En la conversación, manda ‘Astronauta‘, su nuevo disco, el que sucede a ‘Santa’. Zahara ha hablado largo y tendido sobre la maternidad en Divinity o contra la maternidad subrogada y cómo afecta a la comunidad LGTB+ en Shangay, y decido centrarme en su disco casi estrictamente. ‘Astronauta’ es un álbum que carece de una canción tan redonda como ‘El deshielo’, pero sí presenta una solidez mayor que ‘Santa’ en su conjunto, con los singles desperdigados por el tracklist, como el polémico y desafiante ‘Hoy la bestia cena en casa’, ‘Multiverso’ -de piano muy La Buena Vida y final expansivo- o el precioso ‘Guerra y paz’ (que también funciona sin Santi Balmes como podéis comprobar en Spotify). Y sumando un cargamento de momentos favoritos para los próximos meses, como los teclados machacones de ‘David Duchovny’, el final de ‘El fango’ o ese tierno divertimento llamado ‘Adjunto foto del Café Verbena’.
Después del éxito de ‘Santa’ y de tu protagonismo en ‘Operación Triunfo’, ¿hacer este disco ha sido más fácil o más difícil que otros?
Por un lado ha sido el más sencillo. Seguramente sea la edad, pero creo que estoy en un momento vital en el que me importa un poco menos qué va a pasar, aunque a la par viva una presión cada vez mayor. Al encargarme de toda mi carrera (disco, promo, gira), la inversión económica y personal que hago es mayor y claro, sí que hay un miedo más grande y sobre todo una necesidad muy bestia de que vaya bien para que al final me sea rentable y pueda seguir viviendo de esto. Pero aunque todo eso está presente sí que tengo una sensación de paz, de calma, de haber hecho las cosas como quería, que me deja tranquila a la hora de enfrentarme a ello.
¿’Santa’ no te ha dado esa tranquilidad de «ahora me va a ir bien seguro»?
Yo siempre vivo con esa inquietud. No sé si es por mi personalidad. Seguramente, pero siempre tengo la sensación de que todo puede ir mal. No doy nada por sentado. Yo no soy incondicional de ningún artista y espero que mi público tampoco lo sea. Así que intento con cada disco dar siempre más y mejor.
¿Ni de Yola Berrocal?
Solo soy incondicional de Yola. Por supuesto.
¿Qué ha aportado en ‘Astronauta’ el productor Matt Twaites? Porque te he leído que el disco es más orgánico, pero la sensación es que has hecho un poco lo mismo que en ‘Santa’, un disco de pop electrónico, huyendo de la canción de autor.
Matt lo que me ha dado es la posibilidad y la facilidad para ser yo misma, que al final es lo más difícil. No quería un productor que cambiase, sino que potenciase, que me ayudase a plasmar las ideas que hay en mi cabeza. Cuando creo las canciones oigo todo lo que habrá, pero no sé cómo expresarlo.
Pero esto es lo mismo que en ‘Santa’, que co-produjiste con Sergio Sastre de Miss Caffeina. Decías que él plasmaba las ideas que tú tenías en tu cabeza.
A Sastre le di más libertad en cuanto a que le enviaba la referencia grabada en casa y lo que él me devolvía siempre me gustaba. Siempre entendía lo que quería. Con Matt el proceso previo fue más complicado. Menos fluido. Él estaba solo en casa, no me conocía de antes y las primeras demos tenían buenas ideas pero no estaban desarrolladas. No fue hasta que llegamos al estudio y juntó a toda la banda que nos pusimos a tocar y a revisar las canciones. Ahí me di cuenta de la conexión con Matt. Era capaz de sacar de la banda lo que yo quería sin apenas decírselo, incluso de canciones mías que no me gustaban.
¿Os visteis para grabar?
Grabamos allí (en Gales) todo durante 15 días con la banda tocando en directo, ensayando juntos y viviendo juntos esos días.
¿Qué disco había producido que te hizo decidirte por él?
‘La curva de la tierra’ de Mystery Jets.
«Odiaba mi maqueta de «El diluvio» (…) y el último día de grabación cuando ya estaban todas grabadas, la banda empezó a tocarla desde otro punto de vista (…) A día de hoy es de mis favoritas»
Has dicho que con algunas de tus primeras composiciones para este disco al principio no estabas nada contenta. ¿De cuáles se trata?
