Por eso quisimos hablar con el grupo vallisoletano, concretamente con su compositor principal y cantante, Jesús Cifuentes (popularmente conocido como «Cifu»), sobre esta presencia en un festival de un corte algo distinto al que acostumbran. Aprovechamos para preguntarle por sus nuevos proyectos –nos adelanta que acaban de grabar un disco que, dice, nos va a sorprender– y por sus 30 años de carrera, en los que han fluctuado del éxito masivo al semivacío por parte de los grandes medios. Y también, obvio, por el machaque de su hit, ’20 de abril’.
El año pasado celebrasteis 30 años, publicando un álbum en directo y con algunos conciertos señalados. ¿Cómo valoras, ahora en frío, la atención del público en esa gira… y bueno, también a lo largo de estas 3 décadas?
Ufff… ¡Amplia pregunta! Sí, el año pasado celebramos esos 30 años lanzando en disco un proyecto sinfónico [Nde: ‘In Crescendo‘] que ya veníamos desarrollando en directo hace algún tiempo. Es un formato inusual tanto para nosotros como nuestro público, porque siempre habíamos tocado en formato eléctrico y somos un grupo de rockandroll. Y ha sido un lujo y un disfrute, porque estar acompañado por otros 60 u 80 músicos sobre el escenario es algo bastante sobrecogedor, emocionalmente muy intenso.
«A un grupo como el nuestro, que aparte de diversión ofrece un claro componente ideológico, nos ha pasado de todo»
En todo caso, han sido 30 años de trabajo imparable, vividos con muchísima intensidad, que los ha hecho posible la gente, que nos ha apoyado de manera incondicional, el público más habitual. Que, bueno, en tanto tiempo ha habido todo tipo de momentos: hemos estado abajo de la ola, en medio de la ola, y en la cresta, en todos lados. Eso te hace muy consciente de cuál es la realidad de la industria musical, de cómo están ahora las cosas en los medios… A un grupo como el nuestro, que aparte de diversión ofrece un claro componente ideológico, nos ha pasado de todo. Eso ha tenido su factura, pero no ha faltado el reconocimiento de la gente. Al final lo que queda es la verdad, y la verdad es lo que el tiempo acaba dictando.
En fin, son 30 años de una aventura muy chula que ya son 31, porque ayer mismo terminamos las mezclas de un nuevo disco de estudio, que publicaremos próximamente y con el que estamos supercontentos, porque va a haber (en él) una vuelta de tuerca importante.
¿Cuál crees que es la clave para que un grupo, como vosotros, resista tanto tiempo unido, sin caer en la desgana o el desánimo?
Pues, tío, ¡porque somos músicos! (Risas) Estamos intoxicados por esta droga, yo no entiendo la vida de otra manera que haciendo música y escribiendo canciones, se ha hecho (para nosotros) nuestro medio de expresión, el lugar en el que estás colocado en el mundo, para lo bueno y para lo malo. Ese combustible es lo que te da pilas. Por otra parte, no somos un grupo al uso, porque todo empezó por la amistad de sus componentes y así sigue siendo. No hay lucha de egos, nos lo pasamos muy bien, la convivencia es muy sana y eso es una pieza fundamental. La honestidad en la relación y en lo que hacemos es lo que sostiene todo.
¿Ha sido muy difícil resistir haciendo pop rock con toques celtas, un estilo que, tras el auge de vuestros tiempos, desapareció para las grandes audiencias?
Por cuestiones estéticas, no sé decirte si tiene una relación. Al final se trata de canciones, que conecten con la gente que las escucha. Desde luego, en 30 años hemos sido testigos de muchos cambios, transformaciones, querencias, de la emergencia de la electrónica, el entorno indie… pero hemos convivido (con ellos) sin ningún tipo de problema. Somos ávidos, voraces consumidores de música y, como todos los músicos, nos nutrimos de lo que hacen otros. Todo lo que te gusta te sirve como manantial de inspiración, estéticamente es un pozo sin fondo. Cuando se publique este nuevo disco, verás por qué palo van ahora las cosas… (Risas) Creo que esto que viene puede dar otra nueva vuelta de tuerca.
