Así, de primeras, ¿cómo definirías tu nuevo disco en dos palabras?
Crudo y sincero.
Aunque suena fundamentalmente a ti, como tu primer álbum, en ‘Does it Ring a Bell?’ se nota un proceso de maduración y de asentamiento de tus características musicales. ¿En qué ha cambiado la Núria Graham del primer disco con respecto a la de ahora?
Han pasado casi tres años. Después de acabar la gira estuve un año tocando poco, con mucho tiempo libre, y me han pasado muchas cosas. A nivel personal han cambiado muchas cosas en mi vida y creo que se nota en la letra y en la música. He analizado mi parte más oscura en un proceso de conocerme a mí misma, y a nivel musical creo que es exactamente lo mismo: quiero conocerme más e investigar quién soy, sobre todo a nivel guitarrístico. Más que con pedales y efectos, con mi propio sonido, mi manera de tocar o con diferentes afinaciones. Me gustan las afinaciones abiertas.
Te sientes más guitarrista que cantante, ¿verdad?
Sí, por delante de todo soy guitarrista: siempre ha sido mi manera de expresarme. No hay día que no coja la guitarra y me ponga a tocar. Mis ideas básicamente salen de ahí. También puedo utilizar el piano, pero me gusta mucho el sonido que sale de mi guitarra: es más sincero que mis propias palabras.
Una vez te describí como una compositora nocturna y te sentiste identificada. Dijiste que ‘Bird Eyes’ no era precisamente un disco para escuchar bajo el sol. ‘Does it Ring a Bell?’, sin embargo, parece más bien mitad nocturno y mitad diurno. ¿Lo crees así?
La mayoría de estos temas los escribí por la tarde o incluso por la mañana. Me levanto temprano y suelo ser bastante productiva: toco mucho. No creo que sea un disco muy nocturno, aunque tampoco te pone a tope. Yo no conduzco, pero me imagino un trayecto en coche por la tarde, cuando se va yendo el sol, poniéndome mi disco, y creo que me sentaría bien.
Las canciones hablan de amores que se acaban, de confesiones casi vergonzosas y parecen muy autocríticas. ¿No es contradictorio que luego haya una que se llame ‘Hide Your Emotions (Somewhere Safe)’?
Esto dice mucho de mí: las dos caras. Pasa lo mismo con la portada del disco: hablo de noches de bares, alcohol y demás, y luego en la imagen hay un vaso de agua y unas flores. Creo que el disco es fruto de un proceso de búsqueda del desastre: hablo del bar, hago alguna referencia a las drogas pero, sobre todo, al fin de una relación que me marcó; y ha sido una forma de sacarme la mierda. Es autocrítico pero también es una manera de auto-perdonarme. Una vez hecho ya estoy más tranquila. Es como si me hubiera despedido de la Núria de esa etapa.
¿Como una confesión…?
Sí, un poco. Como no soy religiosa puede que use la música para confesarme (risas).
Porque, ¿qué cambiarías de tu vida?
Soy una persona bastante caótica y desastrosa a nivel de organización, y en el plano emocional también. Soy muy pasional, me dejo llevar y a veces me la pego. Tampoco lo cambiaría porque me ayuda a ser quien soy, y es por eso que hago música. Pero ser pasional quiere decir que cuando estoy bien estoy súper bien y que cuando estoy mal estoy súper mal. Así que tengo que ir combinando las dos Núrias. Estoy intentando separarlas y, de hecho, en muchas cosas que he escrito me hablo a mí misma como si fuera otra persona. Pero no sé qué cambiaría realmente porque todavía no sé quién soy.
Es curioso lo que dices porque te iba a preguntar precisamente por la canción en la que utilizas tu segundo nombre.
Hay gente que no sabe que mi segundo nombre es Mariana, pero sí, esa canción habla precisamente de esa otra cara de Núria. Supongo que es la Núria de noche… o no sé: hay muchas facetas de Núria (risas).
Siendo una persona caótica en todos los sentidos de la vida, he encontrado algo que tiene sentido en mi caos: la música
En una reciente entrevista te defines, efectivamente, como una persona caótica, frente a la calma y maestría de Joan Pons [NdE: de el Petit de Cal Eril y productor del disco], con quien te has complementado muy bien. ¿Ha sido la clave para que tu disco suene tan reposado y claro?
Creo que es porque, siendo una persona caótica en todos los sentidos de la vida, he encontrado algo que tiene sentido en mi caos: la música. En mi caos encaja perfectamente y además resulta ser algo que me representa. Pero al ser caótica como persona, haciendo música soy igual: cuando estábamos trabajando con Joan, por ejemplo, cada semana llegaba con muchos temas nuevos y necesito a alguien que me diga “Núria, contrólate”. Porque si por mí fuera ya estaría grabando otra vez, me pasaría la vida dentro de un estudio. [Risas]
¿Te ves teniendo un estudio en el futuro?
