«Hace mucho tiempo que cuando salimos a tocar intentamos que cada noche sea única, no caer en la rutina de pensar en automático y dar por hecho que eso siempre va a estar ahí. Intentamos tener muy presente la suerte de contar con un público maravilloso, de poder dedicarnos a música, a disfrutar, somos conscientes cada noche del esfuerzo que supone». Son palabras de Marc de Dorian al otro lado del teléfono, ya en Barcelona, tras haber llenado tres noches seguidas La Riviera durante la presentación de su disco ‘Justicia universal‘. La banda lleva en la carretera desde mayo, y después de pasar por Estados Unidos o Argentina, se ha embarcado en una gira de salas que supone reencontrarse con su público más fiel, no el casual que puede verles en un festival. Fotos: Maite Nieto.
Para ello han montado un show de casi 2 horas que plantean «con emoción» y «sentimientos a flor de piel». Un show que, además, querían que se presentara en Madrid por primera vez. «Madrid fue nuestra primera ciudad adoptiva, como luego México. A Madrid fuimos para 5 meses y nos quedamos 5 años, como te hemos dicho alguna vez. Vivimos en Lavapiés y la geografía sentimental de nuestras vidas está atravesada por Madrid y sus calles. El público es de toda España porque en Madrid hay gente de todas partes, pero Madrid tiene una energía bestial y el músico lo nota. Todo son vibraciones y algunas ciudades tienen vibraciones especiales. Hemos dado este año unos 45 conciertos, en ciudades tan apasionantes como Chicago, Los Ángeles o Buenos Aires, pero teníamos claro que queríamos empezar esta gira con Madrid. Para empezar con las pilas cargadas».
El grupo ha querido documentar este triple inicio de gira en la capital con un reportaje en blanco y negro de la fotógrafa Maite Nieto. «Queríamos hacer un seguimiento. El público lo que sabe de los artistas es lo que ve en el escenario. En el reportaje que hemos preparado queríamos mostrar la rutina fuera del escenario, la parte más íntima, cuando estás compartiendo una gira. Hay imágenes muy hermosas. Queríamos mostrar la parte más íntima. En las giras hay momentos muertos que tratamos de matar como podemos. Aprovechas para rematar una letra, lees un libro o estás tan cansado que te echas a dormir en cualquier esquina».
Las imágenes, en las que vemos a Marc contemplando unos discos que se compró una de esas mañanas de Nina Simone, Gerry Mulligan y Chet Baker, o a la banda preparándose para el show, son un homenaje de Maite Nieto a Anton Corbijn. Y Dorian no temen más comparaciones con Depeche Mode. «Indudablemente Depeche Mode ha sido una influencia para Dorian», responde Marc en medio de un suspiro. «Pero también escuchamos otras cosas como The Chameleons, Indochine, Radio Futura… no nos hemos quedado ahí ni mucho menos. Maite sí quiso hacer un reportaje inspirado en Anton Corbijn y creo que pega bastante. Es un blanco y negro muy romántico, con una fuerza especial evocadora. Pensamos que era una pena que no se viera el nuevo espectáculo de luces con pantallas de leds, pero cuando vi el rendimiento que le sacaba al blanco y negro, dijimos que nos lo quedábamos seguro porque era precioso».
Una de las cuestiones que más interesa, dado que estoy hablando con un artista que se ha enfrentado a tocar durante tres noches seguidas en La Riviera es cómo afronta el grupo el supuesto mal sonido que ha rodeado siempre a la sala, desde hace décadas, si bien menciono un conciertazo de Suede de 1999 de sonido impecable en este mismo lugar, y se me ocurren otros de sonido nefasto. ¿No influirá el equipo que lleve también cada grupo? ¿Cuánto les costó sonar adecuadamente durante estos días, como de hecho hicieron? «Desde hace tiempo el sonido nos preocupa muchísimo. Me alegra que digas esto porque la gente de La Riviera nos felicitó tanto a nuestro equipo como al grupo por el partido que hemos sacado a la sala. En esta gira hemos hecho una inversión bastante grande en cuanto a sonido. Llevamos nuestra mesa de sonido tanto en monitores como de PA y cuidamos lo más detalladamente posible la mezcla de cada canción. El primer día estuvimos de prueba mucho rato ajustando el equipo de La Riviera a nuestras mezclas, nos ha preocupado mucho, y estamos muy felices».
¿Pero realmente el grupo tiene la percepción de que la sala sonaba mal? «Siempre ha tenido un sonido un poco metálico. Me consta que han hecho cambios en el equipo de sonido hace un par de meses, y es posible que a partir de ahora suene mejor. He visto desde conciertos excelentes en La Riviera, como el de Mogwai, hasta conciertos con un sonido bastante caótico y deficiente. Creo que una sala tiene que tener un buen sonido de base y La Riviera está haciendo un esfuerzo por que sea así. Si además llevas tu equipo y tu propio material… Nosotros intentamos limpiar todo lo que se pueda poner por en medio en cuanto a sonido».
