Parece casi imposible que una película tan alocada como ‘First Love’ pueda existir sin ser un desastre, pero Miike, dentro de su maravilloso caos construye un relato –con la ayuda, por supuesto, del gran guion de Masa Nakamura- como si fuese una suerte de Tetris en el que, misteriosamente, cada pieza encaja. Pero la clave de su éxito no solo está en su férrea estructura interna sino también en el ejemplar dominio cinematográfico del director japonés, que demuestra sus habilidades tanto para diseñar complejas escenas de acción como para dotar a cada escena de un frenético e inspiradísimo tempo cómico. La película entera es una experiencia adrenalínica, excesiva y, sobre todo, divertidísima.
Miike no tiene ningún miedo a empezarla por todo lo alto: no hay ningún momento de calma dentro del desenfreno. Es prácticamente un milagro no solo que no decaiga según avanza, sino que incluso cada vez vaya a más sin resultar agotadora. Hay espacio para todo en un filme en el que vemos yakuzas, mafia china, persecuciones en coche, drogas, boxeo, violencia grotesca y romance juvenil, entre otras muchas cosas. Y todo este entretenidísimo cóctel funciona con un estilo y una gracia admirables, combatiendo sus limitaciones de presupuesto con ideas tan kamikazes como brillantes -en particular una escena en un coche hacia el final de película-, con las que, por geniales, no queda otro remedio que aplaudir (como ya sucedió varias veces durante su primera proyección en Cannes).
Entre tanto blockbuster lleno de pirotecnia visual y sin ningún tipo de sustancia, es una alegría encontrarse con películas decididamente dispuestas al entretenimiento tan valientes y originales como esta. ‘First Love’ es una auténtica fiesta apta para todos los públicos: enfocada tanto a los que busquen ver algo accesible, como a los espectadores más exigentes. Es una celebración del cine de cualquier tipo absolutamente desprejuiciada y autoconsciente, llena de imaginación desbordante, ideas inacabables y muchísimo talento en la que es difícil no pasárselo bien. Ojalá Takashi Miike nunca deje de hacer locuras como esta. 8.