Dejar atrás sus adicciones, explica, la ha devuelto a ser la persona que era cuando la bebida empezó a controlar su vida (de manera espeluznante, sitúa ese momento en los 17 años; ahora tiene 30). Y, en buena medida, eso ha hecho emerger también influencias musicales primigenias, como la música country que se escuchaba en su hogar familiar –de hecho, Saint Cloud es como se llama el pueblo en el que nació su padre, en Florida–. Todo eso cuaja en un disco que realmente la presenta como una artista reconocible y a la vez renovada: su bonita voz y su particular sentido melódico no solo persisten, sino que con una producción más pulcra, espaciosa y delicada –obra de Brad Cook, colaborador frecuente de Justin Vernon en Bon Iver y Big Red Machine– salen reforzados de este disco. Es fácilmente su álbum más completo y redondo, con once canciones preciosas, sin relleno, que brillan por sí mismas en su sencillez y concreción. Si la atractiva ‘Fire’, con cierta sofisticación en sus arreglos, pudo dar por un momento la impresión de que Katie buscaba cierta conexión de Waxahatchee con el crossover country-pop de Kacey Musgraves, lo cierto es que en realidad se ha mirado en el espejo de poderosas damas del country como Lucinda Williams, Linda Rondstadt o Emmylou Harris, según sus propias referencias
.Y efectivamente Crutchfield (no confundirla con su hermana gemela Allison, con la que compartió el grupo P.S. Eliot, ahora al frente de Swearin’) se sitúa más cerca de aquellas en canciones genuinas, luminosas y pulcras como ‘Can’t Do Much‘, ‘Lilacs‘ –curiosamente, la última que escribió para el disco, en un arrebato de inspiración–, ‘Arkadelphia’ o el precioso y delicado cierre de ‘St. Cloud’. Sin embargo, y pese al predominio de sonidos acústicos y limpios en la producción, la enérgica ejecución de canciones como ‘The Eye’ –en la que retrata cómo es para un artista rock tener como pareja a otro artista rock–, ‘Hell’, ‘Witches’ o ‘War’ denotan el perfil nada dócil ni especialmente comercial que sigue gobernando el proyecto de Crutchfield, con letras que con imágenes sencillas pero inspiradas hablan sobre amarse a uno mismo por encima de todas las cosas. ‘Saint Cloud’ es nada más y nada menos que un disco atemporal y bonito, con un trasfondo emotivo y una completa y rica colección canciones que llevan a Waxahatchee a situarse al frente entre los artistas de su generación y escena.
Calificación: 8,1/10
Lo mejor: ‘Fire’, ‘Lilacs’, ‘Can’t Do Much’, ‘Hell’, ‘Witches’, ‘The Eye’
Te gustará si te gustan: Bright Eyes, Phoebe Bridgers, Snail Mail
Mira y escucha: ‘Fire’ en Youtube.