Con la retirada de Rosendo se irá de las tablas uno de los artistas más talentosos, íntegros y carismáticos del rock español que, tan apartado de las apariencias como fiel a su idiosincrasia de barrio –es lo más parecido a un dios vivo en el barrio madrileño en el que se crió y que nunca ha abandonado, Carabanchel–. Rosendo es Madrid con melena, pitillos y narizota.
Por suerte sus canciones permanecerán, así que no hay mejor manera de lamentar y celebrar, a un tiempo, esta despedida que recordando algunas de las más significativas de cada etapa de su carrera, aunque sea una osadía dado lo vasto de su repertorio si sumamos sus trabajos con Ñu, Leño y en solitario.
Casi 40 años nos separan de este vídeo del programa Aplauso. Los recién formados Leño interpretaban esta canción que, dicen escribió Rosendo con José Carlos Molina durante su paso por el grupo de este, Ñu. Rosendo, con Tony Urbano y Ramiro Peñas personificaban la respuesta española al blues rock con toques glam y sinfónicos de grupos y artistas como Canned Heat, Deep Purple o Rory Gallagher –uno de sus mayores referentes– en esta metáfora, si no nos equivocamos, de algún tipo de sustancia estupefaciente.
Curiosamente, uno de los grandes hitos del rock en castellano no fue grabada para un disco de estudio sino para un directo. ‘Maneras de vivir’ se registró en un concierto en la Sala Carolina de Madrid para el tercer disco de Leño, ‘En directo’ (1981). Su versión de estudio se grabó como un single previo, pero se convirtió en mucho más que el éxito más memorable del trío –producidos con por Teddy Bautista, que ponía teclados en ese disco–. Su riff de guitarra es el ‘Smoke on The Water’ cañí, y su letra es un reflejo de una época de depresión, confusión y despertar a otra realidad de una ciudad, de un país.
Ya como algo parecido a unas estrellas –este disco se grabó en Londres y con muchos más medios–, Leño lanzaron su último disco ‘Corre corre’ en 1982, antes de separarse al año siguiente, tras la célebre gira comandada por Miguel Ríos ‘Rock de una noche de verano’. Aunque el single principal de aquel disco final fue el tema que lo da título, los años han situado otras canciones como las grandes composiciones de la época: Me refiero a ’¡Qué desilusión!’ y ’Sorprendente’ que habitualmente tienen reservado un lugar especial en sus conciertos. Con ‘Sorprendente’, además, sentaba uno de sus estándares líricos, con esa visión ácida que le permite mantenerse desafiante pero indiferente ante miradas celosas y recelosas.
El debut en solitario de Rosendo se publicó en 1985 y es uno de las obras capitales de la música contemporánea española, sin más retruécanos. Y eso que en su momento fue denostado por los factótums del heavy metal patrio, que no veían nada clara aquella producción un tanto nuevaolera de Carlos Narea (Miguel Ríos, Antonio Vega). de entre clasicazos como ‘Pan de higo’, ‘Loco por incordiar’, ‘… y dale’ o ‘Corazón’, tenemos que quedarnos con ‘Agradecido’, una canción bárbara en su sencillez y eficacia que, además, espanta moscones y chupópteros
con una elegancia que ya querrían tener en los barrios bien. Aunque no lo pareciera, era el rasero con que medir todo lo que se llamó el rock urbano.Tras ‘Fuera de lugar’ (1987), el tercer disco de Rosendo supuso su divorcio total con los rockeros de pro del país. ‘… a las lombrices’. Esta vez no cabía culpar al popular en aquellos días Joe Dworniak (Radio Futura, Jarabe de palo), bastante ortodoxa incluso para contener arreglos de metales. ‘El asa del cubo’ sigue siendo un tema frecuente en los directos de Rosendo, pero personalmente tengo debilidad con ‘Por meter entre mis cosas la nariz’, un boogie bastante clásico en el que destacan esos memorables giros vocales hacia el falsete.
Tras dejar RCA y fichar por Twins –luego absorbida por DRO, que luego fue absorbida por Warner–, Rosendo se desquitó de sus críticos con ‘Jugar al gua’, su disco más puramente rock –aunque contiene guiños al reggae, a partir de aquí frecuentes, como el de ‘Del pulmón’– en años, producido por él mismo. En él brilla la que quizá sea la mejor y más memorable canción de toda su carrera, ‘Flojos de pantalón’. Otro riff descomunal que esta vez le sirve para retratar la vida nocturna del foro a finales de los 80, la pose, el artificio, la decadencia, el desencanto tras las luces ilusorias y el exceso de maquillaje.
Rosendo comenzó los 90 como terminó los 80 y como ha seguido siempre, yendo a lo suyo. Sin embargo, tras ‘Deja que les diga que no’ (1991), cuyo himno aún vigente es ‘Borrachuzos’, llegaba un ‘La tortuga’ en el que se mostraba permeable al sonido de la época, atreviéndose incluso a pseudo-rapear e incluir una intro casi rumbera en el hit ‘Majete!’, que caló más allá de la escena del rock. Uno de sus típicos retruécanos (“majete, no todo el que saca mete”) de barra de bar que tan bien funcionan.
Ya avanzados los 90, la integridad de Rosendo había logrado calar a aquellos que le veían con frecuencia en la tela cuando eran chiquillos y ahora estaban por el rollo del grunge. Una corriente que, a su vez, caló en los discos de la época del madrileño, ‘Para mal o para bien’ (1994) (con ‘¿De qué vas?’, otro himno de esa era), ‘Listos para la reconversión’ (1996) o la BSO de ‘Dame algo’ (Héctor Carré, 1998), que compuso íntegramente Mercado. El tema que bautizaba al segundo de estos destaca especialmente al mostrar esa querencia: los teclados desaparecieron en buena medida y bajos slap, de querencia funk. Un esfuerzo por sonar más contemporáneo que, al menos en este corte, no suponía ninguna merma en su pericia compositiva.
Tras su etapa “alternativa” –entiéndaseme, es por acotar de alguna manera–, Rosendo volvió a la ortodoxia rock con ‘A tientas y barrancas’ (1998), ‘Canciones para normales y mero dementes’ (2001) y ‘Veo, veo… mamoneo’ (2002). Este último tuvo un considerable éxito gracias al single ‘Masculino singular’, que más allá de sus malabares para insultar con mano izquierda, a mí me gusta pensar que atiza al típico gallito machista cisgénero. Algo de lo que el rock va bien sobrado.
Tras publicar ‘Lo malo… es no darse cuenta’ (2005) y recibir la Medalla de Oro a las Bellas Artes en el año 2006, en 2007 publicó uno de sus discos más singulares, ‘El endémico y el incauto pertinaz’, que jugaba con la estética del medievo para mostrar su crítica con la clase política y las oligarquías. ‘Harto’ es, además de uno de las mejores canciones que ha escrito Mercado en la última década, una buena muestra de su desapego, que es el de buena parte de la sociedad, mostrando lo preclara, incisiva y directa que puede ser su escritura.