En un texto manuscrito publicado en sus redes hace pocos días, Holly Lapsley Fletcher explica que, tras dos años en los que desapareció por su «bienestar mental», ha aprendido a «amar a la mujer en la que se ha convertido» –recordemos que cuando publicó su debut apenas tenía 19 años–. Llegada a ese punto, supo que era el momento de volver al estudio, donde dice que ha traspasado sus límites como compositora y productora, «explorando nuevos sonidos electrónicos y ampliando su paleta de influencias». Y lo cierto es que algo de eso muestra en ‘My Love Is Like The Rain’, adelanto del citado disco de cuatro canciones que avanzó el pasado viernes.
Lo cierto es que no es una canción tan inmediata desde el punto de vista melódico como ‘Hurt Me‘ o ‘Falling Short’, sus hits personales. Pero a cambio, como ella dice, muestra una riqueza sonora mucho mayor, tanto en su base rítmica como en los teclados que envuelven su sinuosa melodía vocal. Una canción que, dice, «habla sobre aceptar los elementos que me hacen humana e individual; tanto los negativos como los positivos. La belleza en la oscuridad y la luz. Abrazar la contradicción».
En ese sentido, la traslación a imágenes que ha hecho la realizadora Camille Summers-Valli es perfecta, puesto que logra encontrar la belleza en momentos tan terribles como un suicidio o un accidente de tráfico, salpicadas de poéticas coreografías en una piscina –la natación, cuenta Fletcher, ha sido una de sus vías de escape en estos años– y en un club. Allí aparece la propia Låpsley, sudando eufórica junto a una recua de jóvenes. Y allí, también, vemos a una niña que muy probablemente la representa a sí misma, a la inocencia que, pese a los sinsabores de la industria musical, conserva.