“¡El sirimiri es obra del diablo!”, bramaba una conocida no hace mucho a propósito de la fina lluvia cantábrica. Y el sábado en Santander tuve ocasión de comprobarlo. Los primeros que sufrieron la llovizna fueron Anni B Sweet y el nutrido grupo de espectadores congregados. Ella nos agradeció que estuviéramos allí, desafiando a la humedad. Su actuación contrastó con el ambiente gris y lánguido. Con un aspecto muy Kate Bush y respaldada por una contundente banda, Anni imprimió potencia y un regusto muy de los sesenta al concierto. Se recreó instrumentalmente en el inicio de ‘Getting Older’, reciamente ejecutado, antes de empezar a cantarla. En ‘Oh I Oh Oh I’ abandonó la guitarra para dejarse ir en un expresivo country-blues. También aprovechó para tocar un par de temas inéditos (aunque se pueden encontrar en la versión deluxe de ‘Chasing Illusions’) como ‘Our House’ o ‘Hide and Show’, que arrancó palmas espontáneas entre el público gracias a su bonito crescendo. Una versión del ‘White Rabbit’ de Jefferson Airplane y la insistencia en el final psicodélico de ‘Ridiculous Games 2060’ fueron un perfecto resumen del robusto clasicismo pop de Anni.
Los que no tuvieron problemas en levantar al grueso de la audiencia, a pesar del agua, fueron Lori Meyers. El público abandonó en masa las carpas de los bares en cuanto arrancaron. Fueron las estrellas de la noche y la puesta en escena más ambiciosa del festival. Una pantalla de leds ocultaba a la banda durante la primera canción, ‘Vértigo I’. La pantalla se elevó al final, dejando a los Lori al descubierto, guapos y elegantes, junto con otra pantalla al fondo. El efecto de las imágenes, junto a las luces y el sonido que se proyectaba bien nítido, era espectacular, aunque enseguida comprobé que la gente a lo que venía era a dejarse la garganta y a bailar los himnos de los granadinos. El primer coro masivo se lo llevó ‘Luces de neón’ mas, ay, la llovizna empezó a apretar y unos cuantos huimos a buscar refugio, aunque los valientes que permanecieron al pie del cañón fueron más numerosos. Los Lori incluso tuvieron que parar el concierto para secar unos cables. “Por mí, estaríais todos aquí dentro!”, espetó Noni. Y, de repente, el milagro. Fue empezar a tocar ‘Siempre brilla el sol’ y, mágicamente, cesar la lluvia.
Y eso, junto a los destellos del escenario y ese estribillo arrebatador me emocionó, se convirtió en uno de esos raros momentos en que todo cuadra y se hace perfecto. Pero luego, quizás porque el momento ‘Siempre brilla el sol’ fue tan luminoso y definitivo, el concierto entró en una dinámica un tanto abúlica tras la lectura tierna de ‘Eternidad’. No volví a conectar durante un buen rato, hasta que la cosa remontó con los aires disco de ‘Organizaciones Peligrosas’. La locura llegó cuando encadenaron ‘¿A-ha han vuelto?’ con ‘Mi realidad’, especialmente cada vez que sonaba su pegadizo riff, mientras los brazos del público se agitaban de forma sincopada, siguiendo el ritmo. Personalmente, me quedo con ‘Ham’a’cuckoo’, recuperada de ‘Viaje de estudios’: la combinación entre su épica planetaria y las imágenes y luces fue impresionante. O ‘Pierdo el control’, con sus proyecciones de relojes descontrolados. Noni, que se pasó el concierto algo comedido, se desató, recorriendo el escenario y reclamando que la gente cantara fuerte (“¡hasta que nos escuche Revilla!”) en ‘Alta Fidelidad’. Y escuchando cómo el público bramaba “Gente-gente”, creo que lo consiguieron.
Los pobres Belako fueron los que tragaron más agua. Caprichosa, la lluvia decidió darnos tregua en los descansos y atacar en los conciertos (¿¿por qué??). Pero ahí aguantamos, porque contra más arreciaba, la gente más bailaba. Belako fueron recibidos prácticamente como héroes y heroínas, con aullidos y silbidos. Ellos también llevaban una escenografía chula, aunque más modesta que la de los Lori, con pantallas que asemejaban televisiones antiguas. Como TAB, cultivaron la tormenta sónica y la distorsión y, en muchos momentos, me recordaron a la furia de los Pixies de ‘Surfer Rosa’. Cris pronto abandonó el teclado para dejarse ir en un ‘Off Your Shoes’, aún más trepidante que la original. Levantaron murallas de ruido en ‘Stop Contradictions’ y jugaron a ser Beach House con una apisonadora en ‘Something to Adore’. Asimismo, presentaron sus nuevos singles, ‘Render Me Numb’ y ‘Over the Edge’, que Lorea introdujo como una canción sobre la violencia de género. El sirimiri se redoblaba, los botes frenéticos del personal en ‘Haunted House’, también. “¡El pogo bajo la lluvia ha sido más épico aún!”, bromeó Josu antes de cantar ‘Zaldi Baltza’ y acabar de engorilar al personal. Furia líquida.
Por fin acabaron las precipitaciones. La Casa Azul se presentó con una pantalla, proyecciones y Guille y sus músicos parapetados con auriculares y amplias gafas de sol, que les daba un toque a lo Comando G, más que a Daft Punk. Un fantástico despliegue para un concierto de auténticos ‘Grandes éxitos’. Las canciones sonaban abrillantadas, aceleradas, con una pátina entre Fangoria y los últimos Pet Shop Boys, desde el inicio con la fantástica ‘Podría ser peor’, reconvertida en himno disco pero con su melancolía intacta. La jugada maestra de pasarnos la letra del estribillo en ‘Chicle Cosmos’ por las pantallas resultó muy efectiva. Un ‘Sucumbir’ más makinero brilló con el juego de las imágenes y las luces epilépticas. Los envenenados versos de ‘Superguay’ destacaron entre toques funky y su clásico sample de trompetas. Pero el momento culminante de la noche llegó cuando Guille se sentó al teclado, a pesar de que hubo un pequeño problema técnico que paró la actuación un momento. “Soy malo para entretener al público en ocasiones como esta”, se excusó. Y, a continuación, convirtió ‘Como un fan’ en una señora balada desgarrada; Guille se desgañitaba, se quedaba ronco y caía sobre el teclado. Impresionante. Quizás no sabrá entretener al público hablando, pero cantando sí, como bien demostró cuando se lanzó, en plan estrella, a bailar en la reivindicativa ‘La fiesta universal’. El segundo gran momento de su actuación fue una emocionada ‘Esta noche sólo cantan para mí’, con recuerdos visuales a todas sus heroínas; Dusty Springfield, Jane Birkin, Nina Simone…. Aceleró aún más a ‘Los chicos hoy saltarán a la pista’, rememoró cuando LCA era un grupo ficticio en ‘Hoy me has dicho hola por primera vez’, en ‘Cerca de Shibuya’ el público prorrumpió a gritar “¡Guille, Guille!”… Y, claro, euforia final y baile desenfrenado con ‘La revolución sexual’. Guille bromeaba con que nos aplicáramos el cuento. Y hasta el segurata del foso, que durante las tres jornadas se mostró impasible, acabó sonriendo.
Fotografías obra de Enrique Santiago, cedidas a JENESAISPOP por Santander Music Festival.