Sorprende la presencia de tanto interludio en un grupo al que siempre se le ha presupuesto cierta inmediatez y también la crudeza del sonido, todavía más árido que en sus anteriores trabajos y cuyo responsable puede que sea la producción de Sean Ono Lennon. Su madre, por cierto, también participa en un par de canciones poniendo voces. Aun así, lo que más extraño resulta en las escuchas de ‘Satan’s Graffiti or God’s Art?’ es la variedad de estilos que se tocan y como ninguno tiene la más mínima relación con el anterior.
‘Squirting Squatting in Heaven’ suena a The Stooges después de escuchar sin parar ‘For Your Pleasure’ de Roxy Music; ‘Rebel Intuition’ como si los Sex Pistols hubiesen grabado en Sun Records; y ‘Crystal Nights’ podría haber sido una aportación de las Ronettes a una BSO de una película de David Lynch. ¿No serían esos coros apitufados un acompañamiento perfecto a, no sé, una entrada de Dennis Hopper en escena?
Más tradicionales, ejem, resultan ‘Occidental Front’ estaría sin duda en una playlist de Satán para viajar por el desierto- o ‘Can’t Hold On’. Esta última es sin duda el nexo de unión con las anteriores entregas de Black Lips aunque, lejos de ser el trallazo de 3 minutos marca de la casa, se desarrolla hasta casi el doble convirtiéndose en toda una epopeya casi épica. De esta forma, entre ecos de los Beach Boys, ‘Wayne’ y los Beatles -curioso que se incluya otra versión de los de Liverpool, ‘It Won’t Be Long’-, con ‘The Last Cul de Sac’ se llega al último tramo de un disco que ha dejado lo mejor para el final.
‘We Know’, cuyo comienzo recuerda vagamente a Lenny Kravitz, se convierte en tema con reminiscencias a The Doors y cuyo desarrollo, otra vez, va más allá de los 3 minutos alargándose hacia direcciones muy poco habituales. ‘In My Mind There’s a Dream’ también se caracteriza por un desarrollo poco ortodoxo, con la canción avanzando casi a trompicones, con capas y capas de detalles que hacen su escucha una tarea adictiva para quien intente captar todos los detalles.
Tras 18 años, una formación renovada y un éxito comercial tirando a escaso, ‘Satan’s Graffiti or God’s Art?’ supone una bisagra con la que The Black Lips abre las puertas a un futuro mucho menos acomodado y, en definitiva, más arriesgado. Sin renunciar a sus señas de identidad pero ampliando su paleta de sonidos hasta poder hacer lo que les dé la gana, este trabajo supone una oportunidad para hablar de evolución sin que el uso del término produzca grima. Así, el aparente caos que transmite en la primera toma de contacto se va haciendo más y más interesante según avanzan las escuchas. «I wanna take you there / We’re in the doors of ultra psychedelic power scares» cantan en ‘Come Ride With Me’. Es innegable que los autores de ‘Family Tree’ están a las puertas de algo y que no va a haber que esperar mucho para disfrutarlo de una forma más redonda y directa.
Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Can’t Hold On’, ‘Come Ride With Me’, ‘Rebel Intuition’ y ‘Squatting in Heaven’
Te gustará si te gusta: The Black Keys, The Doors o The Stooges
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