Sin embargo, la cantante se recuperó y ha publicado un nuevo álbum, el primero en 6 años por razones evidentes, en el que mira al pasado, reflexiona sobre la fugacidad de la vida y se enfrenta con calma a la muerte. «La muerte no me da miedo. Me da miedo el sufrimiento; y el sufrimiento de los seres próximos, los amigos, los seres que amas», decía en una entrevista reciente. Y eso mismo podemos encontrar en la letra del single principal, el sublime ‘Le large’, que aparece casi al cierre del álbum. «Ninguna estrella fugaz me dejará a oscuras / No hay nervios, no…», canta con resignación. «Ninguna lágrima podrá ahogarme /
ninguna nube de niebla en mis ojos desvaídos / ni arena ni dunas detendrán el reloj de arena», continúa poco después. «Mañana todo estará bien, todo estará lejos / Allí, al final, cuando me haga a la mar / Todo estará lejos, dame tu mano / Allí, al final, cuando me haga a la mar», repite su estribillo.
Françoise Hardy ha vuelto a cantar, después de quedarse sin voz, en parte inspirada por el descubrimiento en Youtube de una banda noruega llamada Poets of the Fall. De ellos ha adaptado al francés su tema ‘Sleep’, transformándolo en ‘Dors mon ange’. En estos minutos iniciales, ‘Personne d’autre’ se antoja como un disco tranquilo y elegante, correcto, pero quizá demasiado canónico. Los vientos y la guitarra eléctrica de ‘A cache-cache’ están por supuesto donde tienen que estar y la innecesaria concesión al inglés a estas alturas de ‘You’re My Home’ tampoco es que moleste demasiado. Pero las cumbres de su carrera, de ‘Voilà’ a ‘Le temps de l’amour’ pasando por ‘Tous les garçons et les filles’ parecen demasiado lejanas.
Las cosas empiezan a mejorar substancialmente a partir de ‘Seras-tu là’, un tema de Michel Berger, construido sobre un grave piano que se enfrenta a la soledad y al paso del tiempo con toda la solemnidad que cabría esperar. «Dime que sí» (que estarás ahí en el peor momento), termina cantando Hardy con su conocido timbre aparentemente inofensivo pero totalmente carismático e hiriente cuando se lo propone. Tras la también destacable y a piano ‘Quel dommage’ que Françoise ha escrito junto a Massiat, llega otra de las sorpresas del álbum. ‘Train spécial’, dedicada a Jacques Dutronc (como ‘You’re My Home’, a su vez también ideada para el hijo que tuvo con él), es una propuesta de «última danza» marcada por unas contagiosas cuerdas que saben ejercer de gancho sin brasear.
Y cuando ‘Brumes’ vuelve a hablar de la vejez y de la pérdida de la cabeza como había hecho por ejemplo la canción titular, Françoise Hardy opta por quitar hierro al asunto con el divertido country ‘Trois petits tours’, sobre un «chico enigmático» que desde lo musical sabe mirar con optimismo y aceptación la llegada del final. ¿Qué pesa más? ¿Ese final «La vie l’amour c’est comme ça / Trois petits tours et s’en va» o la alegría contenida en esos silbidos y en esos acordes?
«Por qué pensar en el mañana / Todo es tan incierto» es uno de los mensajes que deja ‘Un mail qui fait du bien’, la canción final inmediatamente después de ‘Le large’, la mencionada obra maestra de este disco. Pese al titubeante arranque, en el que se llega a temer que Hardy no publicara un álbum que pudiéramos diferenciar de otros que ha publicado este siglo, ‘Personne d’autre’ sí se va convirtiendo poco a poco, a medida que sucede su secuencia, en un bonito disco post-enfermedad que nos da, sin aleccionarnos, una bonita enseñanza sobre la vida (y sobre aquellos tiempos en que, por encima de las modas, se primaban las «canciones»).
Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Le large’, ‘Train spécial’, ‘Seras-tu là?’, ‘Trois petits tours’
Te gustará si te gustan: Nick Drake, Vashti Bunyan, Vainica Doble, La Buena Vida
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