Me encantaría: es mi sueño. Tocar en directo me encanta, me lo paso súper bien, pero si tuviera mucho dinero lo que me gustaría hacer es grabar todo el rato. Es que tengo tantos temas que no me da tiempo ni de grabarlos. A nivel de producción también he aprendido mucho de Joan. Y es la parte que más me emociona últimamente: no solo hacer música y tocar mucho la guitarra sino también obsesionarme con la producción y el sonido. Me gustaría, dentro de unos años, poder ser yo quien tome todas las decisiones: por ejemplo, con qué micrófono vamos a grabar el bombo de la batería.
¿Cómo surgió trabajar con Joan Pons? Supongo que influyó que El Petit de Cal Eril sea uno de tus grupos favoritos, ¿no?
Cuando empecé a tocar, en 2013 o así, ellos sacaron ‘La figura del buit’ y era uno de mis discos favoritos: lo escuchaba prácticamente cada día. Entonces les conocí porque coincidimos en un festival y ya nos fuimos encontrando a menudo. Luego cuando quise grabar el disco sabía que quería hacerlo en directo con mis músicos, pero a nivel de producción quería pensar el sonido. Y me decía: “quiero algo muy seco y muy sincero, quiero grabarlo, irme con mi banda unos cuantos días allí”. Llamé a Joan, le dije que quería grabar el disco con él, quedamos unos cuantos días para hacer las pre-maquetas y luego ya grabamos con la banda. Fue un proceso guay también por el esfuerzo de grabarme yo misma las canciones con él: decidiendo yo qué hacía la batería, qué hacía el bajo. Un proceso interesante y muy guay.
[Al hablar de mí] ya no se hace tanta referencia a la edad y me hace muy feliz
¿Te has quitado ya el sambenito de artista jovencísima y precoz? ¿Lo notas menos a tu alrededor?
Yo creo que sí. A ver, todavía soy joven y espero que la gente tampoco me considere ahora como una artista veterana [Risas]. Pero es verdad que ya no se hace tanta referencia a la edad y me hace muy feliz. Al principio también entendía que me preguntaran por la edad: tenía 17 años. Y claro que noto que llevo menos años en este mundillo y que me faltan muchas cosas por aprender, pero es súper guay porque tengo todo ese tiempo por delante para aprender.
Recientemente has sido seleccionada entre los 26 artistas que participarán en el ciclo Girando Por Salas, entre más de 1.000 candidatos. ¿Qué supone ese éxito para ti?
Considero que he tenido mucha suerte porque ahora, sacando el nuevo disco, quiero hacer una gira por España. Y claro, no es fácil: la cosa no está para tirar cohetes a nivel económico. ¿Cómo te lo montas para llenar una salsa? No sabes nunca cómo irá: vamos los cuatro músicos, tienes que pagar al técnico, tienes que ir en coche. No es fácil montárselo, hay que picar piedra. Ahora tenía muchas ganas, es muy necesario, y claro, con GPS tienes asegurado todo eso. Y la promo y todo… es que no me puedo quejar, claro, para mí es un regalo.
¿Qué vas a hacer con el premio? Tenemos entendido que son 2.500€.
Sí, en principio estaba destinado a hacer algo de promo, pero la verdad es que aún no lo tenemos claro. Hay que pensarlo. Igual hacemos un vídeo en directo, pero aún no tengo ni idea.
Me estaba autodestruyendo expresamente, todo eso pasó porque yo quería ir hacia la oscuridad
Volvamos al disco. En ‘Does It Ring A Bell?’, una confesión ambigua (al final no nos queda claro por qué besaste a Ann…), hay una referencia a “the cave”. ¿A qué te refieres? Porque tienes un EP que se llama así, está La Cava Jazz de Vic, que ha sido como tu santuario… es algo simbólico, imagino…
Es simbólico, evidentemente. Cuando escribo las letras no sé muy bien qué estoy diciendo hasta que las termino. Y entonces entiendo qué estaba intentando decir. Esto hace referencia a una historia muy larga: hace exactamente un año, después de una ruptura, pasaron cosas; y hablo de todo eso: las memorias del comedor de esa casa, que, de hecho, es el de la portada del disco, donde además escribí la canción. Pero cuando hablo de “the cave” hablo más bien de esa oscuridad, de volver a una cueva. Al final la conclusión es que me estaba autodestruyendo expresamente, todo eso pasó porque yo quería ir hacia la oscuridad, porque es lo que necesitaba en ese momento. Pero luego se acaba la oscuridad.
Entre todas las canciones quiero destacar dos: ‘Peaceful Party People From Heaven’ y ‘Morphine’, por su contundencia y garra, y por lo que parece una inmersión en la distorsión. Más en la línea de tus últimas actuaciones.
