¿Cómo te introduces en el mundo del tatuaje y qué te hizo ver que podías dedicarte a eso?
Pues fue todo muy natural, dibujo desde que tengo uso de razón y ya incluso al llegar a la adolescencia, mucho antes de decidir que quería tatuar, algunos amigos me empezaron a pedir dibujos para hacerse tatuajes. A mí el tattoo como idea me resultaba fascinante pero nunca me acababa de convencer lo que veía por ahí en vivo y en directo. Sentía una atracción pero no acababa de tomar forma del todo, debía de haber, a la fuerza, mucho más de lo que a mí me llegaba. Con el tiempo fui viendo más cosas y metiéndome más y mejor en la cultura visual del tatuaje (dentro de mis escasas y torpes posibilidades del momento) hasta que lo acabé de ver claro: había todo un mundo de tatuajes guapísimos (que iba mucho mas allá de esos primeros tatuajes tímidos que se hacían los colegas en la segunda mitad de los 90) ¡y yo quería formar parte de él!
«Mi primer tatuaje fue ya con 20 años. La «madurez» me dio la oportunidad de poder tomar una mejor decisión y no hacerme nada de lo que arrepentirme»
Me hice mi primer tatuaje a una edad tardía (para lo que venía a ser habitual), ya con 20 años. Fue una suerte no haberlo hecho antes, la «madurez» me dio la oportunidad de poder tomar una mejor decisión y no hacerme nada de lo que arrepentirme. Me tatuó Monga en el Aloha (cuando aún estaba en la calle Travessera de Gràcia) y salí de ahí aún más convencido de que tatuar era lo mejor que podría pasarme en la vida. No había duda, quería tatuar y quería aprender con Monga. Me llevó casi dos años poder entrar como aprendiz, durante ese tiempo hice lo posible por mostrar todo el interés y las ganas que tenía. Cada vez que iba a tatuarme llevaba mis dibujos de «tattoo», dibujos jodidos y precarios pero llenos de ilusión, así, tan cursi como suena.
Al parecer no había lugar para mí, yo iba preguntando si sería posible aprender en el estudio, pero la respuesta era siempre la misma: Monga tenía ya un aprendiz. Así que al final me decidí a empezar por mi cuenta. Le pedí consejo a Monga y, muy amablemante, me hizo una lista de todo el material que necesitaba para empezar (la información aún era difícil de encontrar por aquel entonces), la lista parecía un mensaje encriptado y salí de ahí tan agradecido como confundido. Fue Teodoro de la banda de punk OTAN quién cayó del cielo fortuitamente y me brindó la posibilidad de adquirir todo ese material de un tipo cuyo hermano tatuador había fallecido repentinamente. No cabía en mí de la alegría: ¡¡en menos de un mes había conseguido todo lo que había en esa encriptada lista por un precio irrisorio!! OK, sí, fue suerte, pero bien podía tomarse como un mensaje de ultratumba, ¿no? A Monga debió de parecerle así, ya que el mismo día que me presenté en el Aloha con todo el material entré finalmente como aprendiz. «¿De dónde has sacado todo esto?», me preguntó. «De un muerto», dije yo. ¡Y ahí empezó todo!
«Parece que la gente cree que esto es llegar y besar el santo, que te compras un kit de tatuaje en Amazon y hala… ¡a forrarse!»
¿Cuántos años hace que te dedicas al tattoo? ¿Es un medio de vida tan guay como pueda parecer?
Pasó un tiempo entre que decidí que tatuar sería una idea estupenda hasta que la cosa empezó a materializarse. Entré como aprendiz en Aloha Tattoos en el año 2004. En estos años he tenido la oportunidad de percibirlo de muchas maneras y, sobre todo, de ver cómo ha llegado a cambiar la percepción que se tiene del tatuaje desde fuera. ¿Es guay? Sí, claro, ¡rotundamente! ¡siempre y cuando te guste de verdad! Parece que la gente cree que esto es llegar y besar el santo, que te compras un kit de tatuaje en Amazon y hala… ¡a forrarse! ¿Has fracasado como ilustrador? ¿Tu prometedora carrera de diseñador gráfico se ha ido a la mierda? ¿Estudiaste automoción y te quedaste en paro? ¡No pasa nada! Los Dioses del Olimpo de lo cool (y los ipads) ponen el tattoo al alcance de cualquiera, ¡una profesión de futuro! Total, a todo el mundo le gustaba dibujar de pequeño ¿no?
