El clip ha sido producido y dirigido por Sonic Boom, productor del álbum del dúo de Baltimore, junto al realizador luso Nuno Jardim –el ex-Spacemen 3 vive en Lisboa, como Madonna o Panda Bear, desde hace años–, y muestra una alucinada visión de distintos rincones naturales o urbanos de la capital portuguesa, alternadas con imágenes distorsionadas de caballos negros corriendo sobre el mar. Una figura, la de los caballos corriendo, que es fundamental en la canción de Beach House: “tuve un buen recorrido jugando a los caballos en mi mente / dejé mi corazón en alguna parte de la carrera / deseando que extraños fueran míos”, dice el gancho principal del tema.
Con esa imagen, Legrand (autora de la letra en este caso) cuenta la visión introspectiva de una antigua estrella de Hollywood hoy olvidada, rememorando para sí sus momentos de gloria en la esquina más oscura de algún bar de Hollywood (de ahí el título de la canción). Con ello la artista parece querer plasmar la belleza triste –o la bella tristeza– de envejecer, de asumir la soledad, el gran mal de la tercera edad. “La memoria es carne sagrada que no deja de secarse”, sigue cantando el primer estribillo. “Desde una colina recuerdo que adoro perder la vida”, remata. Un conmovedor trasfondo lírico para una canción que es la pura esencia de los Beach House más reconocibles, mezclando ensoñación y énfasis, con ese poderoso crescendo en el que se convierte ‘Drunk In L.A.’.