Bridges, por tanto, tenía dos opciones respecto al sonido de su segundo disco: seguir sonando intencionadamente anticuado, o no. Y ha escogido lo segundo, quizá porque el elemento “vintage” de ‘Coming Home’ no podría repetirse en su continuación sin que esta vez pareciera una pose. Por supuesto, las nuevas canciones de Bridges repiten fórmulas de un pasado remoto, pero la producción de Ricky Reed sintoniza con oídos (y equipos) actuales, situando a Bridges más en la línea de John Legend, Sam Smith o incluso Bruno Mars que en la de Sam Cooke y Otis Redding. Integrándolo en 2018, en definitiva.
La canción nueva de Bridges que mejor representa su evolución es la disco-jazz ‘Bad Bad News’ (con ella, el cantante ha pasado de los 50 a finales de los 70 en tres años), pero sin duda es la balada ‘Bet Ain’t Worth the Hand’ la que apunta a convertirse en una gran “fan favorite” gracias a su experta composición y conmovedora melodía, además de a su bellísimo arreglo de cuerdas; una canción, que como ‘River’ en el pasado, confirma a Bridges como un baladista de los pies a la cabeza, e inicia su nuevo disco, ‘Good Thing’, que sale el 4 de mayo, de la mejor manera posible.
De nuevo, ‘Bet Ain’t Worth the Hand’ es una canción clásica, muy años 50, y en ella Bridges lamenta el dolor de un amor imposible marcado por la distancia, dejando claro que no va arriesgarse a comprometerse con un amor inestable, pues no podrá soportar el dolor, a sabiendas de que pueda estar renunciando al amor de su vida. “I might regret that I can’t be your man, but sometimes the bet isn’t worth the hand”, canta. Es una canción desesperanzada que, sin embargo, logra sonar cálida y arropadora, preparada para consolar a corazones rotos como el suyo. Y vaya si lo consigue.