“La música es un mundo muy complicado, te lo digo yo que he estado dentro. A un nivel más local quizás, ¿no?, pero he estado”, dice la monja encarnada por Belén Cuesta en ‘La Llamada‘ (lo siento, sigo fascinado por su interpretación). El Monkey Week, más que un festival al uso, es una oportunidad para que muchos grupos/solistas que están “a un nivel más local quizás, ¿no?” se den a conocer en la industria, y para seguir la pista a propuestas underground-que-tienen-pinta-de-serlo-cada-vez-menos. “Descubre hoy las bandas del mañana”, que dicen ellos. Con una asistencia cifrada por la organización en más de 10.000 personas por día, y más de 200 actuaciones, el festival se ha consolidado ya en Sevilla, donde se trasladó el año pasado desde el Puerto de Santa María en busca de un mayor perfil: en esta 9ª edición parece que lo ha encontrado y, aunque evidentemente no hemos podido asistir a todos los conciertos, sí hemos querido reseñar algunos. Las actuaciones se ubicaron en lugares repartidos por distintos puntos de la ciudad, pero siempre -exceptuando, en el día inaugural, el Teatro Central- alrededor de la Alameda, donde se podían ver de forma gratuita actuaciones en el Escenario Ron Contrabando y en el característico Escenario Happy Place X (o, como lo llamaba todo el mundo, “los coches de choque”). Foto Princess Nokia: Javier Rosa.
En el Teatro Central nos esperaba en el día de la inauguración, sentada con su acordeón, Baby Dee. La cantante y compositora de Cleveland repasó su repertorio acompañada tan solo por un guitarrista, al que después se uniría el español Víctor Herrero, a la hora de tocar ‘When I get home’. Ésta y ‘Calvary’ fueron algunas de las elegidas por la artista para trasladarnos a una noche en La Comarca de ‘El Señor de los Anillos’, todo esto aderezado, por supuesto, con la teatralidad y la carga gestual que la caracteriza. Se despidió con palabras nostálgicas sobre su tierra, y de un show difícil de olvidar pasamos a otro también difícil de olvidar, aunque por distintas razones. Ya lo avisaban carteles de la organización pegados por todo el recinto: “El show de Swans usa unos niveles de sonido bastante altos que son parte integral de la experiencia visceral, rogamos el uso de protectores auditivos” (que se encontraban en un recipiente debajo de cada cartel). Aun así, muchos asistentes lo tomarían como una exageración, puesto que, al empezar el concierto, pocos llevaban protectores… veinte minutos después, y tras un goteo de gente saliendo y volviendo a entrar, prácticamente todos llevaban.
Swans no solo nos desafiaban con respecto a su nivel auditivo, también decidían abrir el concierto con una canción de 45 minutacos: durante los tres cuartos de hora que dura ese experimento solo para directos que es ‘The Knot’ podemos ver retazos de las distintas etapas de la banda desde su reagrupación en 2010 (recordemos que, pese a formarse en 1982, en 1997 dejaron de estar activos). Michael Gira comenta que la gira actual es una despedida ante lo que será de nuevo una disolución de la banda (al menos, en cuanto a su formación actual), y para ello ha preparado esta experiencia en directo, en la que además de ‘The Knot’ hubo espacio para otros temas (como ‘Screen Shot’), y que encantó a sus incondicionales, interesó a quienes aún no les conocían, dejó atónitos a otros (“esto es para venir colocados, deberíamos haber pillado” recomendaba un chico a su amigo entre una canción y otra) e incluso llegó a hacer salir huyendo a unas señoras, que escaparon a los diez minutos diciendo “pero qué locura es ésta”. Los cimientos del Teatro Central seguían en pie al terminar el concierto, pero se comprende que la organización eligiese programarlos en un sitio así de alejado y no en el Teatro Alameda, que sería la principal sede de los conciertos el viernes y sábado.