Estos conciertos han supuesto también nuevos arreglos para algunas canciones o nuevas incorporaciones a su repertorio, como ‘Cometas’, del último disco, que nunca la habían tocado. Lo consideran un «estímulo» para la banda, que Marc asegura mostrarse en el mejor momento de su carrera. «Hemos vivido estos días muy buenos momentos con todo el equipo. Hay fotos en las que salimos riendo. Reflejan muy bien el momento de la banda. Nuestra banda tiene un pilar importantísimo, el más importante de todos, que es la amistad. En estos momentos nuestra relación personal está en un momento espectacular. Estamos viviendo un año hermoso pero agotador, y es increíble la cohesión y el buen rollo que tenemos. Queríamos mostrar ese punto de alegría que se vive detrás de un escenario. En las fotos hay diferencia entre las que estamos delante y detrás del escenario. En esas fotos se ve la bella relación que tenemos la banda y el staff para ser un grupo con unos cuantos discos. Como sabes los grupos a partir del cuarto o quinto disco se desintegran: a nosotros nos pasa lo contrario. Estamos haciendo los mejores discos de Dorian y los mejores directos. El fuego que tiene el grupo va para rato».
«Si todo va bien, claro», añade como cruzando los dedos, aunque confieso haberme quedado colgado en cómo destaca que en algunas fotos el grupo salga riéndose. Realmente cabe poco humor en Dorian. Es como si se hubieran tomado su carrera de artistas de synth-pop tan en serio, que las bromas hubieran quedado fuera del escenario. «Tienes toda la razón. Yo siempre he tenido un semblante serio aunque esté relajado. Desde niño me costaba sonreír. También, cuando estamos tocando estamos concentrados. Estás muy metido en la película. Otros grupos es verdad que tienden a ser más dicharacheros a la hora de comunicarse. Lo más importante en la comunicación con el público es que seas un reflejo de tu personalidad, no tratar de ser lo que no eres, porque el público lo percibe. Intentamos reflejar lo que somos. No voy a contar chistes porque no me sale, que algún día me puede pasar. Va muy por días, pero en general es verdad que vamos muy concentrados a tocar y podemos dar una imagen de seriedad, cuando en el día a día hay momentos para la broma o la distensión».
Lo que no quita que su show sea de lo más pasional o emotivo. Y para ellos, la noche más emocionante fue la del viernes 9 de noviembre. «A mí y a Lisandro se nos saltaban las lágrimas, en las tres hemos vivido momentos muy potentes. No sé si te quedaste, pero el viernes fue la primera vez que hacíamos el segundo bis con la versión distinta de ‘Tristeza’ (que repitieron el sábado). Al final había varias personas en las primeras filas visiblemente muy emocionadas que se echaron a llorar, y nos desbordó la emoción en ese momento. Son noches muy especiales que sirven para hacer balance. Acordarte de cómo era cuando empezaba el grupo, estos años de trabajo de tomar decisiones, de dejarte la piel por tu música… que cristalizan en noches como estas. Te vienen a la mente ciertas imágenes, y el sábado en una canción, al ver a todo el público, mi mente evocó esos recuerdos de hacer conciertos en Madrid para 25 personas».
Ahora que pueden tocar para 2.000 por día, al menos en Madrid, Dorian recurrieron a invitados especiales como Rayden, Nita de Fuel Fandango y Marian de Kuve. Todos muy correctos en su papel, ¿pero es necesario inundar el setlist de colaboraciones para dar cada vez más y más al público? «Estoy de acuerdo en que el espectáculo del grupo se tiene que aguantar por sí mismo, pero hemos cogido el gusto a colaborar cuando nos aporta algo a nivel artístico. Dorian ha sido un grupo muy poco dado a colaborar, si te fijas. Hemos hecho pocas colaboraciones en directo, pero en este disco hemos tenido 3 invitados, duetos con Javiera Mena, León Larregui de Zoé y Nita de Fuel Fandango, y queríamos reflejar esa riqueza de matices en directo. Hacía tiempo que quería hacer algo relacionado con el rap y como sabíamos que a Rayden le gusta Dorian, le pedimos venir y le encajaba. Rapeó sobre la temática de la canción ‘Justicia universal'».
Continúa: «Nita elevó a otro nivel ‘Buenas intenciones’ en el álbum y me emocioné mucho cantándola con ella. Nos han enriquecido. En este caso nos apetecía dar este plus. Además, Maryan (Kuve) es una joven promesa que tiene mucho que decir. Tenemos una química especial ya habíamos cantado juntos antes en un festival».
Aparte de que el fin de fiesta fue una sesión de DJ’s en el Ochoymedio el sábado tras el último concierto, el grupo no pudo salir ni hacer más por Madrid, en pos de su responsabilidad como artistas. No hubo grandes juergas ni jueves ni viernes. «No salimos, pero nos echaron de La Riviera todos los días (se ríe). Tenemos muchos amigos en Madrid y siempre se lía un poquillo en camerinos. Pero hay que ser profesional. Las entradas para el viernes creo que se agotaron en mayo o junio, no puedes defraudar, y te lo planteas como un maratón con todas las fuerzas. La voz tiene que descansar y no puedes volverte loco. Antes no medíamos nuestras fuerzas y nos habríamos arrepentido de no llegar a la tercera Riviera con muchísima energía y ganas de darlo todo. A partir de ahí sí nos liamos más». Como última curiosidad, me pregunto a qué hora te echan de La Riviera cuando eres artista. «Hacia las 2», es su certera y rápida respuesta.