Cine

Pros y contras de ‘Misión imposible: Fallout’, el blockbuster del verano

Han pasado veintidós años y Tom Cruise tiene ya cincuenta y seis. Pero da igual, la saga ‘Misión imposible’ no se ha autodestruido a los cinco segundos: ha sobrevivido a los clásicos (la saga Bond), las actualizaciones (la saga Bourne) y hasta al bigote de Henry Cavill. Estos son los pros y los contras del mejor blockbuster veraniego.

Lo mejor de ‘Misión imposible: Fallout’

1. El duelo de helicópteros. Desde ya, una de las mejores secuencias de acción vistas en un cine. Una “imposible” set piece, rebosante de tensión, humor, épica paisajística, codazos autorreferenciales (la escalada), claridad expositiva (qué lejos están los tiempos de los montajes con diez cortes por segundo) y emoción hasta el último instante. La demostración de que el recurso argumental de la mecha encendida (y similares) sigue funcionando como en los tiempos de la serie.

2. Las demás secuencias de acción. El clímax final de ‘Misión imposible: Fallout’ es tan potente que es capaz de borrar todos tus recuerdos anteriores como si fuera la máquina de ‘Olvídate de mí’. Pero, haz memoria: el estratosférico salto en paracaídas, la agitada fiesta en el Grand Palais (y en su baño), la trepidante persecución por las calles de París, la divertida persecución por los tejados de Londres (que le costó a Cruise un tobillo)…

3. El imperecedero carisma de Ethan. Aunque los héroes que encarna Tom Cruise (y sus interpretaciones) suelen ser bastante intercambiables, su Ethan Hunt tiene más personalidad que todos los protagonistas de ‘Jack Reacher’, ‘Oblivion’ o ‘La momia’ juntos. En esta ocasión, McQuarrie, que también es el guionista, añade al personaje unas capas de fragilidad emocional y física que le sientan muy bien: le aportan profundidad psicológica y lo emparentan con el protagonista del libro que recibe al comienzo del filme.

4. Los homenajes a la serie. Como ya hizo J. J. Abrams (aquí en labores de producción) al comienzo de ‘Misión: Imposible III’, Christopher McQuarrie -el único director que ha repetido película- vuelve a incorporar en los créditos iniciales y finales la cabecera que popularizó la serie creada por Bruce Geller y musicada por Lalo Schifrin en los sesenta. Después de más de veinte años de misiones imposibles en las salas de cine, no está de más recordar su modesto origen televisivo.

5. El regreso de Ilsa Faust. La espía británica interpretada por Rebecca Ferguson fue una de las mejores aportaciones de ‘Misión: Imposible. Nación Secreta’. Aquí no llega a eclipsar a Tom Cruise como en aquella, no tiene tanto protagonismo (aunque su manejo de la moto sigue siendo hipnótico), pero su presencia, al lado de Ethan, no detrás, sirve como contrapunto femenino y añade cierta tensión sentimental a la historia.

Lo peor de ‘Misión imposible: Fallout’

1. El juego de engaños. Si las secuencias de acción son capaces de dejarte con la boca más abierta que al mirar el cutis inmaculado de Tom Cruise, no se puede decir lo mismo de los requiebros del guión. Aunque las máscaras son una seña de identidad de la saga y siguen teniendo gracia, aquí no están muy bien utilizadas. Los engaños se ven venir de lejos, sobre todo el de la secuencia del hospital. Sin duda, la peor escena de la película.

2. El regreso de Solomon Lane. Aunque era previsible tras el final de la entrega anterior… ¿de verdad hacía falta? No es que sea un mal villano, pero tampoco memorable. Cuando un malo no está a la altura de la sonoridad de su nombre, mejor pasar a otro. 8.

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Publicado por
Joric