Música

Agnes Obel: «Pasaron años antes de que en la prensa alguien me preguntara sobre producción»

‘Myopia’ es el cuarto disco de Agnes Obel. La danesa se vacía en una obra inmensa que ha encarado completamente sola. Aislada en el estudio con sus instrumentos (pianos, cuerdas y percusión, principalmente), ha compuesto, interpretado y modulado los temas obsesivamente durante meses. El resultado es fascinante; una colección de canciones oníricas, casi fantasmales y, a la vez, tremendamente potentes. Agnes parte de una dualidad: la miopía como fuerza motriz de la inspiración y, a la vez, lastre que la condiciona. Pero también habla sobre el sueño (y la falta de él), la pérdida de los seres queridos y el recuerdo como manera de retenerlos contigo. A pesar de semejante carga de profundidad, Agnes se muestra jovial y amena por teléfono. Pero tengo tanto que preguntarle sobre cómo ha materializado su rico mundo interior, que los veinte minutos de entrevista se revelan escasos. Agnes Obel actúa el 26 de marzo en el Teatro Lara de Madrid (entradas agotadas), y el 27 de marzo en la Sala Barts de Barcelona.

Dices que enseguida supiste que el disco se iba a titular ‘Myopia’ (“Miopía”). Por los textos de la hoja promocional entiendo que la “miopía” funciona como metáfora de tu proceso de trabajo y de tu manera de vivir. Pero hablas de ello en sentido tanto positivo como negativo a la vez. ¿Cómo funciona ese equilibrio?
Entiendo la miopía como una premisa para la experiencia, que nos lleva a escoger algo en que centrarnos. Es así como los seres humanos construyen los significados y las historias; [la miopía] se convierte en una cosa creativa, inventiva. Pero, por supuesto, también puede ir hacia la dirección equivocada. En un nivel psicológico, el individuo puede ser miope en un sentido negativo. Lo sé por mí misma; creo que tengo una mente miope. Trabajo de una manera muy intensa en mi música, por ejemplo. Pero también puedo ir en una dirección equivocada, recrearme en mi debilidad; hay días en que sólo soy capaz de ver las cosas malas, el núcleo de las cosas de una manera muy extrema. Pero no sólo me ocurre a mí, es algo muy humano. Por eso ese título pone el énfasis en estas experiencias. No es algo neutral ni objetivo, sino algo altamente subjetivo y miope. Nos es muy fácil criticar las perspectivas de otras personas, por eso quiero mostrar mi propia perspectiva.

En la hoja promocional hablas de “visión túnel” refiriéndote a la miopía. La visión túnel hace que te centres en un asunto, ignorando el resto. ¿Es esta la idea?
Creo que, por una parte, quiero comprender mi propia mente y cómo mi propia mente me engaña. Quiero investigar mis propias maneras de ser miope. Por ejemplo, mi problema para poder conciliar el sueño solo me sucede cuando estoy preocupada por no dormir (risas). Mi mente es, a veces, mi mayor enemigo. En este álbum quiero investigar mis propias debilidades… pero no son algo exclusivo mío, son debilidades humanas.

Ahora que hablas de tus problemas para dormir, leo en la nota de prensa que esos problemas fueron la inspiración para ‘Broken Sleep’; que, a raíz de tu insomnio, empezaste a estudiar sobre la historia cultural del sueño. Y descubriste que antiguamente el sueño estaba relacionado con la idea de la muerte, que es algo fascinante. ¿Descubriste alguna relación más que te sorprendiera?
Sí, que ese preámbulo a quedar dormido es muy similar al preámbulo de la muerte. Y que, de alguna manera, antaño se entendía que ese preámbulo era el momento de hablar y preguntar a los dioses. Otra cosa [que descubrí] es que, antes, el tiempo para dormir se partía en dos períodos. Quizás dormías cuatro horas, te despertabas, te levantabas, hacías algo y volvías a la cama otra vez. Y el porqué de haber cambiado este patrón de sueño por otro de ocho horas seguidas es por la revolución industrial; somos una máquina que tiene que trabajar y no hay tiempo para levantarse en mitad de la noche y estarnos un rato merodeando como solíamos hacer.

