‘Oh, What a World’, que titula la gira de Musgraves y remite a la gran ‘Oh, What a World’ de Rufus Wainwright (aunque desde luego no musicalmente), no es la única canción en ‘Golden Hour’ que hace uso de efectos vocales tipo vocoder, aunque sí una en la que estos son más prominentes e importantes. Lo primero que escuchamos en ella son unas voces robotizadas, un poco Daft Punk, que cantan “Oh, qué mundo, no me quiero ir, hay tantas cosas mágicas a nuestro alrededor, es difícil creerlo”, y es esta misma melodía la que aparece después en el estribillo, que Musgraves interpreta entonces acompañada de su guitarra y un banjo, confirmando que su aproximación al country puede ser tan clásica como experimental y “moderna” (al menos para estándares del country) cuando se lo propone.
Dotada de una melodía anhelante y preciosa, ‘Oh, What a World’ celebra en su letra las maravillas del mundo, cosas como las “luces boreales en nuestros cielos”, las “plantas que crecen y te abren la mente” o las “cosas que nadan con una luz de neón”, cosas que Musgraves tiene a bien de apuntar son “reales” (¿no producto de un Dios?). Pero ‘Oh, What a World’ es también una canción de amor en la que Musgraves enaltece esas “cosas mágicas” que observa en el mundo para compararlas, al final, con esa persona a la que ama. Están todas esas cosas… “y luego estás tú”. Musgraves no está segura de si ha conocido a esa persona en otra vida y de si después de la vida existe la nada o la reencarnación, pero sabe que su realidad en este momento es tan hermosa como el mundo que habita. Es una observación necesaria en tiempos convulsos como los de hoy…