La inspiración más que de hace un par de años es noventera. El abuso de música tipo thriller malo es muy ‘Instinto básico’, la manera de los personajes de interrumpir escenas ajenas es totalmente culebronesca, el gran recurso de los guionistas parece poner a los personajes a oír conversaciones por detrás de las puertas en todo momento, y las escenas de acción (persecuciones, falsos atropellamientos) dan la impresión de haberse improvisado. La aparición de algunos personajes, como el supuesto secuestrador exageradamente caracterizado; o la abogada de gafas de pasta, es totalmente chanante; y, en sintonía, en ‘La verdad’ los periodistas recién salidos de la cárcel se van a un elegante piano-bar a escribir un artículo en su portátil con tipografía 24 para que todo el mundo lo vea, mientras se toman un cóctel más caro de lo que le van a pagar por dicho artículo.
Es una pena porque la idea de partida atrapa y la serie tiene buen ritmo. Una joven escapa de su cautiverio tras 9 años retenida, recordando en principio al caso Natasha Kampush, aunque luego la trama vaya por otros derroteros, mostrando que todos los personajes tienen secretos, empezando por la propia protagonista, que entre otras cosas esconde más ganas de acostarse con el policía guapo, interpretado por Jon Kortajarena, que los 2 millones de followers de Instagram de este, juntos. Mención especial para esa escena en que ella seduce a su propio «hermano» y vemos a este sostener su mano en el bolsillo durante interminables segundos. ¿En serio?
Rodada en escenarios naturales, interiores y exteriores de Cantabria, ‘La verdad’ habría sido una buena serie si sus creadores hubieran prestado más atención a la nueva televisión o si se hubieran inspirado un poquito más en la excelente ‘El impostor‘, una película realmente turbadora sobre una trama muy parecida, en la que la fascinante moraleja es cuánto seremos capaces de engañarnos a nosotros mismos para tratar de olvidar los errores del pasado o de ser felices. Ahí había un filón para el lucimiento de Lydia Bosch.
La actriz protagonista Elena Rivera ha anunciado varios giros en la trama que quizá sean capaces de mantenernos enganchados este verano a este «guilty pleasure» en la era en que ya no hay tiempo para «guilty pleasures». Pero da miedo pensar que no se rodaron 8 capítulos, ni 13, sino 16 y larguitos. De 2,9 millones de espectadores en su estreno pasaba a 2,5 en el segundo episodio y de ahí a 2,1 en el tercero. Con el cuarto, la serie pasa a los martes tras tres semanas de emisión en lunes. ¿Nos tendremos que terminar ‘La verdad’ en una plataforma paralela? 4.