Música

Una Janelle Monáe magistral eclipsa el show correcto de Miley Cyrus en Primavera Sound

Kurt Vile, el trovador de Pensilvania, tiene a la gente pegada a su concierto a eso de las 19.30 de la tarde. El sol pega fuerte y ya hay gente dormida en el césped, pero también mucho fan fascinado por escuchar en directo temas tan magnéticos -y en algunos casos tan delicados- como ‘Bassackwards’, ‘Walkin’ on a Pretty Day’ o ‘Pretty Pimpin’. Aunque desde mi posición apenas alcanzo a ver su larga melena, su set resulta una gozada para las últimas horas de la tarde. Una pena que no estuviera su colega Courtney Barnett por ahí para ver a los nuevos «Kurt & Courtney» en carne y hueso. Foto: Sergio Albert

Cuando aun quedan varias horas para que Miley Cyrus suba al escenario del Primavera, descubro a varios fans de la artista pululando por el set de Carly Rae Jepsen, quizá porque al final no son tan diferentes los intereses de ambas “fanbases”. Veo camisetas estampadas con la cara de Miley y un chico con un pendiente de Hannah Montana, pero en cuanto sale Carly al escenario los pierdo de vista. Espero que disfrutaran del concierto de la canadiense, porque fue realmente divertido. Carly, ataviada con un vestido rojo transparente y una malla amarilla, es decir, vestida con los colores de la bandera española no sé si a propósito, presentó sus mayores éxitos, entre ellos un coreadísimo ‘Run Away with Me’, y también algunos de los temas más queridos por su público, como ‘Emotion’. Decepcionó un poco ‘Want You in My Room’, que no terminó de brillar en vivo, y de hecho los temas de ‘Dedicated’, con la excepción de ‘Now That I Found You’, no fueron los más populares, quizá por ser demasiado recientes. ‘Call Me Maybe’ llegó hacia la mitad produciendo un coreo ensordecedor, y además fue el mejor momento del show, pues Carly la interpretó correteando de un lado a otro de la pista, saludando al público y recogiendo la espada de turno (la del meme). No me quedó claro si el concierto de Carly fue demasiado “cheesy” para una parte del público, pero desde luego no puede decirse que fuera aburrido. El cierre con ‘Cut to the Feeling’ lo concluyó por todo lo alto.

Lo de Janelle Monáe fue un portento. Aunque la puesta en escena fue sencilla, la cantante se comió el escenario junto a sus bailarinas y músicos con su carisma y sus diversos cambios de vestuario, todos ellos ultra llamativos en el sentido “funky” del término. El show pudo parecer corto cuando descubres que solo se compuso de 11 temas, pero fue largo y sobre todo muy dinámico debido a algunas de las versiones extendidas que Janelle interpretó de algunas de sus canciones, como la divertidísima ‘Make Me Feel’. Fueron espectaculares el rap de ‘Django Jane’ y el momento “crowdsurfing” de ‘Come Alive (The War on the Roses)’, mientras ‘Pynk’ fue como presenciar su videoclip en directo, con Janelle portando sus “pantalones vagina”. Aunque el mejor momento de todos llegó en ‘I Got the Juice’, irónicamente pues este ni siquiera es uno de sus temas más conocidos. Pero Janelle se superó seleccionando a tres personas del público para el tramo final de la canción, a tres “ordenadores sucios”, invitándoles a subir al escenario y por un momento ser los protagonistas del show. Cada uno de ellos obtuvo su momento de gloria bailando al ritmo de la canción como si fuera un concurso de talentos en directo, ante la atenta mirada de Janelle y el jolgorio del público, provocando un momento de éxtasis colectivo y la envidia de los fans en las últimas filas. Y también hubo un momento emotivo que elevó el espectáculo de Janelle más todavía, cuando la cantante dedicó su concierto a todas las “personas marginadas”, incluyendo por supuesto a las mujeres y la “comunidad LGBT” pues ella es una “mujer negra queer” . No le faltó una pullita a Donald Trump (“odio lo que está haciendo en Estados Unidos”) e incluso le saltó alguna lágrima. Un concierto insuperable.

Lo mejor del concierto de Miley Cyrus en Primavera Sound fue su magnética presencia escénica. Una rockera en el sentido clásico del término, la cantante posee también un elemento de mujer “badass” que no puede ser más genuino, y aunque no es una performer épica y salvaje como una Florence, su actitud en el escenario es la de una superestrella sin nada que demostrar y muchas ganas de darlo todo en directo. Su show no fue espectacular, pero sí correcto y sobre todo, la emoción general por verla creó una intensa sensación en el ambiente que elevó su disfrute. ‘Nothing Breaks Like a Heart’ fue el mejor comienzo posible, aunque lo que presentó Miley justo después fueron algunos de los temas incluidos en su nuevo EP, no demasiado conocidos por el público pues habían salido ese mismo día. ‘Mother’s Daughter’ gustó especialmente al público, pero lo que terminó triunfando fue su repertorio de clásicos. Y no, no me refiero a los de Hannah Montana pese a que un grupo de personas se puso a cantar ‘Best of Both Worlds’ antes de que empezara el set, quizá buscando que sonara la flauta. Subida en una plataforma con forma de altavoz gigante, Miley produjo euforia colectiva cuando empezaron a sonar los primeros compases de ‘We Can’t Stop’, mientras ‘Party in the U.S.A.’ fue el momento álgido de la noche y ‘Jolene’ el más bonito: es su mejor versión, a mí siempre me ha parecido mejor que la original y es un acierto absoluto que incluya este tema en sus conciertos como si fuera propio. De alguna manera lo es. ¿Y qué fue lo peor del concierto de Miley? Sin duda una extraña versión downtempo de ‘Malibu’ que no pudo sonar más descafeinada. Con lo bonita que es la canción…

Me repito más que el ajo, pero no puedo entender lo que hace Tame Impala en directo con las canciones de ‘Currents’. Al margen de que sigue presentando ese álbum -por muy clásico que sea- como si fuera 2015 -sí sonaron ‘Patience’ y ‘Borderline’, pero Kevin Parker sigue reservándose el resto de sus temas nuevos para otro momento- el traslado de las canciones de aquel disco al directo se me hace realmente torpe. Son canciones melódicamente deslumbrantes, históricas en algunos casos como ‘Let it Happen’, según el día que me preguntes, en mi opinión la mejor canción de la década; además elaboradas con el máximo mimo posible en el estudio, con producciones ricas y detallistas. Pero como tal parece que no están hechas para el directo. Fallan totalmente en los momentos cumbre: los subidones de ‘Let it Happen’ y ‘Eventually’ son una bajona total, estos y otros temas suenan a maqueta, como elaboradas in situ. En comparación, sus temas más viejos, como ‘Elepehants’ o ‘Feels Like We Only Go Backwards’, suenan mucho mejor. No pasa nada por que un artista sea mejor en estudio que en directo; no es verdad que un artista muestre su verdadera valía solo cuando hace buenos directos, de hecho el trabajo de producción en general debería estar más valorado. Kevin Parker es un talento portentoso en estudio, pero en vivo me ha vuelto a decepcionar.

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Publicado por
Jordi Bardají