Música

Ama Lou y Cupido se coronan en el Primavera Club 2018

El Primavera Club ya hace muchas ediciones que se convirtió en una plataforma para conocer un montón de propuestas nuevas e interesantes. Independientemente de si algún artista se va a convertir o no en “el próximo gran qué”, siempre es gozoso el descubrimiento, en forma de píldoras de no más de cuarenta y cinco minutos. He aquí un resumen de lo mejor que vivimos en Barcelona este fin de semana, en su edición 2018.

Alaskalaska fue el primer gran concierto que vimos el viernes. Cultivan un dream pop a lo Cocteau Twins, pero aderezado por un saxofón omnipresente, lo que les da textura de Morphine en el lado luminoso. Su cantante, Lucinda John-Duarte, remedaba a una joven Dolores O’riordan. Cautivaron. Porque suenan ochenteros, no esconden sus referencias y, a la vez, tienen mucha personalidad. A tener muy en cuenta. Foto: Christian Bertrand

Una propuesta radicalmente diferente fue la de la Orquesta Akokán. O como transportarte hasta La Habana 1950 en el Apolo. Una orquesta enorme, que sonaba como un tiro, de ejecución precisa y exquisita, con un cantante todo de blanco. Mambo, son, gran música de baile pre-salsera… una pura invitación al desenfreno bailongo. Una música tan antigua teóricamente, fue completamente refrescante. Un placer ver a tantos indies bailando. Gustosísimo. Claro, después de la tremenda descarga, la solemnidad al piano de Hilary Woods resultó demasiado… solemne. Y el pop electrónico de dormitorio de Tirzah, que también invitaba a la introspección, supo a poco. Al menos los Louder than Death deKing Khan quitaron un poco el mono de acción. Temas de 2 minutos, furia hardcore y punk con algún deje de Pixies, comandados por las pintas ridículas de Khan, que no tuvo vergüenza en lucir una oronda tripa, porque todo es cuestión de actitud. Pogo (flojito), canciones sobre “leather boys” y toneladas de diversión. 

La estrella de la jornada fue Boy Pablo. Él y su banda (quinteto convencional) parecían haberse escapado del instituto. Fiesta y jovialidad con su pop fresco y sin pretensiones. Regaron la actuación con risas, monerías como malcantar ‘Sweet Home Alabama’. Y viendo la cantidad de gente que se iba acumulando en las primeras filas (es el que arrastró al público más joven) entiendo que al público le encantaba. Pero no pude evitar aburrirme con su pop soleado e inofensivo… hasta el temazo ‘Losing You’. Porque es el tramo final valida por qué Pablo es una gran promesa pop. ‘tkm’ y para acabar ‘Dance baby!’. Mucho jolgorio y hasta Pablo y su lugarteniente de los teclados acabaron sin camiseta para  tocar el reprise final. Foto: Christian Bertrand

El sábado empecé con una de las actuaciones que más me interesaban, la de la francesa Halo Maud. El suyo es un dream pop pero expansivo, con gran fuerza y crescendos, mientras mantenía algo lo fi su voz. Maud lució una expresividad reconcentrada. En directo, ella y su banda sonaron como unos Arcade Fire en miniatura. Cerró con un arrebato prog, en que hace gala de su dominio a la guitarra y un remate que acabó degenerando casi en funk a la Prince. Menos excitantes fueron Crumb, un poco Nena un poco Beach House, un poco… recordaron a demasiadas cosas. Mucho mejor Hop Along, que evocaron al pop alternativo de los 90, del shoegaze al college rock, con el protagonismo de la voz levemente rota de Frances Quinlan. Cantó desde el lateral, huyendo del protagonismo y, a la vez, luciendo un carisma muy especial.

Esteban y Manuel o cómo la cumbia se topa con el teclado de la cabra y la Fiesta Mayor, voz de locutor de tómbola incluida. Como la Akokán el viernes, también lograron que hubiera indies bailando sabrosones. Se desató el alboroto en ‘La paya papaya’, nos mandaron hacer un círculo “como de heavy metal, porque la cumbia se parece mucho al heavy metal”, dijeron. Incluso hubo pogo cumbiero con crowdsurfing al final. Nos dejaron bien arriba. El de slowthai fue un show muy físico. “Get the fuck out my face”, vociferaba Tyron Frampton. Hip hop oscuro y agresivo. Torsos desnudos y tatuados, dj con pasamontañas, semi penumbra en la sala… Al segundo tema ya se tiraron al público y se generó un megapogo realmente peligroso. Frampton se subió a la barra y a las guías de luces. La juventud baila. Pero de verdad. El concierto más desenfrenado, con permiso de Esteban y Manuel.

El domingo la jornada es de absoluto dominio femenino y la que reunió las actuaciones más esperadas. Sasha Spielberg, AKA Buzzy Lee, tiene una voz muy bonita, a lo Kate Bush. Sentada en su teclado, acompañada por un guitarrista, desgranó su pop atmosférico intimista pero dramático, intenso. Lo que contrastaba con la simpatía desbordante de la que hizo gala entre canción y canción. Nada más empezar nos soltó “mucha mierda”. Recordó sus días en San Sebastián de adolescente, estudiando español y cómo lo ha olvidado “todo”. Cantó ‘Por qué te vas’ y nos confesó que no sabemos cuánto hace que sueña con cantarla. Contagiosa. Foto: Sergio Albert

Stella Donelly se defendió sola con su guitarra y, a ratos, recordó al girl pop de principios de los 60. “No voy a volver a presentar nunca una canción. ¡Es aburrido!” nos soltó. Pero las presentó todas igual. Fue divertida, intimista y calma, con algún requiebro animado. Temas sobre rupturas, chicos y tinder, pero también versionó el ‘Across the Universe’. Por su parte, Ama Lou es jovencísima, pero desplegó una seguridad que asustaba. Sobre bases y teclados, urban, pop y r’n’b, ataviada con una sobria camisa a cuadros y tejanos pero emanando maneras de diva. Lució vozarrrón, actitud y versatilidad, porque también se sienta y desgrana temas a la guitarra. Demostró que es una reina del R&B en ciernes. Foto: Sergio Albert

Cupido traen una banda convencional (los Solo Astra). Bajo, guitarra, teclados, batería… y la voz de Pimp Flaco pasada por el Autotune. Pero fue cualquier cosa menos convencional. Practican una mezcla de trap-urban con canción italiana a lo Ricci e Poveri. Ultrapop, hortera, ochentero, adictivo. Si esto no es una fórmula infalible, que baje Dios y lo vea. Hubo una explosión con ‘Me Da Igual’, salió Kinder Malo para cantar ‘Laberinto de amor’… Y su single ‘No sabes mentir’ fue recibido con alborozo. Un absoluto desparrame. Fan instantánea. Foto: Sergio Albert

Snail Mail, la actuación más esperada, iba con banda, y se mostró algo más poderosa que en disco. Menuda, nervuda, con su grunge noventero lo fi, encandiló a las primeras filas. Pero yo pero no acabé de conectar con ella, en directo sonó demasiado… convencional. Lo peor fue que, al final, cuando más sentida se puso, una cháchara insoportable se apoderó de la sala.

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Publicado por
Mireia Pería