La principal es la falta de cohesión entre el título de ‘Free Spirit’ y sus letras. En muchas ocasiones, Khalid no parece un “alma libre” sino esclava de sus inseguridades, miedos y sobre todo de su gigantesco ego, lo cual ya era un problema en el álbum anterior. En sus canciones, Khalid siempre es el que más ama y el que más se entrega en una relación, pero por alguna razón también es el único que siempre sale perjudicado de una ruptura y sus letras están llenas de resentimiento hacia la otra persona. Frases como “si me vas a amar, quiero que me ames más profundamente, si me vas a dejar, quiero que salgas corriendo, odiaría que me dejaras apegado a ti” (‘Bad Luck’) o “te di todas las señales, pero tú seguiste las señales equivocadas” (‘My Bad’) huelen un poco a chamusquina. Cuando Khalid nos dice que su chica no le llama pero reconoce “nunca nadie te tuvo, solo fingía que eras mía”, cabe preguntarse de quién es el problema, si de ella o de un chico de 21 años un pelín inmaduro. Pero él ya parece saberlo cuando en ‘Self’ declara “siempre he tenido problemas con la autocrítica”.
Al margen de las letras, que en su mayor parte están llenas de tópicos y hablan de amor, desamor, amigos que solo quieren a Khalid por interés o en el caso de ‘Talk’, el primer single del disco producido por Disclosure, de la conversación importante que tiene lugar en cualquier relación, el “¿y adónde va esto?”; ‘Free Spirit’ es un disco demasiado largo, diferenciado por una buena primera mitad y por una segunda mitad plúmbea en la que Khalid reúne una serie de baladas y medios tiempos totalmente anodinos y olvidables, entre las que solo se salvaría ‘Self’ y por su interesante producción. Parece mentira que la canción que titula el disco sea tan floja, pero no es peor que ‘Twenty One’, que parece un descarte de Shawn Mendes, o la balada ‘Heaven’, que parece de la peor Leona Lewis. Por no mencionar ‘Saturday Night’ y su cuestionable mensaje “dile a tus padres que yo me preocupo más por ti”.
En la primera mitad, que se abre con una ‘Intro’ que no es una intro (Khalid ha dicho que prefiere que sus fans la titulen por sí mismos dependiendo de lo que signifique para ellos), los singles ‘Better’ y ‘My Bad’ son representativos de que hay algo bastante personal en el sonido de Khalid pese a tratarse de un híbrido bastante claro de pop, soul y ritmos urbanos como el hip-hop o el trap. Será sus producciones a capas, las texturas que maneja o su melódica voz, pero Khalid está triunfando y no puede deberse solo a la suerte. El mejor ejemplo de esto es ‘Bad Luck’, que sería un buen single comercial de Frank Ocean, mientras ‘Talk’, que no es ‘That’s What I Like’ aunque lo intente, pero tampoco está nada mal, nos hace preguntarnos por qué Disclosure no están produciendo ya a Ariana Grande o similares. ‘Don’t Pretend’, con sus guitarras españolas, se encuentra también entre las canciones destacadas a nivel de composición de esta primera parte de ‘Free Spirit’, aunque está especialmente lastrada por su letra, sin duda el talón de Aquiles de Khalid.
‘Free Spirit’ empieza a hacer aguas en ‘Hundred’, un acercamiento imposiblemente mediocre al sonido “middle of the road”, y cae cuesta abajo y sin frenos sobre todo a partir de la colaboración con John Mayer en una ‘Outta My Head’ que jamás debió salir de ningún cajón de maquetas. Por rescatar otro tema de la primera mitad del álbum que tampoco está mal, la balada funky ‘Paradise’, con su base burbujeante, habla de una chica que fuma marihuana para evadirse de los problemas. La canción suena un poco alucinada y ojalá hubiera guiado parte de este irregular segundo trabajo de Khalid, o por lo menos haberlo concluido, porque lo que viene después justifica por sí solo las malas críticas que está recibiendo.
Calificación: 4/10
Lo mejor: ‘Bad Luck’, ‘My Bad’, ‘Better’, ‘Talk’
Te gustará si te gusta: Alessia Cara, Troye Sivan, SZA, Bazzi
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