«La relación maestro-aprendiz, la mística, la sensación de adentrarte en una especie de sociedad secreta al margen de lo establecido, lo artesanal, la necesidad de conocer al detalle todos los aspectos técnicos de tu profesión, la magia, todo, absolutamente todo, está a nada de ser solo historia»
A mí me gusta el tatuaje, me gusta tatuarme y me gusta tatuar y me llena de orgullo ganarme la vida con ello pero debo admitir que todo está yendo hacia un lugar extraño que no acaba de gustarme, lleno de gente que ya no maneja los códigos que yo manejaba y que se anima a tatuar motivado por razones incomprensibles para mí. De algún modo siento que hemos sido testigos de la caída de uno de los últimos oficios del underground. La relación maestro-aprendiz, la mística, la sensación de adentrarte en una especie de sociedad secreta al margen de lo establecido, lo artesanal, la necesidad de conocer al detalle todos los aspectos técnicos de tu profesión, la magia, todo, absolutamente todo, está a nada de ser solo historia, meras anécdotas que se fundirán a negro para dar paso a «LAS ACADEMIAS DEL TATTOO».
La vida es así, no hay que resistirse a los cambios, hay que fluir y esas cosas que se dicen, pero bueno, da pena. Estoy contento de haber podido vivir este impás, de haber podido aprender de los que tuvieron que esforzarse aún más que yo, la verdad es que eso no tiene precio. Lo que me queda por delante (hasta que me muera o me canse) a veces me motiva más y a veces menos. Como dije antes, esto está cambiando mucho y muy deprisa y a veces, bajo el prisma apocalíptico y derrotista, lo único que me apetece hacer es desaparecer, olvidarme de instagrams y suputamadre y dedicarme a hacer muebles. Afortunadamente, a estas alturas, he encontrado mi sitio y tengo la suerte de poder trabajar rodeado de mis mejores amigos en un espacio la mar de agradable que nos hemos construido a medida.
Pocas cosas son tan guays como puedan parecer, la mayoría de veces nos subimos al carro de lo guay y lo guay deja de parecernos guay o el carro vuelca y lo saquean un montón de gilipollas sin criterio que solo quieren ganar dinero o hacerse «famosos», en esos casos depende de nosotros que lo que nos parecía guay nos siga pareciendo guay. Hay que currárselo, hay que trabajar por construirse un hogar y estar listo para abandonarlo, destruirlo y construir otro nuevo o aprender a vivir debajo de un puente o lo que sea. Si te gusta de verdad lo que haces, encontrarás el modo, cada día.
El tatuaje es algo que durante mucho tiempo ha estado asociado a lo marginal, al lumpen. Ahora es algo no ya socialmente aceptado sino digno de admiración, casi de estatus social o cultural. ¿Tienes alguna teoría sobre a qué se debe esa evolución?
A los programas de la tele y al fútbol, ¡como todo lo malo!
«Me he negado a tatuar cosas que no eran técnicamente posibles o que eran malas ideas»
¿Alguna vez te has negado a tatuar algo o a alguien?
Me he negado a tatuar cosas que no eran técnicamente posibles o que eran malas ideas. Esto último es totalmente subjetivo, está claro, pero creo que es importante poder anticiparse un poco y no participar de según que cosas: si tienes 16 años y quieres tatuarte el nombre de tu novia en el cuello me parece estupendo pero no cuentes conmigo. De hecho, si tienes 16 años, no cuentes conmigo para nada. Tengo mi propia ética profesional y me acojo a ella, si no lo veo claro, no lo hago.
¿Alguna vez has visto un cuerpo tatuado y has dicho «mira, esto es demasiado»?
