Entre el 3 y el 13 de octubre (aún quedan varios días de exhibición) se está celebrando la 52ª edición del Festival de Cine Fantástico de Sitges. Su público entrañable, el sábado en parte disfrazado de zombi para la tradicional marcha por el pueblo, ha acudido fiel un año más a este desfile de cintas que tanto provocan terror como carcajadas, aplausos e incluso vítores en los pases en sus momentos más gore. A lo largo de 2 especiales repasaremos algunas de las películas vistas estos días, algunas muy anheladas y otras más random como consecuencia de la suerte: conseguir pases para algunas películas, como por ejemplo ‘The Lighthouse’ (que un compañero del site pudo reseñar desde Cannes), tanto como público como prensa fue misión imposible.
‘The Lodge’: guerra de locura en la cabaña perdida
Desde Austria, Veronika Franz y Severin Fiala (‘Goodnight Mommy’), vuelven con esta cinta de terror psicológico con ecos de ‘Hereditary’, ‘El resplandor’ y, en un par de planos y escenas, ‘Los Otros’. Un padre intenta acercar a sus dos hijos a su nueva novia reuniéndolos en una cabaña durante un fin de semana. Una vez allí, el guión se las apaña para manipular hábilmente al espectador jugando con el pasado en una maléfica secta de la madrastra (Riley Keough) y su turbadora adicción a las pastillas, y unos niños cerrados en banda hasta lo enfermizo, en su negativa a darle a esta mujer una oportunidad (Jaeden Martell de ‘It’ está especialmente estupendo). Franz y Fiala saben conectar al espectador con los personajes a través de un inicio de película muy emotivo, en el que destaca una escena impresionante de Alicia Silverstone. Entre referencias religiosas y escenas propias de thriller, ‘The Lodge’ se beneficia de un par de inesperados giros de guión, si bien un tijeretazo de 10 minutos sobre el metraje no le habría hecho ningún daño. 7,5.
‘4×4’: claustrofobia en el coche robado
Un ladronzuelo se cuela en un coche para robar, pero cuando se dispone a salir se da cuenta de que no puede escapar. Este es el arranque del que parte el argentino Mariano Cohn en esta cinta que comparte el punto claustrofóbico con ‘Buried’, pero aquí con un trasfondo más social, poniendo sobre la mesa un interesante debate. De un lado, un vecindario hasta el kiwi de que les roben. De otro, el salvajismo de tomarte la justicia por tu mano. Con un guión de este tipo, una de las principales cuestiones es cómo sobrevive la película durante tantos minutos con un único protagonista, y en ese sentido los recursos del sueño y el bichito que escapa por el agujerito son un poco manidos, de la misma manera que Dady Brieva funciona mejor como voz en off que como personaje en sí. Pero sí es cierto que Peter Lanzani está sobresaliente como protagonista y su último plano no puede estar más cargado de simbología. Te gustará ‘4×4’ si te gusta… la letra de ‘In the Ghetto’. 7,5.
‘La jauría’: ¿quién es el lobo?
Curiosamente otra película exhibida en el festival parte de una premisa muy parecida: cuatro hombres encerrados en un coche, en este caso a punto de morir por inhalación de monóxido de carbono. La de C. Martín Ferrera, inspirada en parte en el juego de Lobos y Aldeanos, es más modesta en cuanto a guión y dirección de actores, con varios momentos un tanto repetitivos, como es la presentación de los propios personajes. Sin embargo, pese a ese final demasiado precipitado, ‘La jauría’ se apunta el tanto de terminar tratando una temática de plena actualidad, poco manoseada en el cine por el momento, y manteniendo al espectador en vilo durante sus 75 minutos. ¿Qué ha llevado a estos 4 hombres a verse encerrados en este coche? ¿Qué tienen en común? ¿Cómo lograrán salir de ahí? 6.
‘Koko-di Koko-da’: ¿es posible huir de la muerte?
Ver una película sueca a las 8 de la mañana después de una maratón nocturna de 3 películas y un corto croata sobre un ojete con un alienígena asesino dentro, se antojaba una labor titánica, pero la cinta de Johannes Nyholm atrapa desde el principio logrando la empatía del público objetivo de Sitges. Los protagonistas son una pareja que se enfrenta, entre otras cosas, a una alergia letal, sobre la que el marido llega a bromear: «mi mujer ha entrado en el baño y ha salido otra persona. ¡Es Freddy Krueger!». Con esa minúscula nota de humor negro, el espectador se ve atrapado junto a ellos en una pesadilla vacacional que, por diferentes razones, puede gustar mucho a seguidores de ‘Las colinas tienen ojos’, ‘El día de la Marmota’, ‘Destino final’ o ‘El ángel exterminador’. Eso sí, todo ello pasado por el prisma del cine independiente, con un par de incursiones oníricas y lynchianas (esa familia de conejos), llenas de dobles sentidos e interpretaciones. El paseo mágico lo podrían haber musicado los primeros Goldfrapp. 8.
‘Bliss’ es un cuadro
Un rótulo nos advierte antes de la exhibición de ‘Bliss’ de que lo que vamos a ver no es apto para epilépticos. Efectivamente ya los créditos de la cinta de Joe Begos son más duros de roer que las primeras páginas webs de M.I.A. Lo que no se nos advierte es que estamos ante una idea de guión que debería haber sido un cortometraje de 8 minutos en lugar de una película de 80. Protagonizada por una pintora incapaz de terminar un cuadro, ‘Bliss’ pretende ser una metáfora sobre la creación y una reflexión sobre la relación de las drogas con la creación artística. Una película sobre cómo la culminación de una obra puede llevarte por delante. Suena interesante hasta que todo se convierte en un chorreo de sangre, drogas, heavy metal y otros lugares comunes, como ideado por un estudiante de 1º de Bellas Artes o Comunicación Audiovisual. Que alguien le regale a Joe una suscripción para ver en algún lado ‘Arrebato’. O ‘Blow Up’. 4
.