Así, en el Teatro Alameda vimos al día siguiente un combo de conciertos que se sucedieron siguiendo aquello de “harder better faster stronger”. La primera en actuar fue Nathy Peluso: la madrileña de origen argentino rapeó varios de sus temas, como ‘Esmeralda’ o ‘Alábame’, deleitando a los presentes también con su selección de bases entre el jazz, el funk y el r&b. El público fue entrando en calor, y por supuesto no se resistió a bailar con ella cuando eligió el ‘Pon de Replay’ de Rihanna para despedirse. Pero eso no era nada comparado con lo que el público iba a sudar media hora después, cuando Ms. Nina apareció en el escenario soltando una de sus mayores bombas nada más abrir el show: el sonido de los primeros segundos de ‘Tu Sicaria’ hizo entrar corriendo a quienes habían salido a tomar el aire. Los asistentes no dejaron de perrear durante todo el concierto, pero sin duda hubo puntos de especial entrega: ‘Traketeo’, ‘Chupa Chupa’, ‘Chic’ y especialmente ‘Reinas’. Cerró el show un bis repitiendo ‘Tu Sicaria’, esta vez acompañada de varias chicas del público: “quiero que suban algunas sicarias sevillanas”, pidió Nina.
Y cuando la gente aún estaba recuperándose, llegó la que, más que una “princesa”, fue la reina de la noche (y, para quien esto escribe, del festival en sí): Princess Nokia abrió con sus tres temas más conocidos -‘Tomboy’, ‘Kitana’ y ‘Brujas’-, pero, a diferencia de lo que opinaba mi compañera Mireia al verla en el Sónar, yo no considero que esto hiciese perder fuelle a la actuación. Sin duda soltar esos tres temazos al principio era una decisión arriesgada, pero Destiny no dejó de derrochar una presencia, garra y actitud que hizo que no reparásemos en que el “trío de ases” se había soltado, y que hizo que nos importasen poco los pregrabados sobre los que rapeaba. Se podría hablar de anécdotas sobre su fuerte carácter en cuanto al momento en que paró la actuación para exigir a los técnicos que subiesen el nivel de sonido (su respuesta cuando le tiraron de la falda no la considero “de fuerte carácter”, sino algo lógico), pero Princess Nokia no es Azealia Banks, como demostraba en sus interacciones con el público, al que chocó la mano en múltiples ocasiones y con el que intentaba charlar chapurreando un español que le salía mejor de lo que ella parecía creer. “¿Cómo están mis muhere?” preguntó antes de recordar sus raíces españolas y la complicada situación actual de Puerto Rico. Aconsejó además a las chicas que se empoderasen y que, para evitar “regrets de abuela”, tenían que aprovechar cada momento a pesar de ser criticadas por ello. “Sé lo que hay, nosotras sabemos lo que hay, yo no soy otro rapero con la cabeza metida en mi culo”. Desde luego no lo es y, con solo un disco en el mercado
, le espera un futuro muy interesante. Por cierto, que entre los que bailaban los temas de la neoyorquina estaban otros nombres del cartel, como la propia Ms Nina, Pedro LaDroga o Elena de Yawners.Aunque era difícil alcanzar el punto del viernes, el Teatro Alameda aún tenía grandes momentos que darnos el sábado, como la demostración vocal de Rocío Márquez. “Tenía ganas de tocar en un festival como éste, con un público tan distinto al nuestro” aseguró la cantaora, que dio a conocer su último trabajo, ‘Firmamento‘, y nos llevó de paseo por distintos palos, incluyendo una minera que quiso incluir en el repertorio (“me apetece hacerlo porque es una antítesis meterla en un lugar como éste”). A continuación tendríamos la actuación de Cabezafuego presentando el inclasificable ‘Somos Droga‘: descalzo y acercándose al público, Íñigo dio cuenta de los temas de su último trabajo, pero también tuvo tiempo para otros del anterior ‘Camina Conmigo’, como ‘Cruces de Hierro’.
