El de Kitai no ha sido el único concierto que ha transcurrido al menos un día y sin parar, aunque sí probablemente el único de rock. El percusionista indio Kuzhalmannam Ramakrishna llegó a tocar más de 84 horas seguidas en una de sus famosas maratones en 2005 (superando la marca de otro músico aficionado a los récords, el tamil-canadiense Suresh Joachim Arulanantham). En 2009, Ramakrishna ofreció una maratón-concierto de 501 horas, adjudicándose el récord de concierto solista más largo de la historia
. Otro indio, Prasanna Madhav Gudi, cantó durante más de 29 horas en 2017, rompiendo su propio récord de 2008, cuando actuó durante 26 horas. Récord que llegó a superar en su momento el pianista canadiense Chilly Gonzales, que en 2009 actuó durante 27 horas, 3 minutos y 44 segundos en París.Ninguno de estos artistas, sin embargo, seguirá vivo cuando concluya uno de los “conciertos” más largos que va a ver la humanidad, el que tiene lugar desde 2001 en una pequeña iglesia alemana con una partitura de John Cage, ‘As Slow As Possible’, escrita en 1985 y cuya duración original era de entre 20 y 70 minutos (para que luego digan de las 6 horas de Morton Feldman). Cage llevaba más de 10 años muerto cuando alguien decidió que esta iglesia acogería la performance más larga de ‘A Slow as Possible’ hasta el momento, que durará (o esa es la intención) 639 años y terminará (o esa es la intención) en 2640. Claro que hay truco: la pieza no la toca nadie sino un órgano automático.