Canciones como ‘Highway Tune’, ‘Black Rising Smoke’ o ‘Safari Song’ han acrecentado la popularidad de este cuarteto de hard-rock de Michigan compuesto por los hermanos Josh, Jake y Sam Kiszka y Danny Wagner, ninguno de los cuales llega a los 22 años de edad. Son unos chavales pero su éxito es incuestionable incluso en España, donde las entradas para su próximo concierto en Barcelona, el 22 de marzo, en el Sant Jordi Club, está completamente agotadas. ¿A qué se debe este éxito?
Para sus fans, Greta Van Fleet son algo así como los nuevos salvadores del rock, pero sus detractores son casi igual de numerosos y la razón principal es que parecen una copia descarada de Led Zeppelin. De hecho, como si de los Chainsmokers del rock se trataran, parte de la crítica tiene opiniones radicalmente en contra sobre ellos y la media de su álbum en Metacritic
es de 53 sobre 100. De hecho, Pitchfork llegó a puntuarlo con un humillante 1,6 sobre 10, mientras The Needle Drop indagó en el “plagio” del sonido y estética de Led Zeppelin en el debut de Greta Van Fleet, llamándolo “un grupo de versiones sin las versiones”.¿Es el éxito de Greta Van Fleet merecido o representa un nuevo caso de “retromanía” -como diría Simon Reynolds- mal entendida? ¿Cuánto de talento genuino puede tener un grupo que parece diseñado al milímetro para poblar las playlists de rock de las plataformas de streaming, como apunta Pitchfork? Sea como fuere, sea el caso de Greta Van Fleet puro postureo llevado al éxito comercial o no, está claro que la nostalgia sigue moviendo millones en la industria musical, ¿y acaso lo que hacen difiere demasiado de lo que hace, por ejemplo, Bruno Mars en su estilo?