Distintas salas aledañas a la Alameda (y, ya de madrugada, otras más lejanas, como la Sala X, la Sala Even o la Sala La Calle) albergaron también conciertos destacables. Es el caso de la Sala FunClub, donde pudimos ver entre la decoración con Patti, Dylan y Morrison a Anxela Baltar y Violeta Mosquera. Las Bala dejaron alucinados a los presentes con la visceralidad de un directo en el que presentaban su nuevo disco, el reciente ‘Lume’ (comenzaron con ‘Colmillos’), y en el que también recuperaban alguna que otra del anterior, ‘Human Flesh’ -seguramente las gallegas dejaron callado al chico que soltó “verás tú la niña esa que viste una camiseta de Motörhead”. Antes que ellas también pudimos disfrutar de los canarios Red Beard, y viendo a la banda liderada por Jaime Fleitas desenvolverse tan bien en temas como ‘Nobody’s Gonna Bring Me Down’ se comprende que su reciente gira por EEUU haya funcionado: parecía que estabas en un pequeño concierto de rock sureño (y realmente lo estábamos, solo que en otro Sur).
Con solo un mes de existencia, el acogedor Vinilo Rock Bar albergó algunos de los conciertos, entre ellos el de Pedro LaDroga, habitual de la Sala Múnich (que se encontraba en este mismo emplazamiento antes de cerrarse). ‘Konfussion’, ‘Bien pero mal’ y, por supuesto, ‘Ke kiere ase’ fueron algunas de las elegidas por el sevillano para abrirnos las puertas de la oscuridad witch que caracteriza su trap. La psicodelia invadió la Sala Ítaca con los conciertos de Solo Astra, que presentaron su 7″ ‘Japanese Food’ y tocaron temas del debut ‘Exofase’, y de Alien Tango. A duras penas pudimos ver la camiseta de Pokémon que llevaba Alberto García, el cantante de estos últimos, y es que esa era la principal pega: la banda tocaba en el mismo suelo, lo que hizo que mucha gente intentase ver mejor subiéndose al escenario donde, en una noche típica de la Sala Ítaca, estarían subidas las drags haciendo lipsync (hubiese sido un puntazo mezclar ambos shows).
En el Escenario Jägermusic de la Casa Palacio Monasterio vimos a las Kelly Kapøwsky (no confundir con los vascos del mismo nombre), que presentaban su debut ‘Phantøm City’. Las catalanas llamaron la atención con un sonido a medio camino entre Warpaint y el ‘Secondhand Rapture’ de MSMR. Y finalmente acabamos donde muchos sevillanos acaban también la noche, en la Sala Holiday: no estaba como en otras ocasiones Carmen La Hierbabuena, pero nos esperaban tres conciertos muy interesantes. El viernes fue el turno de El Último Vecino, presentando el que para la redacción fue uno de los mejores discos del pasado año, ‘Voces’, y también temas de su primer EP, aunque el momento cumbre fue su notable versión de La Zowi: fue celebrada la mezcla de trap, The Smiths y el guiño a ellos mismos (‘La Noche Interminable’) de ‘Mi Chulo’.
Al día siguiente descubrimos a los Yawners, que eran solo dos pero hacían como cinco: la entregada voz (y guitarra) de Elena Nieto y la implacable batería de Martín Muñoz convencieron con su skatepunk noventero -con ambos mantuvimos además una interesante conversación que publicaremos más adelante. El dúo tocó las canciones de su único disco hasta el momento, ‘Dizzy’, pero también el reciente single ‘Arco Iris’. Y finalmente llegó una de las horas más esperadas: había que ver si el hype provocado por los distintos videoclips publicados desde el año pasado por Mueveloreina se materializaba en algo a la altura. La respuesta fue afirmativa: el público se sabía muchas de las letras, bailaba temas como ‘Voy’ y ‘Paradiso’, y estuvo especialmente entregado en ‘Cheapqueen’, en la dieantwoordiana ‘I Want It All’ (que los integrantes del grupo quisieron dedicar a los millenials) y, por supuesto, en la reivindicativa ‘Vivas’, con la que cerraron el concierto. Salvo catástrofe, Karma y Joaco son definitivamente carne de cabeza de cartel de aquí a (¿menos de?) un año. Lo cual demostraría, de nuevo, que los del Monkey Week tienen olfato. Foto MueveloReina: Mauri Buhigas.