Y aparte del insomnio, que es bastante grave, ¿qué otras consecuencias físicas y mentales tuvo el proceso de grabación?
El insomnio es muy malo, sí (risas). Por suerte, fue en períodos cortos. Pero sí, es casi mi peor enemigo. Odio el insomnio. Hace que mi cabeza se vuelva loca, como si desconectara mi cerebro y empezara a caminar en círculos. Además, durante esos períodos soñaba con gente que ya ha muerto. Y creo que por eso tenía problemas para dormir; tenía miedo de encontrarme demasiado con los muertos. Es un misterio para mí por qué tenía esos problemas. Pero también sé que a raíz de pensar y escribir sobre ello he sido capaz de tomármelo con humor. La muerte tiene demasiado poder sobre mí.

«En este álbum quiero investigar mis propias debilidades… pero no son algo exclusivo mío, son debilidades humanas»

‘Island of Doom’ precisamente trata sobre eso, de soñar con alguien querido que sabes que está muerto, pero con quién te sigues relacionando mentalmente, ¿no?
Sí. Una persona muy próxima a mí… uno de mis padres murió mientras yo estaba de gira en 2014. Y luego… (pausa). Estaba soñando todo el tiempo con mi progenitor, que venía hacia mí, nadaba hacia mí, me hablaba. Y era maravilloso, porque podía seguir vivo en mi mente. Ya han pasado seis años y ahora… (pausa) No tengo ya esas experiencias de tenerlo tan cerca de mí. Y, en cierta manera, temo perder los recuerdos de mi progenitor, porque estaba tan vivo para mí… ‘Island of Doom’ va sobre esto, de personas que has perdido pero que siguen vivas en tu mente. Porque sigues soñando con ellas, porque todavía te hablan en el interior de tu mente, y eso afecta a tu comportamiento.

Grabaste este disco completamente sola, muchas veces de noche, un proceso que fue muy largo. ¿Cuánto tiempo te llevó completar el disco? He leído que unos dos años…
Bueno, ha sido un año y medio. Porque el primer medio año estuve trabajando en una banda sonora de una película de Hollywood y luego me despidieron (risas). Pero ya había perdido medio año en esa banda sonora. Creo que ese fue otro de los motivos por los que necesité aislarme para hacer el álbum, porque perdí mi fe en la música, estuve malgastando mi tiempo preocupándome por ese film, por el dinero y por cosas estúpidas. Así que necesitaba tiempo para encontrar mi propio lenguaje. No quería que me influyera nada del exterior.

«La muerte tiene demasiado poder sobre mí»

Otra frase de la hoja promocional que llama la atención es que, durante la grabación, tenías un “sentimiento de incertidumbre creciente”, reflejado en ‘Can’t Be’. Aparte del insomnio, ¿cuál fue el punto más crítico de la grabación?
Fue el hecho de estar tan sola encerrada conmigo misma, acabas bastante cansada. Y, durante el proceso de escribir las canciones, la sensación de que podía seguir y seguir, aunque desde fuera ya se percibieran como acabadas. Si mi pareja, Alex Brüel Flagstad, no me hubiera dicho que parara, aún continuaría trabajando en el disco (risas). Puedo llegar a perder la noción del tiempo. Y hay canciones que finalmente no he incluido en el disco en las que aún quiero trabajar. Supongo que acabarán en un EP que también se llamará ‘Myopia’ o algo parecido.

También hablas de la duda como motor de trabajo. Y ahora me comentas que podrías haber estado ocupada indefinidamente con las canciones. Entonces, ¿cómo sabes que un tema ya está acabado?
La verdad es que nunca no lo sé. Podría seguir y seguir y seguir… Puedo perder una cantidad increíble de tiempo con la misma canción. Podría continuar así hasta la muerte, pero no es bueno… No soy nada buena en saberlo [cuándo acabar las canciones]. También es que te enamoras del proyecto, del álbum, de las canciones, y si lo acabas entonces el enamoramiento también se acaba, y eso siempre es duro para mí. Es muy poderoso tener todo un mundo en tu cabeza, tu mundo secreto en el que trabajas y trabajas, a veces por un tiempo prolongado. Te puedes sentir incomprendida, ya que resulta difícil invitar a nadie [a este mundo]. Y luego lo has de sacar a un contexto comercial, en que todo tiende a ser un producto. No es nada divertido ver a tu bebé musical convertirse en un producto. Pero luego está bien cuando tocas esas canciones en directo, entonces dejas de sentirte así.