Sí, y creo que es saludable, es decir, mola tener la mente abierta y estar al día, empatizar con todo y esas cosas pero hay un momento en el que aunque tú te resistas, va a haber cosas que no vas a pillar, que se te van a escapar lo quieras o no. En esos momentos, bajo mi punto de vista, hay dos posibilidades:
1. reconocerlo, plantarte y decir: «ok, llego hasta aquí, eso ya no lo pillo, me parece demasiado»
2. Intentar seguir con el flow contra viento y marea (a pesar de no pillarlo a todas luces) y exponerte a que un joven normcoretrapero o lo que sea te trate de carroza.
Cuando llega un tatuador ravero y se inyecta no se qué mierda en el globo ocular para teñir el blanco del ojo de otro color y luego va y se amputa falanges del dedo yo escojo plantarme y decir: «ok, no lo pillo, ¿qué pasa ahora si un día el chaval descubre que quiere ser en nuevo Yngwie malmsteen?». Y es que es cierto, ¡no lo pillo! Sé que para él es tan «normal» y molón como lo es para mí petarme de tatus, que solo es un paso más (y va acompañado además de todo un discurso, buscad «little swastika») pero por extraño que parezca yo ya lo veo demasiado. Ni conecto con ello ni tengo ganas de hacer el esfuerzo. Igual de extremo veo yo eso tan normal para él como mis padres vieron lo que yo hice con mi piel. Es ley de vida. Evidentemente, no voy a marginar al chaval ni le voy a partir la cabeza, simplemente observo mis propias limitaciones y las acepto sin más.
Los artistas del tatuaje a menudo hacéis pequeñas residencias en estudios de todo el mundo. ¿En qué países has estado tatuando y qué has aprendido de la profesión en esos viajes?
Pues tengo dos niños pequeños y nunca me he permitido hacer viajes muy largos así que principalmente he viajado por Europa: Londres, Liverpool, Newcastle, Estocolmo, Helsinki, Berlín, Hannover, Zurich, Berna, Bruselas, Roma, Milán, Florencia, Boloña… La verdad es que viajar es siempre estimulante a todos los niveles, pero a nivel creativo y profesional para mí ha sido fundamental. Entrar en contacto con tantas maneras distintas de entender y de vivir la profesión me ha parecido siempre lo puto más y me ha ayudado siempre mucho a abrirme y enriquecer mis puntos de vista. A pesar de que responda entrevistas como si fuera un abuelo… ¡Imagínate de no haber viajado!
¿Cuál es el primer tatuaje que te fascinó? ¿Un tatuaje memorable relacionado con el mundo del rock, quizá?
Pues la verdad es que sí. Da un poco de vergüenza admitirlo, pero yo de chavalín era muy fan de Guns’N’ Roses y el tatuaje de la cruz que lleva Axl en el antebrazo me parecía increíble. El dibujo es de Billy White Jr, que no era tatuador, aunque fue concebido en primer lugar como tatuaje y usado después como alternativa a la portada censurada de Robert Williams. En Google se pueden encontrar fotos del tatuaje de la época y de su estado actual, vale la pena buscarlo.
¿A cuántos músicos conocidos has tatuado? ¿Quizá a alguno de tus compañeros en Runa?
Tanto Kike como Llubet llevan tatuajes míos, aunque no sé si se les puede considerar músicos conocidos. Así, conocidos, pocos, tatué al batería de Placebo hace años y casi tatúo a Brian Fallon de The Gaslight Anthem, que vino al estudio a buscarme pero no me pilló ahí. Creo que he tatuado a DJ’s famosos pero como no me entero mucho de ese rollo no recuerdo ningún nombre. Puesto así suena todo muy decadente, la verdad es que he tatuado a muchísimos músicos pero todos bastante del underground.
Desde la ignorancia, ¿el «autotatuaje» es una opción o siempre es mejor que te lo haga alguien?
