Ante todo, y más que una película de terror –que lo es-, es un brutal ejercicio de tensión. Pocas películas tienen la capacidad de atraparte desde el primer fotograma como lo hace esta. Además, los giros de guion y las decisiones de dirección son siempre mucho más inteligentes que lo que estamos acostumbrados a ver en el género. No está exenta de defectos, como un exceso melodramático en ciertos momentos, o el uso de algunos tópicos, pero ofrece lo suficiente como para perdonárselos y celebrar de lleno una propuesta tan arriesgada y conseguida como esta.
Krasinski realiza un filme íntimo, dedicado a sus hijos, y protagonizado por él mismo y su esposa en la realidad, Emily Blunt. Encarnan a los niños los prometedores Millicent Simmonds (a quien pudimos ver recientemente en ‘El museo de las maravillas’), Noah Jupe (‘Wonder’) y Cade Woodard. Todos cumplen con creces, pero sin duda, la dueña de la función es Blunt en un papel merecedor de reconocimientos y uno de los más inspirados de toda su carrera. Muchas de las mejores secuencias suceden cuando ella está en pantalla, no solo porque resulta una presencia poderosa, sino porque con muy poco construye un personaje fascinante.
El satisfactorio recorrido comercial que está teniendo ‘Un lugar tranquilo’ recuerda, salvando las distancias, al que tuvo ‘Get Out’ el año pasado. Habrá que ver si llega tan lejos como para irrumpir en la temporada de premios, pero desde luego, sería una gran noticia para el cine de terror, y otra muestra más de que la Academia está cambiando. Krasinski ha alcanzado un nivel altísimo con su tercer largometraje, que es ya un nuevo referente para el género. Una aventura trepidante, terrorífica y entretenidísima a la cual es difícil resistirse. 7,5.