«‘4 besos’ ya es un éxito en nuestro país, pues sube hoy al top 10 en Spotify España en lugar de desmoronarse tras su estreno. La canción basa parte de su gracia en una melodía silbada que aparece nada más empezar y que se repite incansable en cada estribillo, produciendo que la canción sea muy tarareable y fácil de recordar. Sin embargo, no es mi parte favorita; tampoco su cuenta atrás de besos ni sus featurings. Es el cambio de melodía en «Y con uno nos fuimos pal piso» el punto más gracioso, en un giro bastante shakiresco, recordando en concreto a cuando la colombiana sentenciaba «a otro perro con ese hueso / y nos decimos adiós» en ‘La tortura’. Una canción que el tiempo ha puesto en su lugar, aunque parece que no hayamos evolucionado muchísimo desde 2005. ‘4 besos’ es más tranquila y minimalista, pero en esencia viene a ser más de lo mismo». Sebas E. Alonso.
«Lola Indigo quiere «gasolina y alcohol» y brinda por la «madre que (le) parió», pero ‘4 besos’ no es ningún pelotazo de reggaetón a lo ‘China’… más bien es un reggaetón más lento que ‘Reggaetón Lento’ de CNCO. El tema es sensual sin dejar de buscar el gancho más obvio imaginable (un silbido) pero el estribillo tiene un poso sereno que engancha, sobre todo cuando Rauw Alejandro aporta en él su armonía «aireada» (por decirlo de alguna manera). Tiene gracia también el verso de Lalo Ebratt, sin ser lo mejor de la canción, que vuelve a ser Lola Indigo, su carisma y el adictivo tono de su voz. No es ‘Lola Bunny’ ni ‘Mujer Bruja’… pero por suerte tampoco es ‘Luna’. Jordi Bardají
«Lo más decepcionante para mí de ‘4 besos’ no es que sea otro de esos nuevos estándares del pop contemporáneo en el que un gancho simplón –el silbidito– baste para construir una canción a base de sumar un cliché tras otro. Ni siquiera que la propia Mimi Doblas parezca estar «homenajeándose» a sí misma cantando un fraseo exacto al de ‘Fuerte’. Sino, precisamente, que en ningún momento se acerque a la fuerza que siempre ha demostrado en sus interpretaciones. No discuto que la suavidad se ajuste más a las intenciones de este tema, pero eso la acerca peligrosamente a convertirse en una Ana Mena o una Sofia Reyes. O sea, una del montón». Raúl Guillén