Bueno, cuando estás aprendiendo, más que una opción debería ser una obligación. Primero te jodes un poco a ti mismo antes de empezar a joder a tus colegas. Una vez lo tienes más por la mano y ya no es una cuestión de necesidad, entra en juego el aspecto ritualista o lúdico, cada uno que haga lo que quiera, vaya, faltaría más. Yo me he tatuado a mí mismo varias veces a lo largo de los años así que para mí es una buena opción y una bonita experiencia. Aunque en general prefiero que trabajen otros.
¿Cuál es tu tatuaje favorito de un artista musical? ¿Y cuál, si te atreves a decirlo, has visto y has pensado «qué crimen»?
Creo que he visto más crímenes que otra cosa. El mundo debe de estar lleno de músicos con buenas piezas pero ahora no me viene a la cabeza ninguno en especial, mas allá del tatuaje kwakiutl que lleva Anthony Kiedis en la espalda, seguro que debe haber cada vez más pero no tengo en mente ninguno famoso.
Daniel Higgs revolucionó el mundo del tattoo y fue una de las figuras más influyentes de los 90
¿Conoces a otros tatuadores o tatuadoras que se dediquen también a la música, como tú? Que ahora recuerde, yo sólo caigo en la chilena Tomasa del Real, que ha dejado de tatuar en cuanto ha podido vivir de la música. Es significativo…
¡¡Daniel Higgs!! Revolucionó el mundo del tattoo, una de las figuras más influyentes de los 90. Creo que fue mil veces más influyente como tatuador que como músico. Aun así se retiró del tatuaje y se dedicó solo a la música y a la pintura. Este es el caso más destacable por el peso que tiene para nosotros. Hay más, como el del cantante de The Gallows, Frank Carter, que también dejó de tatuar para dedicarse a la música. En su caso la pérdida no fue tan dramática, no destacaba mucho que digamos y tampoco es que me flipe mucho lo que hace como músico. Hay ejemplos más locales (aunque sea chipriota), como el de Tas que tatuaba hace años en LTW y estuvo tocando el bajo en Electric Wizzard. También hay casos de músicos que tatúan, como Rogelio de Aullido Atómico. Conozco muchos tatuadores que también tocan pero la mayoría de nosotros somos más tatuadores que músicos. Yo no sé qué haría si tuviera la oportunidad de vivir de la música, supongo que dependería de la situación, si me dijeran que puedo vivir de Runa igual me lo pensaba y todo. Aunque supongo que seguiría haciendo tatus, estaría bien poder hacerlos por puro hobby, a ver qué se siente.
Hablando de mujeres tatuadoras… Como en otras áreas, la mujer está cada vez teniendo más visibilidad en la creación de tatus, pero imagino que es un ambiente generalmente muy dominado por hombres, ¿no es así? ¿Tienes tatuadoras favoritas?
Eso es algo que está cambiando a pasos agigantados, cada vez hay más tatuadoras y mujeres que organizan convenciones. Yo mismo solo he enseñado a dos personas a tatuar y las dos son mujeres. Aún hay más presencia masculina pero creo que no tardará mucho en quedar equilibrado. Totemica (que vendrá a trabajar unos días con nosotros en septiembre), Laura Yahna, Alex Matus, Rion, la Dolores, Arianna Fusini, Claudia De Sabe, Lucia Arnau, Anana y Luz son algunas de mis favoritas, pero vaya, ¡que hay muchísimas!
«Quién aún piense que tiene más sentido pagar por una zapas más de lo que pagaría por un tatu no debería tatuarse»
A alguien que no tiene tatuajes o que ha tenido malas experiencias, ¿qué le recomendarías antes de hacerse un tattoo?
Que se empape de tatu, que vaya a varios estudios y se mire los books, que aprenda la diferencia entre un tatuaje de calidad y uno malo, que no busque lo barato porque lo barato sale caro (quién aún piense que tiene más sentido pagar por una zapas más de lo que pagarías por un tatu no debería tatuarse) que invierta tiempo en Instagram si hace falta. Para bien o para mal, hay muchísima información al alcance de la mano de cualquiera hoy en día, tatuarse mal es casi un pecado.