‘Mi vida bajo el agua’ suena de fondo cuando, casi recién piso Benidorm, llego al recinto de Low Festival, lo que significa que me pierdo el inicio del concierto de Christina Rosenvinge, lo cual no supone ningún problema teniendo en cuenta la cantidad de grandes canciones que la artista enlaza en el set a partir de esa canción. ‘La distancia adecuada’, ‘Romance de la plata’, ‘Ana y los pájaros’, ‘Alguien tendrá la culpa’, ‘La flor entre la vía’ -que Rosenvinge dedica a todas las “florecillas” del público-, ‘La muy puta’ y ‘La tejedora’ se van sucediendo en el concierto una tras otra, demostrando que Rosenvinge es una de las compositoras y letristas más dotadas del país, sino la que más. Sus poéticas e ingeniosas letras me dejan hipnotizado, casi tanto como su presencia encima del escenario. Rosenvinge tiene bonitas palabras también para el Low, al que felicita su décimo aniversario, como más tarde hará también León Benavente. Fotos: Javier Rosa.
No puede potenciarse más en directo el carácter folclórico de las melodías de La Bien Querida en un concierto en el que la gente corea melodías como inspiradas en la canción popular española, y que parecen haber existido desde siempre, como las de ‘Muero de amor’ o ‘De momento abril’. Ana Fernández lamenta no poder interpretar su tema junto a Jota de Los Planetas, que actúan el sábado (“no ha podido venir antes, tenía muchas cosas que hacer”, indicaba la cantante, ¿con algo de sorna?). Aunque la revelación del concierto para mí es una ‘7 días juntos’ que aúna ese elemento clásico con un electrónico ritmo dancehall, y encapsula a la perfección la propuesta de una Ana Fernández entregada a modernizar lo clásico. Un objetivo claramente conseguido dada la concurrencia de público en su concierto y la pasión que suscitan muchas de sus canciones.
Qué grata sorpresa supone ver a Iván Ferreiro en directo por primera vez. Actúa el ex Piratas en el escenario principal de Low, y quien diga que se le queda grande, miente. Ferreiro y su emotiva voz ronca llenarían el Coliseo, y canciones tan bonitas como ‘Toda la verdad’ o emocionantes a la par que bailables como ‘Pájaro azul’ dibujaron un directo de pop-rock apabullante, de los que elevan el alma tanto de seguidores acérrimos como de público casual.
Pocos conciertos he visto que arranquen con tanta fuerza como el de León Benavente: la alarma que da inicio a ‘Tipo D’ y el huracanado temazo que le sigue ha de ser uno de los mejores inicios de show que puede verse actualmente en el panorama del pop-rock nacional e internacional. Un tema al que el ultra carismático Abraham Boba, que actúa absolutamente entregado no solo a los instrumentos sino a su papel de comandante de la banda, y los suyos suceden con más dardos a la altura como ‘Ánimo, valiente’, ‘California’ la coreadísima ‘La ribera’ o una delirante ‘Gloria’ cuyo estribillo “ahora soy feliz” y fondo punk parecen inspirados en ‘Born Free’ de M.I.A.. Por otro lado, el concierto de León Benavente no puede sonar mejor. La voz de Boba y sus ácidas letras suenan con tanta nitidez como los instrumentos, lo cual es de agradecer porque entre reflexiones existenciales y de carácter político, algunas de ellas no podrían contener más sentido del humor, suscitando más de una carcajada entre el público.
Sin espejo de techo pero acompañados por unos dinámicos y coloridos visuales que representan espacios cibernéticos, cascadas paradisiacas o el nombre de su grupo a modo de título de una atracción de feria, Phoenix no decepciona haciendo uso de su amplio tiempo como cabeza de cartel. Su concierto empieza a lo grande, pues el grupo se deshace enseguida de hits como ‘J-Boy’, ‘Entertainment’, ‘Lisztomania’ y ‘Trying to be Cool’, dando lugar a una segunda mitad de concierto algo menos interesante, y esta después a un segmento más electrónico y bailable que toca techo con la gran ‘Ti amo’. ‘1901’ pone el broche de oro ya en el bis, pero el grupo no ha acabado y se guarda una sorpresa para el final, cuando su líder Thomas Mars salta hacia la muchedumbre y, desde ahí, agarrado por manos anónimas y mostrando su timidez, anima al público a bailar más todavía ese remix bailable de ‘Ti amo’ con el que la banda francesa termina su show, totalmente arriba.
Se intuye desde el principio del concierto de Mujeres -que por motivos logísticos, concretamente por un problema con el vuelo, intercambian su horario con el de La Plata, a los que lamentablemente me pierdo- un pogo que, como es de esperar, ocurre y da lugar a otros a lo largo del concierto. El público en las primeras filas está completamente desbocado y entregado a los petardos punk de este grupo que toca con tan buen humor como energía, demostrando que si llevan 10 años ocupando una posición destacada en el panorama del underground nacional no es por mera suerte. Puede que el grupo no haga nada nuevo, pero desde luego lo que hace, lo hace bien.
El broche de oro en la primera jornada de Low lo pone Vitalic y su monumental concierto de música electrónica de baile que alterna momentos de locura desenfrenada con otros que se acercan a lo religioso y espiritual (esos coros eclesiásticos). No puede venir mejor para despedir el viernes este espectáculo con un asombroso diseño de luces que demuestra que el electro hecho para el desfase puede ser gustoso y elegante.