La película comienza con la muerte de Ellen, la matriarca de la familia Graham, y con ella, poco a poco irán saliendo a la luz secretos oscuros que afectarán gravemente a sus descendientes. La gran virtud de ‘Hereditary’ reside en plantear su premisa como un drama familiar, ya que eso es lo que es –y quiere ser- durante la gran mayoría de metraje, haciendo que el terror llegue de manera orgánica, y logrando un desarrollo profundo de cada uno de los personajes. Aster disecciona con cuidado las aristas de todos los miembros de la familia, y crea conflictos individuales, de forma que todas las tramas alcanzan la misma eficacia. Pero, principalmente, seguimos a Annie, la hija de Ellen, interpretada por una monumental Toni Collette en un papel que exige un registro emocional amplísimo y al que pocas actrices serían capaces de enfrentarse, ya que es difícil construir un personaje tan complejo como este sin caer en el exceso o la caricatura. Aunque tampoco sería justo obviar el trabajo de sus compañeros de reparto Gabriel Byrne, Alex Wolff, Milly Shapiro y, la siempre magnética, Ann Dowd.
El mimo que ha puesto el director en la elección de casting y en la dirección de actores no ha hecho que descuide otros apartados como la planificación de cámara. El poderoso e inteligente dominio de los encuadres y de los movimientos de cámara, aprovechando al máximo todas las localizaciones, confirman a Aster como un cineasta al que no se le puede perder de vista. Su película está rodada con gran elegancia, y está plagada de planos que, gracias a un sutil paneo, provocan pequeños giros de guion que te dejan boquiabierto. Algo que evidencia una maestría rara vez contemplada en un primer trabajo.
El guion también destaca por su audacia a la hora de dejar pequeñas pistas y rimas que se van repitiendo durante toda la película sin ser nunca predecible. Y se preocupa por no dejar ningún cabo suelto dentro de la compleja tela de araña que se va formando. Además, reflexiona sobre el dolor, el duelo, y las diferentes maneras que tiene cada uno de afrontarlo. Como hemos comentado arriba, el film es, en esencia, un drama familiar, en el que sucesivamente aparecerán elementos propios del cine de terror. Es capaz de crear un clima angustioso y agobiante sin la necesidad de recurrir a golpes de sonido o a recursos efectistas. De hecho, el diseño de sonido es otra de las grandes virtudes, junto con la hipnótica (y en ocasiones sorprendente) música de Colin Stetson.
‘Hereditary’ es como una mezcla explosiva entre el James Wan de ‘Expediente Warren’; algunos de los temas claves de ‘Babadook’ como la maternidad o la pérdida; y la atmósfera densa y pausada de ‘La bruja’. Todo ello siendo algo único y original. El resultado es una película de terror de autor que merece ser experimentada y que pide a gritos un segundo visionado. 8.