«[Sobre La M.O.D.A.] Ese toque folk lo han llevado a otro plano estético, pero es algo que venimos haciendo desde hace mucho tiempo»
Para vosotros siempre han sido un referente The Waterboys, si no me equivoco. Les ha ocurrido que, tras años en segundo plano, sus últimos discos han supuesto una nueva aceptación de la crítica y se les ha puesto en valor. Reescuchando algunos de vuestros discos recientes, simplemente por encima, suenan buenas canciones folk rock… ¿Te imaginas que algo así os pudiera pasar a vosotros o este país es demasiado cínico?
No lo sé, no quiero funcionar con la esperanza, porque es bastante traidora. Pero estamos muy satisfechos con este disco que vamos a presentar próximamente, y que se titula ‘Energía positiva’, eso sí te lo puedo decir. Sobre cómo el tiempo coloca o recoloca las cosas en su sitio, pienso que algo así sería positivo para la autoestima del grupo, claro. Pero no sé cómo nos valorará la gente, imagino que muchos nos meterán en el saco de lo viejuno, aunque a lo largo de nuestra trayectoria hemos ido incluso por delante en muchas cosas. Ha habido muchos grupos que ese toque folk, por ejemplo La M.O.D.A., lo han llevado a otro plano estético, pero es algo que venimos haciendo desde hace mucho tiempo. El tiempo y, sobre todo, la bondad de tus obras pone las cosas en su sitio. Mientras siga latiendo el corazón y el motor siga rugiendo cuando aceleras, me doy por satisfecho.
¿No resulta en cierto modo frustrante que, pese a los esfuerzos por seguir publicando otros álbumes y canciones, se os siga identificando solo por los álbumes de vuestros primeros 10 o 12 años?
Sí, a mí eso no es algo que me emocione. Sobre todo porque, en muchos ámbitos, nuestra implicación política nos ha pasado factura y, sin embargo, hay gente que desconoce eso y solamente se queda con ‘Cuéntame un cuento’, lo cual es un poco doloroso. Pero bueno, mucha gente no investiga, toma la parte por el todo, pero eso no lo podemos resolver, nada más que continuando con nuestro trabajo.
¿Os preocupa ser un grupo al que solo se acuda como un icono de una época, como un ítem nostálgico? ¿En qué medida crees que habéis conseguido alcanzar a audiencias más jóvenes?
Eso puede tener una parte de fundamento, pero en nuestros conciertos hay una presencia transgeneracional, porque hay gente de nuestra quinta que viene con sus hijos, o gente joven que te redescubre o que por lo que sea se asoma a la ventana de tu música. A veces por azar o por un amigo que te abre la puerta descubres otros universos paralelos. Eso, de alguna manera, sigue sucediendo.
«[Sobre ’20 de abril’] Casi temo la llegada del día. Es como… «no puede ser, ¡otra vez no!»»
’20 de abril’ siempre ha sido vuestro gran clásico, pero se ha renovado desde la llegada de Twitter, ¿recuerdas cuál fue el primer año que era trending topic? ¿Tú mismo has echado un ojo a las comentarios que se escriben sobre la canción ese día?
Sí, sí… Pero bueno, esto es ya de antes de Twitter, es una recurrencia máxima, casi temo la llegada del día. Es como… «no puede ser, ¡otra vez no!» (Risas) Pero bueno, también tiene un valor, que, aunque sea como de coña, ese día le atraviese a todo el mundo el cerebro Celtas Cortos. Eso siempre está bien.
Hace unos años publicamos un brevísimo análisis sobre el éxito de la canción: el género epistolar, tiene costumbrismo, la cita de una fecha, la cita de un bar que nos puede resultar familiar, los celos, la nostalgia, el gancho instrumental. ¿Vosotros mismos habéis diseccionado esta canción para tratar de averiguar el porqué de su alcance o aprendido de ella algún truco que usar en temas posteriores?
Vamos a ver… (Se ríe) La disección yo no la he practicado, pero vamos, lo que ocurre es que la emoción que transmite, el paso del tiempo, que la gente ha cambiado, es algo por lo que todos en algún momento, tarde o temprano, pasamos, por lo que es muy fácil reconocerse. Pero cuando se hizo esa canción, como todas, se hizo con mucha carga emocional, pero sin… Cuando yo escribo no pienso en la gente o «voy a cocinar los ingredientes que le gustan a la peña». Hay canciones más crudas, otras más alegres, pero todas tienen que tener honestidad y verdad. Como no salgan de la entraña más profunda, no son verdad. Jugar a la mentira… no soy capaz de hacerlo.
