Abiertamente optimista, el cuarto álbum del norteamericano refleja una serie de influencias e intereses que le son fundamentales. “Quería ser honesto conmigo mismo, con dónde está mi corazón y de dónde recibo la mayor parte del motor de la vida”, ha declarado. Así, el anime, los videojuegos y los cómics están muy presentes en ciertos pasajes de ‘Romaplasm’. Encontramos los ejemplos más evidentes en ‘Extrasolar’ y en ‘Adam Copies’, con referencias a las series de animación japonesas ‘Cowboy Bebop‘ y ‘Neon Genesis Evangelion‘ respectivamente. No obstante, más allá de las citas concretas, lo que logra Wiesenfeld en esta nueva obra es dar rienda suelta a su capacidad de ensoñación, darle a cada canción, a cada letra y a cada historia un matiz fantástico y poético, convirtiendo lo rutinario en legendario, lo trágico en un cuento de hadas épico –metaforizando la asunción de la homosexualidad en edad juvenil en ‘Abscond’, por ejemplo– y una simple y llana discoteca en un universo brillante lleno de duendes en la clubber ‘Out’.
Desde el punto de vista formal, ‘Romaplasm’ se divide en dos bloques bastante diferenciados entre sí por la rítmica. En el primero dominan el medio tiempo y la melodía sobre los entramados electrónicos: el pop sobre la base. ‘Yeoman’, grácil y fresca, la florida y delicada ‘Extrasolar’, donde Wiesenfeld parece reivindicar el derecho a salir al exterior, a explorar, a vagabundear y a equivocarse, la bucólica ‘Abscond’ y la sintética, elegante y educada ‘Human Bog’, donde se posiciona claramente frente al heteronormativismo, abren el álbum desde una atmósfera que combina la extremada musicalidad de la lírica con texturas amables y ritmos accesibles. Un planteamiento que en la segunda mitad del álbum apenas hallamos representado en la fina deriva triphopera de ‘Wilt’ y en la íntima y suavísima ‘Coitus’, canción en la que se describe una relación sexual con frases tan preciosas como: “En los dominios de los amantes / Como en un sueño demasiado amplio para el cerebro / Solo puedo sujetarme a tus brazos como si fueran el borde de un acantilado / Y estirarme”.
Esa especie de pop preciosista y orquestal vertebrado mediante una médula electrónica se revoluciona a partir de ‘Adam Copies’ como si Dan Deacon hubiera conquistado los mandos de control de la nave. La apariencia cercana al future shock se repite en la segunda mitad del disco en una chispeante ‘Superstructure’ –donde sentencia versos clarividentes como “construir tu vida puede derribar todos tus sueños”–, en ‘I Form’ de manera más domesticada, y en ‘Broadback’, el destartalado tema final. Además, hablar de su propia experiencia al salir de fiesta en ‘Out’ le sirve de excusa para explorar la rítmica y las formas clubber, una vez se ha acelerado la velocidad media de crucero.
Si el miedo a la muerte motivó gran parte de su anterior trabajo, en este caso lo que parece haber movido a Baths es un terrible miedo a no vivir, a no hacerlo plenamente. Con su música, primero elegante y optimista y luego efervescente y efusiva, y con su lírica fantástica nos invita a no dar nada por sentado, a explorar lo surrealista y, sobre todo, a no dejar de soñar por querer encajar en la sociedad. Lo que ha captado, tal vez, es el último vestigio del niño que lleva dentro.
Calificación: 7,4/10
Lo mejor: ‘Coitus’ y ‘Human Bog’ por una parte, y el acelerón de‘Adam Copies’, ‘Superstructure’ y ‘Out’ por otra.
Te gustará si te gusta: soñar despierto, The Postal Service, Animal Collective, Vampire Weekend o Dan Deacon.
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