Nos encontramos con Julio Bustamante (Valencia, 1951) en las oficinas de El Volcán, su agencia discográfica. Juntarse con él es estar dispuesto a que nos cuente lo que él tenga a bien narrar, sea lo que sea, sin seguir un rumbo fijo. Con la mirada perdida y un cierto aire tímido, nos cuenta que acaba de echarse la siesta (“es algo obligatorio”) mientras nos recibe con sus andares espigados, un vaquero raído y una boina, como salido de la estampa de aquellos cantautores de los años 70, una década que sirvió a este letrista para darse a conocer, hace más de treinta años: “Soy un niño que sabe muchísimas cosas. Creo que fue Dylan el que dijo “todo el mundo se muere por ser joven, cuando los que disfrutan son los niños”. Y es verdad. Cuando eres joven son todo ansiedades e intensidades. También es cuando empiezas a relacionarte más con el mundo exterior”, comenta, recordando aquellos tiempos.
«Yo creo que todas las obras buenas, en el fondo son un libro de historia que relatan su época desde el fondo, no desde la superficie»
Ese mundo exterior que servía como inspiración principal en los primeros discos del valenciano (‘Cambrers’ –1981– o ‘Cargo de mí’ –Discos Medicinales, 1987–) aparece reflejado de manera tenue en ‘La misión del copiloto’. Como una pátina de realidad que sirve de fondo a los sentimientos: “Yo creo que todas las obras buenas, en el fondo son un libro de historia que relatan su época desde el fondo, no desde la superficie. Aunque no se lo propongan. Es lo que yo llamo la impersonalidad. En mis canciones procuro que pase. Que todo eso que está pasando es una circunstancia social, en gran medida. Todos somos producto de una circunstancia social”, explica con su voz ronca de profesor de filosofía.
“No hay que hablar de España, hay que pensar en los españoles, que somos gente de carne y hueso”
Después de décadas reafirmándose en la lucha social y en la protesta, nos sorprende encontrar una mirada tan tranquila en las letras de su último trabajo. ¿Qué hay de la situación que estamos viviendo, qué hay de Cataluña? Le preguntamos, a tenor de lo exótico que podría resultar en estos momentos un disco escrito en ambos idiomas, catalán y castellano: “No aporta nada. Es algo que tienen que arreglar. Hay temas más importantes. Me parece una cortina de humo todo esto. Y también pienso que algo de interés habría por forzar la situación tanto. Pienso que la política maquiavélica es de derechas, más todavía. Hay temas mucho más importantes, como son las pensiones, la educación, la investigación, la sanidad. Todo eso lleva esperando muchísimo tiempo. Cuando hay gente en Valencia estudiando en barracones, de todo lo que robaron. Todo eso no es dinero, es voluntad política. Decir “no va a haber gente muriéndose en la camilla de una sala de espera”. Es denigrante. No tiene por qué haber 60 alumnos en un aula, tiene que haber 20. Todo eso es voluntad política, pensar en hacer las cosas bien y no hablar de España, sino pensar en los españoles, que somos gente de carne y hueso. Pero no, solo somos contribuyentes, y punto. Y esto si quieres lo sacas, o no lo sacas”, remata con un cierto deje de hastío, dando a entender que ya nadie “quiere mojarse”.
“He vuelto al mundo de cuando yo tenía 8 años. Eso dicen, que la vida es como una curva y, al final, vuelves a ser tan niño como eras al principio”
Esa intensidad de la que hacía gala en su juventud (“empecé en esto a los 27 años, ¡qué intensidades!”), el miedo a hablar de sus propios sentimientos o a narrar su propia vida son parte de las capas que se ha ido quitando Julio Bustamante: “He ido quitándome cosas” – continúa-, “Internet no tengo. Bajo todos los días a la biblioteca, que además es muy grande y muy bonita y antigua. Y voy todos los días una hora a internet. Y los días que necesito más, voy por la tarde otra hora. Pero, por lo general, voy una hora nada más. No tengo televisión, tampoco (como dice la canción). Y tampoco tengo electrodomésticos. La verdad es que vivo solo y me apaño muy bien. Los he ido cerrando poco a poco. El frigorífico me cansé de verlo siempre con un plátano y un huevo y pensé “¿Para qué quiero esto aquí?” Luego lo apagué. Llevaba años apagado y este verano, cuando pinté la casa, lo saqué a la calle. Pero me apaño bien, porque salgo a comer al parque normalmente, y en casa tengo cosas que no caducan nunca, como el arroz. Pasta, huevos, jamón, galletas, cebollas… viviendo solo, las cosas cambian mucho. Lavar la ropa a mano. Me gustan mucho los trabajos manuales. Aparte, no me gustan los ruidos. Las lavadoras, las neveras… siempre acaban haciendo ruido. Yo también tengo una edad y he nacido en una época en la que esas cosas no existían. No ha sido inventar nada, ha sido como volver al principio. Tocadiscos y guitarra sí que tengo. Esas son cosas importantes para mí. En fin, que he vuelto al mundo de cuando yo tenía 8 años. Eso dicen, que la vida es como una curva y, al final, vuelves a ser tan niño como eras al principio.”
Tras haber participado incluso en un documental sobre su vida y obra (‘Bustamante Perkins’) decidimos terminar la entrevista preguntándole al sabio qué es lo que le preocupa ahora que no tiene intensidades, ni frigorífico ni prisas: las mujeres. “Yo siempre estoy leyendo. Creo que leo incluso demasiado. Suelo leer un par de libros a la semana. Y sigo estudiando filosofía. Ahora estoy con la temática de las mujeres contemporáneas españolas. Más allá de si me gusta o no me gusta, por recabar información. Rosa Montero me encanta.”
Hoy mismo podremos verle en directo, en una de sus espaciadas actuaciones, en la sala Fun House de Madrid (entradas, en Ticketea), acompañado por su grupo, Lavanda, y Kiko Sumillera. Veremos a ver qué nos cuenta esta vez este venerable letrista.