El festival literario ‘Málaga 451’ en La Térmica, centro cultural contemporáneo de la Diputación, se ha consolidado como certamen nacional en su 5ª edición alcanzando cifras récord: más de 10.000 asistentes acudieron a encuentros con autores internaciones y nacionales, sin olvidar los conciertos al aire libre. Entre los artistas que, a tenor de la gran acogida de público, sospechamos que van a dar mucho que hablar este verano, Cupido y Cariño. También estuvieron los consagrados Hidrogenesse, en lo que ellos mismos llamaron «la mejor de sus visitas a Málaga»; y realizó la sesión de cierre Marc de Dorian a los platos, en la que no faltaron temas propios de la banda barcelonesa, instrumentales de Pional, ni “twerking” en la primeras filas a ritmo de C. Tangana. Fotos: Málaga 451.
En el Escenario 451, el escritor rumano Mircea Cărtărescu, candidato al Premio Nobel de Literatura, llenó a primera hora de la tarde el Auditorio Edgar Neville, dificultando la asistencia de los que llegaron tarde y trataban de buscar asiento. Mircea mantuvo una charla con el escritor y traductor Carlos Pranger, en la que intentó explicar que no es escritor y no le hace mucha gracia que lo traten como tal, sino que se considera alguien que «simplemente escribe». Habló con detalle de la escasez que sufrió cuando era niño, de cómo «el mundo de los sueños abre puentes a mundos mágicos» y dejó claro que su método de trabajo es ponerse todos los días delante de su libreta con un lápiz, evitando a toda costa hacer tachones, pues no cree demasiado en la búsqueda de momentos de inspiración y sí en la disciplina constante.
Es de agradecer que la novela gráfica tuviera su representación en un evento de esta categoría, y más con el fenómeno mundial del pasado año que ha eclipsado a crítica y público: Emil Ferris con su cómic ‘Lo que más me gusta son los monstruos’. Fue entrevistada por la escritora Sabina Urraca, que realizó una introducción extraordinaria nada «wikipédica», provocando la máxima atención de la mismísima Ferris, a pesar de que asistía con un catarro galopante. La química entre las dos fue extraordinaria, casi tanto como las caras de ambas ante esa pregunta del público que fue algo así como: “¿Acaso el proceso creativo no es como tirarte por un tobogán de cuchillas y caer en una piscina de alcohol?» Dio, al menos, lugar a momentos de humor más relajado y otros que inspiraban superación: recordemos que la vida de la estadounidense no ha sido precisamente un camino de rosas.
Brett Anderson hizo honor a su conocida elegancia, luciendo uno de sus sobrios y habituales trajes negros con camisa blanca. Serio en casi todo momento (salvo en contadas ocasiones, como cuando se escuchó el llanto de un bebé en el Auditorio, preguntándole si había leído ‘Mañanas negras como el carbón’), vino a La Térmica para recalcarnos que nunca quiso hacer una autobiografía estándar del rock. Anderson hizo mucho hincapié en su desinterés por las bandas británicas de los 90 (casi ninguna sale en su libro) o incluso las de ahora. ‘Mañanas negras como el carbón’ tan solo es un ejercicio de reconciliación con la relación un tanto difícil que mantuvo con su padre, surgido sobre todo tras tener un hijo, y presentando una reflexión sobre nuestros errores y sobre cómo se cometen de manera inevitable.
Los tres autores interactuaron con un público que nunca tuvo ninguna vergüenza por intervenir, en ocasiones tan apasionadamente como para hacerlo sin necesidad de traducción simultánea, intentando dar con el matiz exacto o la expresión correcta, y en algún caso pareciendo ser enriquecedor para los escritores. Así, a Brett Anderson lo vimos saltando del sillón cuando una espectadora dijo no concebir el primer disco de Suede sin el libro, cambiando todo su sentido después de haber leído ‘Mañanas negras como el carbón’. También impresionó a Emil Ferris ver la repercusión que el personaje de Karen, una niña detective que busca al asesino de un crimen, tiene en unos lectores de carne y hueso, algo que no imaginaba desde su estudio de dibujo. Es la desventaja respecto a los músicos, que en los conciertos sí pueden ver cómo calan sus canciones.
Así que vistos los resultados, bienvenidos los festivales de literatura. Tras este éxito, en el que solo hay que poner alguna pega como la cancelación de Christina Rosenvinge presentando su libro por problemas de agenda (Sánchez Dragó, en cambio, no canceló), el calor en el Auditorio por avería del aire acondicionado; o los problemas para devolver el euro de los vasos de plástico porque no había «cash» en las barras; ‘Málaga 451’ ya tiene anunciada la fecha para su próxima edición: 8 de mayo de 2020.