El grupo maneja además ritmos muy sugerentes y fluidos, nada abrasadores como ese producto de ácido clorhídrico que le da nombre, como es el caso de un ‘Satén’ que parece haber mandado una oscura discoteca neoyorquina de 1982 hasta nuestros días a través de una máquina del tiempo. Claro que Rapulp canta en español: “sé que tú no lo sabes, yo conozco tus claves, puedo prometer, que antes de perder, no te vas a caer”. La canción coge una marcha imparable desde que empieza y es casi imposible no dejarse llevar también por sus evocadoras guitarras, que se funden en la niebla tanto como esas luces de neón que emanan de sus sintetizadores.
Salfvman dice que busca “crear un ambiente hipnótico y sexy que haga bailar tanto en casa como en los festivales”. En eso entra también el vídeo de ‘Bunic’ y sus “ambientaciones” inspiradas en la estética “vaporwave”, que tanto encajan con la fórmula retrofuturista de Salfvman, definida también en la romántica “prom ballad” de ‘Sí’ -cuyos sintetizadores no podrían ser más reconfortantes- o incluso las inquietudes pseudo-caribeñas y algo más experimentales de ‘Seda’.