Es muy interesante leer cómo fuiste preparando el disco; afinando los diferentes instrumentos de diferentes maneras, modulando y alterando tu voz para conseguir las atmósferas… Comentábamos que habías escogido el título, ‘Myopia’, desde antes de empezar pero, ¿tenías ya claro cómo querías sonar? ¿O todo fue un trabajo sobre la marcha: prueba, error, experimentar para saber hacia dónde ir, etc?
Realmente me gusta cuando no sabes nada de antemano. Es interesante cuando lees un libro o ves una película y sientes que el escritor también ha descubierto algo para sí mientras lo escribía. Hay que intentar investigar siempre, descubrir algo para ti misma mientras lo haces. Es una manera de proceder más frágil, cuando no has resuelto todo. Quería, por ejemplo, una canción sobre recuerdos. Porque realmente creo que todos estamos resumidos en nuestros recuerdos. De alguna manera, mis recuerdos constituyen quién soy, son el filtro a través del que experimento el mundo. Así que si tengo que representar mi propia experiencia miope sobre las cosas, he de colocar ahí mis recuerdos. Y si tengo que encontrar mi manera de representar mis recuerdos, he de hacerlo modulando mi voz, enriqueciéndola mediante máquinas, porque así suenan los recuerdos, una versión de mí que no viene desde el ahora, pero sí que puedo experimentar ahora.

En su atmósfera onírica e irreal, ‘Myopia’ muestra una fuerte esencia cinematográfica, como si el cine hubiera sido también una fuerte influencia para este disco. ¿Ha sido así?
Me encanta pensar en la producción musical como si fuera cine. Mi propio cine.

¿Has pensado en componer bandas sonoras, como han hecho otros artistas provenientes del pop o la electrónica? Bueno, aparte de la que te despidieron, claro (risas).
La verdad es que no debería preocuparme, pero lo hago, porque me despidieron de la última (risas). El problema es que el proceso es bastante diferente. Primero has de encontrar a un director y un productor que confíen en ti, para poder hacer lo que te apetezca porque, de otra manera, hay como nueve o diez personas opinando [sobre tu trabajo] y eso no es para nada bueno para poder crear algo original. Pero si encontrara el proyecto adecuado y si me estuviera permitido hacer lo que quisiera, es algo que me encantaría. Siempre que no me pidieran tener que sonar a cualquier otro, que es algo que no quiero hacer.

«Se tiene la noción equivocada de que los campos de actuación de una artista femenina son limitados». Yo nunca pensé en ello antes de publicar música y luego fue como “Oh, Dios mío”. El espacio que te dejan es muy pequeño»

Está claro que, como artista, quieres expandir tu obra, que no te engloben en una categoría unidimensional. Así que te debe resultar molesto que te enmarquen en la categoría de cantante femenina con voz preciosa y un piano y ya, ¿no?
¡Oh, sí! Es un shock. Llevo en un estudio desde que tenía 17 años. Y, cuando lancé mi primer disco, descubrí que nadie parecía ver esa vertiente mía: la de trabajar en el estudio, trabajar con sonidos… Me pusieron como una voz con un piano, esas imágenes que sí, son parte de lo que soy, pero solo una pequeña parte. Hay mucho más. Desde mi primer disco, lo he hecho yo todo. Pero pasaron años antes de que en la prensa alguien me preguntara sobre producción. Y he producido y mezclado cada uno de mis discos. Pero es duro, se tiene la noción equivocada de que los campos de actuación de una artista femenina son limitados. Yo nunca pensé en ello antes de publicar música y luego fue como “Oh, Dios mío”. El espacio que te dejan como artista femenina es muy pequeño. La gente no ve todo lo que haces. No sé qué hacer con esto. Espero que [ese espacio] se vaya haciendo cada vez más y más grande y la gente venza ese prejuicio. Porque, si no, una chica que quiera convertirse en productora, que quiera crear sus propios sonidos, no sabrá que existe esa oportunidad para ella, porque sólo se ve esa imagen de mujer hermosa cuya música se pone al servicio del genio masculino. Esta es la historia del rock desde siempre. Y es aburrido. Pero es muy real, lo vengo experimentando muy a menudo desde mi primer disco. Cuando firmé mi contrato discográfico, acudí al estudio con mi pareja y mi mánager. Y el personal del estudio ni me miró, aunque era yo la que firmaba. Miraban todo el rato a mi mánager, porque era el hombre. Simplemente, no se lo esperan.

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Publicado por
Mireia Pería
Tags: agnes obel