Seguís tocando ‘El emigrante’, por lo que vemos en Setlist. 20 años después, da un poco de miedo que su mensaje siga tan vigente, ¿no?
Absolutamente, pero… Hay tantas cosas en nuestro repertorio, de hace muchos años, que vienen reivindicando y siguen siendo totalmente vigentes: el desequilibrio social, la injusticia en la que se basa el funcionamiento de las grandes corporaciones… Es aterrador, da mucho pánico. Pero ese también es el sentido que le queremos dar. Como te decía antes, hemos nacido con un puño levantado y consideramos que las canciones pueden obrar transformaciones, abrir el sentimiento y las cabezas de la gente, que inciten al pensamiento.
«Hacer solo canciones de amor… El mundo real no es tan cuqui»
Últimamente se ha cuestionado mucho si los grupos han de hacer canción social o no: hay quien opina que es parte de su «obligación» llevar a un mensaje a la gente, pero también quien opina que el mensaje de los grupos con estas inquietudes suele ser un poco genérico y naíf. ¿Vosotros cómo lo habéis vivido a lo largo de estos años?
Es que no entiendo la música de otra manera si no tiene abierta esa ventana. Pero también se debe a algo: desde que me he forjado, que era un adolescente, he estado en esos movimientos sociales y he crecido en un entorno en el que ese tipo de valores se han cultivado. Me parece una parte absolutamente trascendente del ser humano: estamos aquí para intentar transformar la sociedad a mejor, y eso no se puede hacer de brazos cruzados. Cualquier persona implicada con los procesos sociales de su entorno, debe esforzarse por hacer el mundo algo mejor en el ámbito en el que trabaje. El mío es la música, tengo un arma perfecta para hacerlo. Y no concibo otra cosa. No sé, hacer solo canciones de amor… El mundo real no es tan cuqui. (Risas)
¿Creéis que vuestro mensaje se ha ido haciendo más complejo o lo importante es hacer una canción más clara y directa, para que su mensaje se entienda?
Depende. Cuando haces una canción, depende del envoltorio musical en el que estés clavando las palabras. Unas son más etéreas, más complejas, y otras son puñetazos directos a la cara. No hay una fórmula concreta, depende de lo que salga de la entraña, del grado de cabreo que tengas en ese momento para afilar las palabras… te pone en una tesitura o en otra.
«[Sobre su escasa presencia en festivales] ¿Qué hemos hecho? ¿Qué prejuicios o qué concepto tienen de nosotros?»
Estáis en el cartel de SanSan compartiendo cartel con gente como Lori Meyers, ¿para vosotros puede ser una oportunidad para actuar en festivales donde no lo habíais hecho hasta ahora?
Pues la verdad es que para mí es una alegría. De alguna manera, viendo cómo han proliferado los festivales en España y que no hayamos sido convocados es un rollo como… «¡No nos ajuntan!» ¿Qué hemos hecho? ¿Qué prejuicios o qué concepto tienen de nosotros? Pero bueno, eso es porque los pensamientos son muy cabrones. (Risas) En realidad me da igual porque, por fortuna, trabajo y público no nos faltan. Pero es una alegría que se abra esa ventana porque ya verás, estoy seguro de que cuando salgamos a tocar la gente lo va a disfrutar. Bueno, no sé, como a mí las cuestiones talibanas e hiperortodoxas no me van nada…
¿Has podido echar un ojo al cartel? ¿Qué artistas te gustan?
Te diré que no lo he visto… ¡Perdón! Sé que debería haberlo hecho, pero he estado tan metido en la grabación… Lo único que sí sé es que tocan La M.O.D.A. y en el mismo día que nosotros, eso me mola.
¿Cómo recordáis aquel Espárrago Rock en el que iban a actuar Lou Reed y Cranberries y ambos tuvieron que cancelar porque cayó una tromba de agua histórica? Creo recordar que Celtas Cortos tocaron justo antes.
Sí, sí, sí… Me acuerdo como si fuese ayer. Recuerdo que antes de nosotros tocaron Macaco y después Public Enemy. Y ahí, fue la debacle, a partir de ese momento todo se desmoronó. Al día siguiente pasé por allí y era un desastre absoluto, pero tuvimos suerte de poder tocar, sí.