En él, su música se adentraba en la música de cámara contemporánea, onda Rachel’s o Stars Of The Lid, un estilo que prosiguió en su otro disco de esa década, ‘Aurora’ (2005). Tras un lapso de tiempo sin trabajar juntos, Esmerine se reforzaron a inicios de los 10s con la incorporación de la harpista Sarah Pagé y el multiinstrumentista Andrew Barr (The Barr Brothers), que venían de trabajar en la banda de Lhasa de Sela. Juntos grabaron, a las órdenes del también cantautor Patrick Watson, ‘La lechuza’ (2011), su tercer largo oficial –y el primero tras fichar por el sello Constellation, en el que continúan a día de hoy– que contó con las colaboraciones de Sarah Neufeld (Arcade Fire) y el saxofonista Colin Stetson.
Su gran espaldarazo, sin embargo, llegó con un nuevo cambio de formación y la incorporación al proyecto de Jamie Thompson (The Unicorns, Islands) y Brian Sanderson. Con ellos realizaron una gira que les llevó a Estanbul, donde causaron tal impacto que fueron invitados a establecer una residencia artística. Con ella, la influencia de la tradición musical de Oriente Medio comenzó a invadir sus composiciones y allí mismo, junto a numerosos músicos locales, grabaron ‘Dalmak’, un cuarto álbum que obtuvo gran reconocimiento, llegando a ganar el premio Juno al mejor álbum de música instrumental de su año, 2013.
Tras el rockero ‘Lost Voices’ (2015), a finales del pasado año Esmerine regresaron con ‘Mechanics of Dominion’. Un disco que pretende ser su obra más dinámica y narrativa hasta la fecha, “trazando un arco entre lo neo-clásico, lo minimalista, la contemporánea moderna, el folk la música barroca, el jazz y el rock. Lenguajes para invocar al lamento, la meditación, la resolución, la resistencia y la esperanza”, decía su nota de prensa. Un trabajo que, además, vienen a presentar a nuestro país en una gira de una semana que comienza el próximo domingo, 18 de marzo en Alicante (Teatro Arniches), prosigue el lunes 19 en Barcelona (Caprichos de Apolo), el martes 20 en Madrid (El Sol), el miércoles 21 en San Sebastián (Dabadaba), el jueves 22 en Bilbao (Kafé Antzokia) y culmina, tras pasar por Lisboa y Oporto, el día 25 de marzo en Vigo (Radar Estudios).
Con motivo de esta extensa visita, Esmerine nos han propuesto estrenar hoy el vídeo oficial que el realizador Geoffrey Boulangé ha dirigido para ‘La lucha es una sola’, contenida en ese último disco con momentos tan rockeros como ‘Que se vayan todos’ o la misma ‘Mechanics of Dominion’, con claro espíritu combativo en lo político. En esa línea, este vídeo que presentamos emplea la melancolía de este corte (al menos, hasta que vira al rock, hacia su ecuador) para plasmar el drama migratorio desde América Central hacia Norteamérica. Boulangé, cámara en mano, filma a unos migrantes que esperan en una estación de ferrocarril fronteriza la llegada de la noche para avanzar, subidos temerariamente sobre un tren de carga, en su búsqueda de un presente mejor. Un espeluznante documento que la música de Esmerine hace más bello y terrible, a la vez.