Ahora, a través de su publicista Stan Rosenfield, Freeman ha publicado un comunicado en el que se desmarca de estas acusaciones. Freeman se muestra preocupado por que estas acusaciones tiren por tierra los ochenta años de su vida y aunque arguye que “todas las víctimas de abuso sexual y acoso merecen ser escuchadas, y nosotros debemos escucharlas”, defiende que “no es correcto igualar incidentes horribles de acoso sexual con cumplidos fuera de lugar o humor”.
Escribe: “Reconozco que soy alguien que necesita hacer que las mujeres y hombres se sientan apreciados y cómodos a mi alrededor. Por ello, a veces he bromeado con mujeres y las he lisonjeado, pensando que era en buen humor. Claramente no siempre he dado esa impresión y por eso el jueves me disculpé, y lo seguiré haciendo, con todas aquellas personas que puedan haberse sentido perturbadas. Pero también quiero dejar claro que nunca he creado entornos de trabajo inseguros, y que nunca he asaltado a mujeres. Nunca he ofrecido trabajo o ascensos a cambio de sexo. Cualquier insinuación que lo hice es completamente falsa”.