A finales de los 80, Q Lazzarus trabajaba de taxista cuando recogió a Demme en su automóvil y le mostró la maqueta de una canción que habría grabado, ante la que el director quedó asombrado (la canción ha aparecido posteriormente en series como ‘Nip Tuck’ o ‘Padre de familia’ y ha sido versionada por MGMT, Jon Hopkins o Wild Beasts). Lazzarus volvió a trabajar con Demme, por ejemplo cantando ‘Heaven’ de Talking Heads en la película de 1993 ‘Filadelfia’, pero desapareció completamente del mapa a finales de los 90, cuando su banda Q Lazzarus and the Resurrection se disolvió, y no se volvió a saber de ella.
Preocupada por el estado de Lazzarus, la periodista Kelsey Zimmerman lleva tiempo buscando información sobre ella en internet con la intención de hallar su paradero. Y al final ha tenido suerte, porque harta de que la gente piense que está muerta o que drogodependiente, Lazzarus se ha abierto una cuenta de Twitter y ha contactado con Zimmerman para confirmarle que sigue viva y que se dedica “desde hace años” a conducir autobuses en Statne Island. “Veo cientos de pasajeros cada día, por lo que difícilmente me estoy escondiendo (¡o estoy muerta!)”, ha escrito. Lazzarus apunta lógicamente que ya “no le interesa cantar”, e indica que borrará su cuenta de Twitter “pronto” porque le parece “extraño” (la cuenta ya no existe).
Para corroborar que efectivamente se trata de ella, Lazzarus ha publicado un selfie en Twitter antes de borrar su cuenta (Zimmerman ha confirmado el parecido entre la persona del selfie y la cantante de ‘Goodbye Horses’) e incluso ha enviado su número de teléfono y su dirección a Thomas Gorton, periodista de Dazed Digital que el pasado mes de abril escribió un reportaje sobre ella, para confirmar que es “real”. Haciendo un brillante trabajo de investigación, Zimmerman informa que el nombre usado por esta persona en Twitter era Diane Luckey, que corresponde con el de una mujer de Staten Island que en 2015 denunció a una empresa de autobuses por no contratar a mujeres conductoras. Así que el misterio estaría resuelto. Ahora, por favor, ¡que alguien encuentre a Stina Nordenstam!