En la preproducción, como no había una comunicación tan fluida como si fuera en persona y a causa del idioma… había como muchas dificultades. Sí que veía que la intención que tenía era la adecuada aunque a veces maquetando él en su casa solo no llegase al resultado que esperábamos. Él lo sabía, es decir, él tampoco estaba contento con las maquetas porque sabía que la magia sucedería en el estudio con la banda.
Hubo una canción, ‘El diluvio’, de la que yo odiaba mi maqueta. Fue la primera que hizo él y luego la primera versión que tocó la banda allí, y le dije que me daba igual. Que no la grababa. Que si no me encantaba no la quería en el disco. Y el último día de grabación cuando ya estaban todas grabadas, la banda empezó a tocarla desde otro punto de vista. Lucy tocó la guitarra y creó el arpegio con el que empieza, como esa lluvia previa a la tormenta. Yo cambié la intención al cantarla, la hice más susurrada y acabé grabando una toma improvisada de voz que es la que se quedó. Consiguió que me enamorase de la canción y a día de hoy es de mis favoritas.
«Parece que todo tiene que entenderse, sonar claramente, estar súper definido y creo que parte de la magia de un disco es que haya cosas más sutiles que te obliguen a prestar atención»
¿Cómo habéis trabajado la voz? A veces por algunos efectos, o al doblarla, casi no se entiende lo que dices.
La dicción es complicada cuando 1) Eres yo (risas) y 2) El productor es un guiri que no sabe bien lo que estás diciendo. Al principio le prestábamos mucha atención y luego nos fuimos relajando. Sinceramente, no me importa que no se entienda. A veces tenemos miedo a que todo no se vea. Como en el cine, que se tendía a iluminar todo como una charcutería por miedo a grabar un plano en sombra. Y creo que en la música pasa igual. Parece que todo tiene que entenderse, sonar claramente, estar súper definido y creo que parte de la magia de un disco es que haya cosas más sutiles que te obliguen a prestar atención o a que te quedes con una sensación en lugar de entender de primera todo lo que pasa.
En cuanto a efectos, Martí canta en ‘El fango’ y también Lucy. En muchas canciones doblé mi voz, como en ‘Multiverso’, hice octavas; como en «Miau» (‘Hoy la bestia cena en casa’) o tengo un octavador haciendo una voz grave, como en ‘Astronauta’. La voz que parece un hombre en ‘Astronauta’ soy yo.
‘El Fango’ es la anti-canción de amor, ¿no? Es como «estoy harta de hacer canciones de amor, voy a hacer la justamente opuesta».
Es una canción a esa persona con la que tienes una relación relajada pero no das el paso a que haya nada serio y el otro cree que lo merece, porque es lo más, porque se tiene en muy buena estima porque cómo no amarlo con todo lo que es. Así que esta canción es para decirle: «tronco, mira, paso de ti».
Se te supone una vida marital feliz en este momento…
¡Se supone! (risas)
Pero hay canciones de desamor como esta o ‘Guerra y paz’. ¿Te inspiras en experiencias de hace muchos años o creas personajes?
En este disco no hay ningún personaje. Sí que hablo de personas con las que he vivido eso que me lleva a escribir sobre ellos. ‘David Duchovny’ es una canción de amor, de estar en Nueva York y de cuando Moreno (NdE: así llama a su marido) y yo nos prometimos. Y ‘Bandera blanca’ va sobre una persona que se fue de mi vida y a la que no pude pedirle perdón, pero que volvió. Solo que cuando lo hizo el hueco que dejó se fue llenando con otras personas y ya no era necesaria. Todas las canciones parten de algo autobiográfico, menos ‘Big Bang’ porque la letra se basa en un poema de Miguel de Maga. Y es curioso porque parece muy mía, y que incluso habla de la maternidad, pero no. La gente ha asumido que al ser una colaboración con él la letra es mía y la música es de él, pero es al revés.
No te pregunto por la maternidad porque después de leer tu artículo al respecto creo que no queda mucho que decir.
Gracias.
«Cuando escuché a Maga conecté tanto con ellos que tuve que dejar de escucharlos porque todas las canciones me salían como si fuera una más del grupo (…) Ahora no me importa tanto que se note que son una influencia»
Pero sí te pregunto por Maga, este disco me parece más influido por ellos, incluso ‘Guerra y paz’, que la canta Santi Balmes.
