Foto de Andrés Iglesias para Mad Cool Festival
La segunda jornada de Mad Cool se desarrollaba con total normalidad, incluso dejando atrás las colas en las barras de bebida más o menos hacia las 22.00 (¿cuando los guiris ya no pueden más, quizá?). Sin embargo, algo terminaba ensombreciendo la noche del viernes. Massive Attack, que tenían que salir a escena a las 1.45 en coincidencia con Franz Ferdinand, no aparecían en el escenario que les correspondía, la carpa cubierta The Loop, de pequeño tamaño, donde el día anterior nos había extrañado ver a Justice. El grupo no salía ni a su hora, ni un cuarto de hora después, ni media hora después, ni una hora después. No hay 3G, ni 4G en el recinto de Mad Cool, por lo que nadie sabía lo que pasaba, pero a eso de las 3.00 en la zona de prensa sorprendía ver que tampoco había ningún tipo de información en redes.
Finalmente se proyectaba un mensaje sobre la cancelación pasadas las 3 de la mañana y se enviaba un comunicado a la prensa: «Massive Attack ha cancelado su concierto en Mad Cool Festival, programado para celebrarse en The Loop, achacando que el sonido del escenario donde en ese momento actuaba Franz Ferdinand molestaba para la realización de su show. Desde la Organización hemos hecho todo lo posible para retrasar horarios a otras bandas y buscar una franja horaria donde Massive Attack estuviesen cómodos, pero la decisión unilateral de la banda ha sido cancelar su show. Desde Mad Cool pedimos disculpas a todos los asistentes por las molestias que esto haya podido causarles».
Era raro, ciertamente, ver a Massive Attack en ese espacio tan reducido y cubierto cuando hace tiempo que en festivales suelen actuar en grandes espacios, pero también hay que decir que el volumen de Franz Ferdinand, que hacían su típico show arrancado y terminado por hits (de ‘Do You Want To’ y «Matinée» a ‘This Fire’) tampoco estaba siendo precisamente atronador. Sí muy festivo y celebrado, similar al visto el año pasado en Dcode, donde ya interpretaban unas 4 canciones del notable ‘Always Ascending’, con el añadido de que Alex Kapranos invitó a la gente a ocupar la desierta, siempre absurda, zona VIP.
Tras la cancelación de Massive Attack, el regusto que dejaba la jornada finalmente era agridulce, pues Arctic Monkeys también habían decepcionado. Ignoro cómo sonó su show en La 2 en directo, que convertía en TT «Artic Monkeys» (sic, así aparecía en la programación de RTVE), porque una cosa es el sonido de la mesa y otro el que oye el público. Y el que escuchamos nosotros fue mucho más descafeinado que en otras ocasiones, lejos de los conciertazos que en potencia sonora se han marcado otros años. Sí puede decirse que su show de proyecciones en blanco y negro era elegante, y que Alex Turner se comportó, pero tampoco su repertorio fue nada brillante. Ni ‘Four Out Of Five’ funcionó como «opener» ni consiguieron terminar de levantar al público ni ‘Brianstorm’ ni la fantástica ‘Crying Lightning’, que sonó como desganada. Por cada temazo como ‘Do I Wanna Know?’ sonaba un tostón y ni los bises con ‘I Bet You Look Good on the Dancefloor’ y ‘R U Mine?’ lograron arrasar como se esperaba. Los «Monkeys», como se leía en las pantallas, saben hacerlo mejor, pero a su disco difícil han querido que suceda un directo también difícil… sin que hubiera necesidad. Por cierto, ¿fue idea mía o Alex Turner se dirigió a la audiencia en alemán?
La tarde, eso sí, había dejado grandes shows. Comenzamos hacia las siete con Real Estate, que hicieron el esperable concierto mono, centrado en los deliciosos punteos de indie pop ochentero que los caracterizan. El grupo tuvo sus momentos coreables, como ‘It’s Real’ y varios de los integrantes se molestaron en preguntar a la audiencia si estaba pasando un buen fin de semana o si había «disfrutado de Tame Impala o Pearl Jam». Entre los momentos más mágicos, los “impatiently” de ‘Darling’, casi tan bailables como una canción de Phoenix; y el cierre con ‘Talking Backwards’.
Fue uno de los conciertos más divertidos del festival, si no el que más: Sofi Tukker conquistaron con sus batucadas electro a todo aquel que no les conociese (y reafirmaron a quienes ya les conocían). Desde ‘Drinkee’ y los temas de su EP ‘Soft Animals’ a la presentación de su largo ‘Treehouse’ con ‘Batshit’ (movimientos sexuales nada sutiles de Tucker incluidos), y el añadido de temas inéditos que, según la propia Sophie, “acabamos de componer en la carretera”. Teníamos dudas sobre la efectividad de un show de electrónica en la carpa The Loop en mitad de la tarde, y no a altas horas de la noche, pero nada más lejos de la realidad: la diversión y sensualidad de los neoyorquinos funcionaban de maravilla contra el asfixiante calor. Abusaron de pregrabados, sí, pero su objetivo lo consiguieron de sobra.
