Pero es la esposa de Belushi en ‘Wonder Wheel’ quien se termina comiendo la película, Kate Winslet. Una mujer que en 1950 ha de lidiar con su propio trabajo, parte de las obligaciones de su marido -permanentemente a punto de caer en una enésima crisis etílica-, la crisis sexual de los 40, la recién llegada hijastra a su vez perseguida por su esposo gángster y además un hijo pirómano que podría representar a Woody Allen de pequeño o la propia libertad del ser humano al elegir el camino hacia la autodestrucción.
Kate Winslet está fabulosa en sus momentos más histriónicos al borde de la lágrima y la locura, dando a su vez algo de vis cómica a este pequeño drama no demasiado conseguido, pese a su clara inspiración teatral, en el que demasiadas cosas quedan en anécdota. Es el caso de Justin Timberlake, un chuloplaya venido a más por los caminos de la literatura -nueva referencia al Allen estereotipado- que ejerce de narrador de esta historia y también aparece como personaje. Woody Allen no llega a aburrir -aunque hacia mitad de la película por los pelos- si bien esta vez ha dejado demasiado protagonismo y méritos en manos de la propia Winslet, la sobresaliente fotografía del ganador de 3 Oscars Vittorio Storaro y la abundante música procedente de los años 30, 40 y 50 de The Mills Brothers o Jo Stafford. 6.