Elisa Pérez, ex-integrante de Rusos Blancos y Cosmen Adelaida, ha publicado este mes de marzo su segundo disco en solitario bajo el nombre de Caliza, proyecto con el que da rienda suelta a sus inquietudes musicales relacionadas con el pop de sintetizadores primigenio -concretamente con el minimal wave de grupos como Ceramic Hello, Solid Space u Oppenheimer Analysis, cuya influencia, aunque vaga, ha reconocido- y con el que sorprendió hace dos años con un debut, ‘Mediodía / Medianoche’, que incluía temas tan certeros como ‘Madrid’ o ‘Ultrasur’.
Como en ‘Mediodía / Medianoche’, las canciones de Caliza siguen basándose en patrones de repetición y sintetizadores muy kraut, y el single principal de ‘Mar de cristal’, ‘Mil piedras’, hace uso de esta técnica en versos que se componen de una sola frase y se repiten hasta cuatro veces (“como cargando con el peso de mil piedras / como perdiendo en mil batallas y dos guerras”), creando un efecto hipnótico enriquecido por la presencia de unas palmas y unos coros huecos y distantes con ecos a Oneohtrix Point Never, dando lugar, a su vez, a una de las canciones más irresistibles y memorables de la aún corta carrera de Caliza.
La diferencia principal de ‘Mar de cristal’ con el largo anterior es que es mucho menos new wave y la producción, siempre austera, ahora es más dulce, y al margen de algún “banger” industrial situado al final de la secuencia (‘Amistades peligrosas’ suena tan amenazante como su título, y es mejor por ello), ‘Mar de cristal’ es un disco de sonido amable en el que se suceden baladas post-punk (‘Oro’), ambient (‘Esplendor’ presenta pasajes que recuerdan a Steve Hauschildt y otros al “new age” de Midori Takada) y sobre todo melodías muy pegadizas y ufanas como las de ‘Call of Duty’, ‘La spezia’ (con un cuco estribillo en italiano) o ‘El paso’ que, gracias al gusto de Pérez por la repetición, hacen de la monotonía una virtud.
No exento de instantes menores (la balada “pocoyó” ‘Río arriba’; casi puede cantarse el “ano, ano, ano es la canción del verano” de Las Bistecs en ‘Crispy’), ‘Mar de cristal’ une con elegancia su dulce sonido con letras más profundas que abrazan el existencialismo (‘La spezia’), el miedo al amor (‘Crispy’) o, de manera más interesante, el concepto de realidad en la era de las redes sociales (“las palabras y las figuras me han conseguido amedrentar, ¿dónde está la certeza si todo es verdad?”, canta Pérez en ‘El paso’), además de algún relato “voyeur” de gran tensión (‘Amistades peligrosas’), conformando un trabajo inteligente, misterioso y personal que plantea interesantes vías de expresión para su autora de cara al futuro.