Sin ser el suyo el sonido más original y ambicioso del mundo -y no tiene por qué serlo-, Σtella (este es su nombre artístico) sí maneja unos códigos de electro-pop muy elegantes y además es capaz de componer canciones tan orgánicas y adictivas como ‘The Race’, que se conoce desde el pasado verano, pero que vale la pena rescatar. El ritmo trotón y la repetitiva melodía aflautada de ‘The Race’ sirven a una composición misteriosa pero llena de luz, que suena como el contrapunto luminoso de ‘Passionfruit’ de Drake en varios puntos, aunque sea de manera vaga. El resultado desprende una épica controlada que atrapa desde el primer momento.
En ‘The Race’, «stella sigma» parece hablarnos sobre la necesidad de conexión, de amor, de propósito, de encontrar «un lugar» en el mundo. Es un mensaje existencialista, poco concreto pero lo suficientemente evocador como para complementar positivamente el espíritu melancólico, y a la vez eufórico, de esta producción. «Podemos buscar un sueño, que fluya como el río y sientas en tu interior, y que te lleve a lugares a los que nunca has estado», reza el verso final. Y acorde con este mensaje de motivación -y con el título de la canción-, el vídeo de ‘The Race’ es deportivo.