fue excelente con temas que no suelen tocar como ‘A quién le importa’ y ‘No sé qué me das’, y otros recientes infalibles, como ‘Geometría polisentimental’, ‘Dramas y comedias’ y como cierre definitivo ‘Fiesta en el infierno’. ‘Life on Mars’ de Bowie hizo las veces de outro.

Alien Tango, entre bromas hablando en inglés sobre su origen suizo, o las canciones dedicadas a sus hijos, hicieron una buena presentación de su sonido 70s de estructuras cambiantes, que podríamos emparentar con los últimos MGMT o los últimos Foxygen. Y aun así, hubo sus momentos de funky-disco. En una noche de considerable variedad, no era muy apetecible ver un concierto de Editors tres horas después de uno de White Lies y a las 3 de la mañana, pero la verdad es que los autores de ‘Eat Raw Meat = Blood Drool’ estuvieron algo mejor, con un Tom Smith totalmente magnético y con un sonido heterogéneo que tiró de pianos, efectos electrónicos, crescendos y clásicos punteos indie-rock. Recapacitemos: hay que agradecer que sigan mirando a Depeche y no a Coldplay.

Ojete Calor saltaban al escenario casi a las 4 de la mañana y una semana antes de Eurovisión, con una versión de Sergio Dalma de ‘Bailar pegados’, que no ha estado nada mal por lo que ha tenido de inesperado. Después, han ido tocando canciones de su repertorio y alguna adaptación tipo Gala, dejando sus hits ‘Viejoven’ y ‘Tonta Gilipó’ para la parte final. No son lo más sofisticado sobre la faz, pero si alguien se preguntaba si hacen reír y bailar a gente de diferentes generaciones en un festival, la respuesta es sí. A su término, The Magician comenzó pinchando a Drake, como para retener al público más pop, pero esto no es Estados Unidos y finalmente lo que le funcionó fue una muy solvente sesión de ritmo techno-house como las que terminan levantando al público del FIB. No es de extrañar que sea habitual de salas como Razzmatazz.

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