Cuando descubrí a Maga yo había compuesto ‘Olor a mandarinas’ y me habían dicho que había un grupo de Sevilla al que me parecía. Cuando los escuché conecté tanto con ellos que tuve que dejar de escucharlos porque todas las canciones me salían como si fuera una más del grupo. Durante mucho tiempo estuve alejada intentando encontrar mis melodías. Pero con los años creo que he adquirido, por un lado, la personalidad suficiente como para dejarme influenciar otra vez y por otro, no me importa tanto que se note que son una influencia.
Has vuelto a contar con Santi Balmes y ya nos has contado largo y tendido cómo surgió ‘Guerra y paz’, pero háblame de su voz. ¿Cómo la definirías? Es reconocible pero no especialmente expresiva o bonita.
Es emoción. Creo que es lo que tiene. Aunque no sea expresiva. No tiene muchos matices, pero a mí siempre me consigue conmover. La primera vez que le escuché fue en inglés y me encantaba. Luego llegó el primer disco en castellano de Love of Lesbian y pensé que era la cosa más fea que había escuchado nunca. Luego los vi en directo en Barcelona. Estaba en primera fila, un concierto al aire libre. Iba con amigos. Solo quería pasar la tarde. Empezaron a tocar ‘Universos infinitos’ y se me abrió la boca. No la cerré hasta que acabó. Pensé: «Dios, ¿ese hombre es gay? ¿Es hetero? ¿Es un Dios? ¿Qué es?».
«Cuando llegó el primer disco en castellano de Love of Lesbian, pensé que era la cosa más fea que había escuchado nunca (…) Luego los vi en directo, tocaron ‘Universos infinitos’ y pensé: «Dios, ¿ese hombre es gay? ¿Es hetero? ¿Es un Dios? ¿Qué es?»»
¿Y ellos cómo se tomaron tu fanatismo?
Hice una versión suya de ‘Domingo astromántico’, en un local de Barcelona, Heliogàbal, el día de mi cumpleaños. Santi vio el vídeo a través de otro miembro del grupo, Dani Ferrer, al que conocí porque vino al Masnou, donde yo estaba grabando las maquetas de «La fabulosa historia» con Ricky Falkner, que es el que nos unió a todos. Le dije que tocaba al día siguiente y vino a hacer esa canción con nosotros y luego me llamaron para tocar la canción con ellos en el BAM. Cuando llegó mi parte la gente aplaudió y yo no daba crédito. Se lo trataba de contar a mi madre por teléfono pero no podía porque no podía parar de llorar. Me metí en el camerino y lloraba tratando de gestionar todo lo vivido. Cantar con alguien a quien admiro para tanta gente en un escenario así… muchas cosas que no había hecho nunca, todas juntas y todas intensas.
La elección del single, ‘Hoy la bestia cena en casa’, es rara, porque luego hay canciones más comerciales. Es como si hubieras querido sacar este año la rara para dar la nota y te hubieras guardado la comercial para el año que viene.
El single iba a ser ‘Bandera blanca’, que es una canción pop, pegadiza y que tiene ese punto ‘Funeral’ de canción enérgica con letra triste. Muy yo. Pero cuando estábamos grabando el disco y llegamos a «Miau miau», Ernesto, mi mánager, y yo nos empalmamos con la canción. No solo por la letra, que podría ser controvertida y eso generar conversación, sino porque musicalmente nos encantaba. Quizá porque la música no es mía (NdE: es de Martí Perarnau) me era más fácil enamorarme de ella y “admirarla”. Cuando tuvimos que tomar la decisión final, me dije: «saco «La Bestia». No puedo dejar que la gente la descubra en el disco. Va a ser una sacudida para la gente que la oiga, pero quizá por eso también es interesante». Quienes me conocen saben que no me gusta hacer dos veces lo mismo. Y para mí era importante mantener esa sorpresa. Al final lo que he recibido ha sido gratitud y gente que ha valorado precisamente que haga las cosas que no se esperan.
«El single iba a ser ‘Bandera blanca’, pero cuando estábamos grabando y llegamos a «Miau miau», Ernesto, mi mánager, y yo nos empalmamos con la canción»
Ya has explicado que la canción no habla de Albert Rivera y la maternidad subrogada, de la que te declaras en contra. ¿Alguna impresión o intención más desde que hiciste estas declaraciones?