‘Peaceful Party People From Heaven’ es mi favorita y es verdad, se parece más a lo que hacemos ahora en directo, donde todas estas suenan súper distintas. Las estoy haciendo con una guitarra eléctrica de 12 cuerdas que me he comprado y es un sonido nuevo: es que ya estoy renovando el sonido del disco. Así que en canciones como ‘Peaceful Party People From Heaven’ es donde más identificada me siento. Además, a nivel guitarrístico y musical son momentos en los que la banda estamos todos a una. En ‘Morphine’ también. Esta es una canción que cuando la hice ya sabía que sería para acabar: siempre tuve muy claro en qué orden iban a ir las canciones en el disco. No podría ser de otra manera.
Pero, ¿vas a desarrollar más esa faceta eléctrica y/o desmelenada, no solo en directo, sino también en disco?
Sí, creo que voy hacia allí. Aunque depende de la temporada, ahora mismo estoy en un punto muy de hacer temas con su letra, estoy bastante calmada últimamente; pero tampoco quiere decir que de aquí a un año no esté haciendo algo súper trallero. No es que cambie el estilo, sino que cambio la manera de expresarme. El EP, por ejemplo, suena muy trallero porque en aquel momento tenía ganas de hacer eso. Lo que sí es verdad es que me siento muy cómoda en directo con canciones como ‘Peaceful Party People From Heaven’.
Siendo que el disco suena fundamentalmente a ti, hay trazas de St. Vincent en ‘Lucifer Sam’, de Mac DeMarco en ‘Sinner’ y, en general, de algo entre Angel Olsen y Courtney Barnett. ¿estás de acuerdo con estas cuatro referencias básicas?
Sí, podría ser. St. Vincent no es algo que haya escuchado mucho ni con lo que me sienta muy identificada últimamente. A Courtney Barnett sí que la he estado escuchando mucho y me gusta: me entra bien. Como Kurt Vile o Cass McCombs. De hecho, el bajista de Cass McCombs es quien ha mezclado el disco. También he escuchado a Mac DeMarco, ahora ya no tanto pero creo que al final todo queda. Escucho mucha música: también bossa nova, jazz y cosas súper raras; y luego cuando hago un disco me limito a hacer lo que a mí me sale. Pero hay todo ese bagaje.
¿Qué te llama la atención últimamente?
Me he puesto a investigar mucho en la música negra: música para pinchar, como Fela Kuti, o el soul. El otro día con mi teclista estábamos escuchando a Gino Paoli [Risas], sus arreglos, ese estilo de los años sesenta. No sé, me flipa. Estoy bastante nostálgica de un pasado que…
Me sienta de puta madre poder escuchar un álbum como ‘Bitches Brew’ y luego ponerme a hacer mi música
…que no viviste.
Sí, por eso. Mucho jazz: Miles Davis es lo que más he escuchado. Que luego la influencia a nivel musical no se nota y a nivel personal tampoco me identifico para nada, pero en cambio me sienta de puta madre poder escuchar un álbum como ‘Bitches Brew’ y luego ponerme a hacer mi música.
Ahora que mencionas el pasado, parece que en el disco hablas del pasado y del futuro casi como conceptos emocionales, ¿no crees?
Sí. Hay una canción que no está en el disco que habla de eso: del pasado como algo que no he vivido. También en ‘Cloud Fifteen’ hago referencia a una cara que ya había visto y hablo de mi vida pasada. Soy una persona muy espiritual y creo en estas cosas raras: que todo pasa por algo. Además tengo una relación extraña conmigo misma, con la Núria del pasado. El otro día, por ejemplo, me encontré un montón de papeles con música que escribía con 12 o 13 años y hablaba de cosas que me están pasando ahora. Creo en esa relación: que todo está conectado. Hay una línea temporal pero en el fondo siempre eres tú misma. Y creo que hay una comunicación entre el pasado y el futuro.
Pero luego hay una canción, ‘Smile on the Grass’, en la que parece que le das mucha importancia al presente. Como si el pasado y el futuro tuvieran tanto valor emocional para ti que a veces tienes que meterte en un paréntesis y recordarte que hay que disfrutar del momento presente.
Sí, eso intento. ‘Smile on the Grass’ es una canción que, en principio, no se sabe a quién va dirigida, pero mi conclusión es que va dirigida a mí misma. No me acuerdo de dónde saqué la idea, pero un día me iluminé y la letra salió sola de arriba abajo. Luego pensé “¿de quién estoy hablando?”, porque también era después de una ruptura, pero al final me estaba hablando a mí misma. “Una sonrisa cae en la hierba” en ese momento tenía sentido por todo lo que me había pasado.
Es como si dijeras “vale que tengo un pasado, vale que tengo proyecciones de futuro, pero es momento de parar y disfrutar de lo que hay, de lo que tengo debajo”.
Exacto.
Y sonreír y punto.
Sí, ese es precisamente el rollo de la canción.