El disco en cuestión, ‘2012–2017’, es una auténtica obra de arte de la electrónica. Bastante alejado de Darkside, el otro proyecto de Jaar con el guitarrista Dave Harrington, se erige sobre tres pilares básicos: el techno, el house y el soul setentero, segregando un magnetismo instantáneo tan fuerte que te entran ganas de llevártelo a la cama. Poco importa si se trata, como así parece, de una recopilación de temas creados (que no publicados) a lo largo del último lustro. El nuevo álbum, con más de una hora de música inédita, se postula desde ya como uno de los mejores trabajos del año que acaba de arrancar. Por su versatilidad, por su clase y su buen gusto inconmensurables, por lo extraordinariamente sexy que es y porque es difícil (en el buen sentido) reconocer la personalidad de aquel joven Jaar (de ‘Space Is Only Noise’) al frente de tamaño monumento musical al pasado y al presente. De aquel minimalismo casi arquitectónico, a esta orgía de samples, beats, soul y electrónica de club a altas temperaturas.
Se trata de un disco 100% bailable, pero desde infinidad de ángulos distintos. Los fundamentales, ya mencionados, se llegan a dar casi simultáneamente en ‘Some Kind of Game’. Desde una base de piano que repica, Jaar intercala samples de coros y voces femeninas, al tiempo que nos propone incursiones a terrenos clubbers y nos traslada de dimensión simplemente con acidificar unos sintes. También en ‘Now U Got Me Hooked’, con ese gancho soulero que le da la guitarra (y el sample de ‘Now You Got Me Loving You’, de The Dramatics) desde el inicio, y conjugándose entre cierto tropicalismo orgánico y un minimal house muy gomoso. Pero aunque la influencia del soul y R&B setenteros está muy presente –sobre todo en la primera mitad del disco–, se hace especialmente evidente en determinados y brillantes momentos: además de en los ya mencionados, en la apertura de ‘This Old House Is All I Have
’, homenajeando al recientemente desaparecido David Axelrod (cuya canción ‘The Warnings Part II’ es usada como sample), y en la espectacular e irresistible (para las caderas) ‘Know You’, tocante al pop-funk. El heredero legítimo del ‘Since I Left You’ de The Avalanches.De paso que desempolva un género clásico como si nada, demostrando un bagaje fuera de lo común, Jaar se emparenta con algunas de las grandes figuras de la electrónica actual. Con ‘Cityfade’, por ejemplo, se acerca al Bonobo tribal de ‘Bambro Koyo Ganda’ y al frescor serrano (andino) de Nicola Cruz, utilizando curiosamente el alemán para las voces. Incontestable. En ‘Hopeless’, desde cierta frialdad cortante post-industrial, a la sombra de Burial y a los abismos del minimal techno de Kiasmos. Al trabajo en solitario de Jamie xx en ‘Such a Bad Way’ (con sample de ‘I Am a God’ de Kanye West incluido) y en la sobresaliente ‘I Never Dream’, donde también se intuye cierta influencia del primer trabajo de DJ Shadow. E incluso a las saturaciones de Oneohtrix Point Never en ‘Rave on U’.
En el último tramo del disco Jaar se entrega más claramente en la música de club. A través de piezas más oclusivas como ‘Flash in the Pan’ y ‘You Are Going to Love Me and Scream’, se sumerge en el house y en el techno completando una paleta de sonidos descomunal y fuera del alcance de la mayoría de los mortales. Lo que más asusta del disco, por tanto, es que Nicolas Jaar parece haber abandonado definitivamente el terreno de la promesa para convertirse en el nuevo Dios de la electrónica. Si ya sentó cátedra con ‘Sirens’, un disco elegante, rico y comprometido, con ‘2012–2017’ ha creado para su figura musical un nuevo molde con el que ha desbordado cualquier expectativa. “Come on, you make my spirit start living / Come on, you got the power to do it, do it”, se oye en la increíble ‘Know You’, y así nos hace sentir él con su música.
Calificación: 8,5/10
Te gustará si te gustan: Jamie xx, Bonobo, Burial, The Avalanches y Madlib mezclados con soul y R&B clásicos.
Lo mejor: los ramalazos soul de ‘Some Kind of Game’, ‘Now U Got Me Hooked’, ‘This Old House Is All I Have’ y ‘Know You’, el rompepistas ‘I Never Dream’ y el crisol de ‘Cityfade’.
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