Música

Casi videoclips: grandes momentos musicales del cine reciente

Desde que existe el cine, la música siempre se ha usado como un recurso narrativo más, para apoyar y realzar las imágenes reflejadas en pantalla. La música, como cualquier otro aspecto cinematográfico formal o estilístico, ha evolucionado radicalmente desde sus orígenes hasta lo que conocemos hoy en día. Curiosamente, en los últimos años, se está dando un fenómeno interesante en las películas no musicales y muy característico del tiempo en el que vivimos, y es la voluntad de romper en determinado momento la narrativa tradicional para incluir una canción que servirá como punto de giro en la narración. Generalmente suelen ser una suerte de videoclips insertados, aunque también es común que sea el propio personaje quien cante la canción.

Tenemos el ejemplo perfecto en las películas de Xavier Dolan, un cineasta que ha hecho de estos momentos musicales su sello personal. En todas sus películas nos encontramos con varias secuencias en las que incluye de forma abrupta un videoclip. En ‘Los amores imaginarios’ (2010), ralentiza las imágenes mientras suena ‘Bang Bang’ de Dalila en una narración paralela en la que los dos protagonistas se arreglan para quedar con el interés amoroso de ambos. Dolan bebe mucho de Wong Kar-Wai, y concretamente de las célebres secuencias en las que se escucha ‘Yumeji’s Theme’ de Shigeru Umebayashi en la extraordinaria ‘In The Mood For Love’ (2000).

En ‘Mommy’ (2014), la mejor película del canadiense, regala multitud de estos momentos, como el baile de ‘On ne change pas’, que sirve para introducir al personaje de Suzanne Clément en la historia, estableciendo un vínculo con los protagonistas; o la ya mítica escena donde ‘Wonderwall’ de Oasis se utiliza (junto con otro potente efecto visual) a modo de catarsis para los personajes, creando un momento de plena felicidad. También en ‘Laurence Anyways’ (2012), Dolan abraza de nuevo el videoclip con Moderat y su ‘A New Error’.


Sin embargo, aunque el quebequés sea quizá el cineasta que más veces hace uso de las
canciones para provocar en el espectador ciertos sentimientos o sensaciones en sus películas,
no es en absoluto el único. Muchos directores utilizan una canción para que el personaje
protagonista evolucione o sufra un cambio respecto a cómo era antes. Céline Sciamma en
‘Bande de Filles’ (2014), película sobre una adolescente con problemas que empieza a juntarse con una banda de chicas, deja que sus actrices bailen y canten mientras suena ‘Diamonds’ de Rihanna. Resulta un momento clave en la película, ya que supone el punto en el que Marieme, la protagonista, se siente integrada y aceptada por sus nuevas amigas. La directora apuesta por dejar la canción al completo, provocando emoción, empatía y un mayor calado en el espectador. Algo parecido es lo que hace Harmony Korine en la controvertida ‘Spring Breakers’ (2012), usar una canción como forma de unión, como una evolución colectiva. James Franco tocando el piano mientras canta ‘Everytime’ de “la mejor cantante de todos los tiempos” (citando literalmente a su personaje en la película), Britney Spears, mientras las jóvenes bailan con pasamontañas rosas en la cabeza y escopetas en la mano al atardecer, es ya una de las escenas más icónicas del cine reciente. Korine lo utiliza como un vínculo entre sus personajes, a modo de alianza. No importa nada más que ese momento, en el que son fuertes, felices y nada les frena. Puro nihilismo.


En ‘Toni Erdmann‘, la obra maestra de Maren Ade sobre la infelicidad y la vida moderna, en determinado momento, Ines, la protagonista, instada por Toni Erdmann (un álter ego de su
padre) se pone a cantar a pleno pulmón ‘Greatest Love of All’ de Whitney Houston delante de un montón de desconocidos. Entre lo divertido, lo patético y lo dramático, Ade consigue que mediante esa canción, Ines se dé cuenta de sus errores. A partir de esa secuencia, ella no será la misma. Uno de los personajes de ‘Nocturama’ (2016) de Bertrand Bonello, sobre un grupo de jóvenes terroristas en París, hace lo propio hacia el final de la película, cuando empieza a cantar la versión de ‘My Way’ de Shirley Bassey como si fuera una especie de liberación antes de que llegue el conflicto.

También es común que se escoja una canción para guiar la narración, y que esta se vaya
repitiendo a lo largo del metraje. Es el caso de ‘Más allá de las montañas’ (2015), del chino Jia
Zhangke y la versión de los Pet Shop Boys de ‘Go West’. La película empieza y termina con esta misma canción, que en un principio servía para mostrar a unos jóvenes bailando en la fiesta de fin de año de 1999; y que finalmente acaba teniendo un significado radicalmente opuesto en el año 2025 (final de la película, spoiler, aquí). El caso de ‘American Honey’ (2016) es ligeramente diferente, ya que emplea varias canciones a modo de reflejo generacional. En la película de Andrea Arnold, se repite dos veces ‘We Found Love’ de Rihanna y Calvin Harris, pero también cobra vital importancia la canción de Lady Antebellum que da título a la película, que solo suena una vez al final, pero a la que se hace referencia durante los primeros minutos de la película.



Otro ejemplo de retrato generacional es ‘Boyhood’ (2014), donde se utiliza la música para
reflejar el paso del tiempo, con un recorrido cronológico de la década de los 2000. La película
abre con ‘Yellow’ de Coldplay y llega hasta ‘Hero’ de Family of the Year, pasando por Britney Spears, Yo La Tengo o The Hives.

Probablemente la explicación a esta forma de narrar se deba a que vivimos en una sociedad que cada vez se apoya más en lo audiovisual para todo. Y en que es realmente estimulante encontrar una canción que defina perfectamente la esencia de una película sin necesidad de recurrir a las palabras. Es bonito escuchar una canción y asociarla a una secuencia. Es bonito que la música y el cine hablen por nosotros y nos lleven a donde no siempre podemos llegar. De ahí que resulte tan recurrente la unión entre ambos.

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Publicado por
Fernando García