Es eso, tiene esa frase que encaja con el discurso de Albert Rivera, pero otras que no. Podría ser él. O podría ser Rajoy. Físicamente, en el vídeo, se parece a Trump. Cuando Martí aparece con los ojos cerrados y pintados era una forma de representar a esos políticos que hablan a su pueblo sin estar presentes. Lo importante de la canción es que haya surgido el debate, que la gente hable de ello al margen de su opinión.
Háblame de ‘Adjunto foto del Café Verbena’. ¿Es una canción sobre ser mayor, sobre retirarse a tiempo? Es muy nostálgica… ¿Qué la inspiró?
Verte de repente en una situación que no te esperas. Tienes treinta y pocos, estás en un balneario con señores de mil años y piensas: ¿será esto ‘Cocoon’? ¿Habremos llegado siendo viejos aquí y hemos rejuvenecido? Paseamos por Jaraba (Zaragoza) buscando dónde cenar y acabamos en ese bar de viejitos que salían a bailar como locos cada vez que el DJ pinchaba un temazo. Pinchaba desde su portátil, claro. Y la canción cuenta ese estar ahí, contemplar, adaptarte a lo que te toca vivir y disfrutarlo de alguna manera aunque no sea lo que pensabas que harías en un 33º cumpleaños. En la edición deluxe del disco, todo tiene su razón de ser, y adjunto una foto del Café Verbena.
¿No te han tentado de Sony, Warner y Universal para sacar el disco?
Sí. Se interesaron antes de sacarlo. Bueno, Universal no (NdE: editaron su debut). Desde ‘Santa’ siempre han sido agradables conmigo y curiosos, pero si ya con ‘Santa’ conseguí hacer lo que quería y el resultado fue tan sorprendente y grande… Con este disco que ya lo tenía todo mucho más claro y que había pasado lo más difícil (la parte logística de montar el sello), no tenía ni pizca de ganas de sentarme a discutir cuál era el single.
«Dándole vueltas me di cuenta de que ‘Astronauta’ evocaba a ‘Santa’. Y me gustaba esa conexión. Funcionaban para definir una entidad, digamos (…) Como si ‘Astronauta’ fuera una segunda parte de ‘Santa’ y ‘Alienígena’ de ‘Bestiario’. La idea es que formen parte de una trilogía junto con el siguiente»
Has explicado por qué el disco se llama ‘Astronauta’, ¿pero cómo englobas todo bajo ese paraguas? Es una palabra… rara.
Sí, es como “fea”, ¿verdad? Yo quería usar una palabra que evocara al espacio. Busqué los nombres más poéticos para ponérselos al disco. Nochelucientes. Esfera celeste… pero dándole vueltas me di cuenta de que ‘Astronauta’ evocaba a ‘Santa’. Y me gustaba esa conexión. Funcionaban para definir una entidad, digamos. Aunque rara, o no tan poética me sorprendió que después muchos me han dicho que querían llamar a su disco ‘Astronauta’ también. Ni uno ni dos. Varios. Sorprendente, ¿no? Habla de mi proceso. De ese viaje en el que dejo de ser yo misma para convertirme en otra persona, sin saber si voy a volver a ser quien una vez fui. Obviamente hablo de mi maternidad, o de cómo ser madre me hizo atravesar esas dudas. Pero no es un disco sobre la maternidad. La soledad que sentí en el postparto, las dudas, el miedo, me hizo imaginarme como una astronauta vagando sola hacia lo desconocido. En el disco exploro este concepto y por eso en el libreto, que se llama «Caja negra» hay 5 relatos que hablan de ese viaje y que ayudan a entender las cosas que trae el disco. Como el mapa, la foto o la carta de emergencia. Las emociones que viví durante el postparto. Por ejemplo, la «melancolía» es un planeta que he llamado en el mapa «Colina Melon». «Solo Puro» representa la soledad. La idea es que ‘Santa’ y ‘Astronauta’, que son dos palabras fuertes, son dos títulos que podrían ir unidos. Como si ‘Astronauta’ fuera una segunda parte de ‘Santa’ y ‘Alienígena’ de ‘Bestiario’. La idea es que formen parte de una trilogía junto con el siguiente. De hecho, si coges la caja de ‘Santa’ y la caja de ‘Astronauta’ verás que son del mismo tamaño y que un disco encaja en la caja del otro.
¿Qué podemos esperar de tus próximos directos?
Ya hemos agotado en La Riviera y la segunda fecha va muy guay. Habrá algo de escenografía y montaje, están haciéndolo ahora mismo. Vamos a aprovechar la temática del álbum para hacer algo sobre eso.