Música

Lana del Rey, amenazada como cabeza de cartel del FIB por el conciertazo de The 1975

El Festival Internacional de Benicàssim celebró su segunda jornada con Lana del Rey como reclamo principal. Lana podría haber sido cabeza de cartel con su primer disco, aquel que parte de la crítica recibió de pena y muy poco después se ha convertido en un clásico popular, como mostró la primera canción del set, ‘Born to Die’, escalofriante, o la selección de temas como ‘Blue Jeans’, ‘Summertime Sadness’ y ‘Videogames’, en el que vimos a Lana balanceándose en un glamouroso columpio, incluso sin manos. Todo en ella era como una película del Hollywood más clásico de los años 50. Fotos: Pau Bellido.

Pero Lana es también otra artista ahora mismo de muchísimo más recorrido, que puede permitirse incorporar canciones más desestructuradas a su repertorio o salir con 25 minutos de retraso en un festival en el que te estás perdiendo a la vez otras actuaciones, como en este caso La M.O.D.A., que actuaban más o menos a la misma hora en el Escenario Carrefour bajo la atenta mirada de miles de personas.

Lana del Rey no tiene una voz enorme como para llenar de satisfacción al Escenario Las Palmas. Lo que sí tiene es la capacidad de dejar al respetable hipnotizado con su presencia, haciendo poco más que un par de cucamonas. Todo lo que le faltaba de volumen como vocalista lo rellenaba bien con un poquito de pregrabado o un mucho de actitud y así, una de las primeras canciones la interpretó junto a sus coristas completamente tumbada sobre el escenario, y despuntaron luego el par de versos de ‘West Coast’ que sonaron a capella o la incorporación a una especie de popurrí de su gran hit ‘Young and Beautiful’. Como era de esperar, el concierto se cerró con bien de 10 minutos de Lana mezclándose entre el público haciéndose selfies con la paciencia de un santo, recogiendo besos de unos fans que parecen saber cómo abrazarla sin molestarla gracias a las fotos a su vez tomadas en otros conciertos, y recopilando regalos en bolsas de papel. Pero por lo menos esta vez había cámaras, a diferencia de lo que en su momento vimos en La Riviera, y la gente de las últimas filas no nos quedábamos sin saber qué estaba sucediendo durante ese último corte, que fue ‘Venice Bitch’. La artista confirmó, por cierto, que su disco nuevo saldrá en algún momento del «mes que viene».

Dos horas antes, The 1975 ofrecieron un show que podría haber sido un gran cabeza de cartel, cuando menos durante la jornada anterior del jueves (lo siento, Fatboy Slim). Si hace unos años el grupo británico ya despuntaba con su juego de neones y alturas en un escenario menor, en este caso se merendaron el gran Escenario Las Palmas tirando de repertorio, sonando prácticamente todo a single, y también de actitud. Matthew Healy fue un líder de campeonato gracias a su buena voz o a su capacidad para sumarse a los pasos de las dos bailarinas que estaban coreografiadas o a aquello que la canción requiriera.

Lo mejor es que la mayoría de las veces la canción ni siquiera requería de complementos extra, aunque sigue funcionando, por ejemplo, la proyección de frases de «haters» tipo «este cantante se piensa que tiene carisma pero no». Pero casi toda canción interpretada sonaba como un hit, como decía: el concierto empieza con la rockera ‘Give Yourself a Try’ y no faltan poco después ‘TOOTIMETOOTIMETOOTIME’, la optimista ‘It’s Not Living (If It’s Not With You)’, ‘Somebody Else’, ‘I Always Wanna Die (Sometimes)’, que contra todo pronóstico no es la canción final del show, o ‘Love It If We Made It’, de los mejores momentos de la noche con sus proyecciones tipo arte pop, que Matt cantó puño en alto. Sólo le vi excederse con el Autotune desgañitado de ‘I Like America and America Likes Me’, un poco una sobrada de modernidad (o de su parodia de la misma), pero por lo demás, un gran show.

Los seguidores de colectivos como of Montreal y The Go! Team tienen en Superorganism todo un aliciente para pasarlo bien, como se había visto a primera hora de la tarde-noche. La banda además tiene su personalidad haciendo buen uso de sintetizadores, proyecciones y coreografía. Sonaron temas como ‘It’s All Good’, ‘Night Time’ o ‘Relax’ con proyecciones de gatos, paisajes y animaciones. La cantante Orono Noguchi bromeó sobre el consumo de cerveza y explicó que uno de los miembros de Superorganism había visitado el FIB como público dos veces y que era uno de sus festivales favoritos. “Deberíamos ser cabezas de cartel a la próxima”, bromeó, aunque para ello antes necesitarán más pistas como ‘Everybody Wants to Be Famous’ y ‘Something on Your Mind’, que en ambos casos dejaron para el final.

Yellow Days ofrecieron como cuarteto un concierto de tintes jazzies y rhythm and blues con ecos tan pronto de Lou Reed como, al final, Stevie Wonder. Canciones sobre “fumar marihuana y estar triste por una chica”, como ya sugerían esos largos solos de guitarra y teclado, fueron ejecutadas con gran mimo y destreza pese a su juventud. Gus Dapperton entretenía a un millar de personas, una base de entregados fans sorprendentemente consistente, con un pop con alarido que podríamos situar a medio camino entre John Maus y Mac DeMarco, pero en algún momento, tampoco tan lejano de The Police. Monterrosa, evidentemente con un set parecido al que hace poco les vimos en el Orgullo, interpretaron temas como ‘1992’, protestaron contra la manipulación con su tema melódico casi así llamado (‘Me manipulaste’), y expresaron su emoción de traer al FIB una canción de Massiel, convocando bastante gente pese a tocar en parte a la vez que el grupo imposible de llamar en voz alta de manera rápida, The 1975. Horas después, la noche acababa con el show de house con cantante de Gorgon City, perfecto para seguidores de Disclosure, pese a lo muy hartos que deben de andar con las comparaciones, y Ochoymedio DJ’s, que reivindicaron tanto la figura de Camilo Sesto como la de Billie Eilish, triunfando especialmente con la selección de la muy querida Florence + the Machine o esa remezcla reggeatón de ‘Take Me Out’ que debería estar rulando por doquier.

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Publicado por
Sebas E. Alonso