‘Verotika’: Glenn Danzig nos ofrece sangre y tetas con ojos
Que tiemble Rob Zombie, que llega Glenn Danzig. El fundador de Misfits debuta en la dirección a los 64 años referenciando, según él, el giallo de gente como los míticos Dario Argento y Mario Bava. Algo hay en común sobre todo en la manera de retratar la sangre, pero lo de Danzig apunta más bien a la estética tetuda de Russ Meyer, al cómic pajillero y a la serie B de Bruce LaBruce, pero en hetero y sin intencionalidad política. ‘Verotika’ se compone de tres historias, cada una deliberadamente más ridícula que la anterior. En la primera la protagonista es una mujer con unos ojos en las tetas que pintan menos como recurso narrativo que una braga-faja en una película porno; la segunda reafirma la divertida parodia de la policía -y del género policíaco- a la que apunta la primera. Para cuando llega la tercera, el delirio es ya total. Vemos unos planos interminables de una condesa de la Edad Media mirándose al espejo tras alimentarse de la sangre de unas doncellas vírgenes, mientras el público grita cosas como «¡selfieeee!» o «¡no os vayáis!» a aquellos que deciden desertar. Para entonces te das cuenta de que ‘Verotika’, más que una película, es una experiencia en la que la complicidad del público con el director, presente en la sala, es máxima. Glenn Danzig ya planea otra película, un «spaghetti western» con vampiros, y yo no me la pierdo. Pero con amigos. 6.
‘L’Angle Mort’: el sufrimiento de los invisibles
En contraste brutal con ‘Verotika’, el ambicioso existencialismo de ‘L’angle mort’, y no porque en este caso sea un chico, Jean-Christophe Folly, y no una chica, quien se pasa desnudo media película. Los directores franceses Patrick-Mario Bernard y Pierre Trividic comienzan esta cinta a golpe de jazz, pero desgraciadamente renuncian a ese ritmo para apostar en su lugar por un guión pausado, baladesco, centrado en el drama y sin sobresaltos, dedicado a los invisibles de nuestra sociedad. Porque el protagonista, Dominick, puede desaparecer cuando quiere, pero eso no termina de darle la felicidad ni siquiera cuando parece tener bastante suerte en el amor. Pese a que no termina de exprimir la excelente idea de partida, ni desde el punto de vista dramático, ni como thriller, ni desde ese punto de vista erótico con el que llega a coquetear, la película cuenta con interesantes segundas lecturas en referencia a la inmigración y a los marginados en general. ¿Será un invidente la pareja perfecta para alguien que no quiere o puede ser visto? Una pena que ‘L’Angle Mort’ en sí no sea más «visible» para el público generalista: ¿será una metáfora?. 6.
‘Ready or Not’: la golosina de Sitges 2019
Tan asumible por todos los públicos que llega a los cines españoles este mismo viernes 11 de octubre (en breve publicaremos una reseña más completa), ‘Ready or Not’ (‘Noche de bodas’) es una buena película que en el contexto de Sitges se transforma en peliculón. Siguiendo una tradición familiar de empresarios de juegos de mesa, en la noche de bodas de la pareja protagonista toda la familia ha de enfrentarse a un juego macabro. Una versión tétrica del Escondite en la que la derrota se paga con la muerte. Divertidísima, sangrienta y no siempre tan predecible, la película de Tyler Gillett y Matt Bettinelli-Olpin no oculta ni su intencionalidad feminista ni su burla de la alta clase social. Yo fui a Sitges exactamente para ver mucho de esto. 8.
‘The Shed’: la venganza de los «losers» del instituto
Frank Sabatella dirige este entretenidillo film protagonizado por dos “losers”, Stan y Dommer, que parecen sendos personajes recién escapados del Festival de Sundance. El uno sufre el maltrato psicológico de su abuelo, su único pariente; el otro, el bullying escolar. ‘The Shed’ es un cúmulo de tópicos de instituto, entre el acosador malvado, la guapa inalcanzable y los chicos alternativos que conectan con el espectador que se preocupa de ver una historia como esta. Sin embargo, el recurso de que sea una figura monstruosa que aparece en el cobertizo de la casa de Stan, la que puede ejercer de «salvadora» para ambos protagonistas, tiene su gracia. ¿Son los monstruos de las películas tan terroríficos o lo es nuestra propia vida? Aunque se agradecería que ‘The Shed’ fuera más abiertamente hacia la comedia, más abiertamente hacia el gore, o más abiertamente hacia algún sitio, logra arrancar en Sitges casi todas las carcajadas que busca. 6.
‘Dark Encounter’: ¿quién da más miedo?
La cinta de Carl Strathie comienza con la desaparición de una niña de 8 años en un pequeño pueblo de Estados Unidos. La estética y la narración de ‘Dark Encounter’ sugiere desde el primer momento que la niña haya sido abducida, ante la ceguera de una familia y la policía, que parece no querer darse cuenta de lo «evidente». ‘Dark Encounter’, que a la postre termina resultando un gran título, muestra su propia ceguera al espectador a través de un giro en la trama. Aunque el momento ‘Interstellar‘ le queda muy grande a este drama familiar un tanto telefilmesco, como subraya su propia música, la última media hora revela una nueva visión sobre esos hombrecillos verdes que tanto han aterrorizado al espectador desde el espacio a lo largo de la historia del cine. 6.