Tras ellos cambiamos de tercio radicalmente al desplazarnos al escenario Mondo Sonoro para ver a Núria Graham. La cantautora catalana comenzó con un público mucho más humilde, a los que agradeció su presencia, pero a éstos se fueron sumando más personas al terminar el show de Sofi Tukker, a las que deleitó, a pesar de algún problema de acústica, con los temas de ‘Bird Eyes’ y ‘Does it ring a bell?’, como ‘Cloud Fifteen’. No pudimos quedarnos mucho tiempo debido al solape con Snow Patrol, pero sí lo suficiente para verla brillar especialmente en ‘Marianne’, la mejor interpretación vocal que ofreció en el ratito que pudimos quedarnos con ella.
En el escenario principal esperaban Snow Patrol, ya frente a una cantidad de público inmensamente superior. Los irlandeses tienen nuevo disco, ‘Wildness’, y aprovecharon para presentar temas de él, a la vez que repasaban temas queridos por sus fans como ‘Crack the Shutters’ o ‘You’re all I have’. El concierto se hizo por momentos algo tedioso, aunque su frontman, Gary Lightbody, conseguía de vez en cuando arrancarnos una sonrisa en sus intentos por chapurrear el español y mostrarse cercano al público… especialmente cuando, al presentar el single principal de su disco nuevo (‘Don’t Give In’) le falló la guitarra: lejos de disimular, Lightbody hizo partícipies a sus fans. “¿Habéis tenido alguna vez esa típica pesadilla en la que… empezáis a cantar vuestro nuevo single y la guitarra no va? ¿Y tenéis que parar? ¿Enfrente de 60.000 personas?”, bromeó. En cualquier caso, mala suerte y aburrimiento aparte, el ánimo de los presentes se levantó en cuanto comenzaron a sonar los primeros acordes de la infalible ‘Chasing Cars’: Lightbody tuvo a esas decenas de miles de los que hablaba coreando su estribillo.
Hacia las ocho actuaba en el escenario Koko el exitoso James Bay, que alternó momentos de gran energía con alguna balada más folk. Su show tuvo más gancho del que se esperaba y era difícil abandonarlo, ganándose nuestro corazón definitivamente al versionar a Tina Turner, ya que es evidente que faltan referentes rockeros femeninos en Mad Cool. Este año la organización ha vuelto a colgar los cuadros de sus discos favoritos y casi solo hay de músicos masculinos, con alguna excepción como The xx y Arcade Fire. Pues bien: allí todo Dios cantó ‘The Best’.
Goat Girl ofrecieron un concierto de rock medio garajero al término de Núria Graham en el escenario de enfrente de esa carpa pequeña, algo perjudicado por algún acople y por cierta monotonía en el repertorio pese a algún número de trotón bajo bailable. Mientras, la banda de Ben Howard mimaba cada punteo en un show delicado y preciso, quizá más disfrutable en sala pequeña. En busca de un poco de baile, la verdadera reina del atardecer fue Jain con sus canciones apelando al baile o a ser una estrella. En solitario creando samples de voz y guitarra, la artista montó un verdadero fiestón de tintes africanistas en las voces, con una sencilla pero efectiva puesta en escena en la que destacaron singles como ‘Alright’ o ‘Come’. Más minoría que ser mujer en un festival: ser francés. Más artistas del país vecino como Jain, por favor.
A continuación fue el turno de Jack White, cuyo concierto «en azul» (iluminación, proyecciones, motivos) dejando atrás definitivamente el rojo, el blanco, el negro de su vieja banda ya reseñamos el día anterior en Cruïlla. Su show volvió a alternar lógicamente los desvaríos histriónicos de su último disco con los hits de White Stripes y en Mad Cool su sonido y voz fueron centrándose poco a poco, tras un inicio titubeante, para dejar brillar canciones tan divertidas como ‘Connected by Love’.
La importancia del tiempo en el concierto de Perfume Genius fue paradójica: empezó con retraso (no tanto como el «retraso» posterior de Massive Attack) y una sola hora de concierto sabía a poco… pero, por otro lado, el tiempo poco sentido parecía tener en su concierto. No es que se hiciese corto (que también), es que te llevaba a otro mundo, lleno de magia, arte, belleza y sensibilidad. Se suele pensar que se puede ser sensual y elegante, pero no sexual y elegante; Mike Hadreas tira eso a la basura siendo ambas, con movimientos sutiles y a la vez super explícitos en los que puede restregarse el micro por la entrepierna y el culo sin dejar de inspirar delicadeza y, en ciertos momentos, grandiosidad y épica. Desde temas más dramáticos y más íntimos como ‘Valley’, ‘Otherside’, la versión de Mary Margaret O’Hara ‘Body’s in Trouble’, hasta los dos bombazos para cerrar (el single ‘Slip Away’ y la bestial ‘Queen’), el estadounidense se ganó no solo a los que habíamos ido expresamente a verle a él, sino también el respeto del sector duro que fue a hacer sitio para Alice in Chains. Que Perfume Genius es un ídem quedó claro en el que acabó siendo uno de los mejores conciertos del festival.
Mientras Perfume Genius hacía exhibición de su delicadeza, Sampha, también conocido por su buen gusto y sutileza, tiraba más por lo rítmico acompañado por 3 percusionistas (4 con él). El artista ganador del Mercury optó por lo bailable, tirando de los sonidos del underground británico para mover al público, pero también reservó un hueco para interpretar ‘No One Knows Me Like the Piano’ en solitario con un teclado, haciendo totalmente alarde de su voz. Textos: Pablo Tocino, Sebas Alonso.