Eso, por supuesto, es simplificar demasiado. Porque debajo del cantar a gritos de Bolm, del muro de guitarras espídicas y baterías contundentes, tras esa definición en que a priori cabría cualquiera, Touché Amoré también resultan emotivos, personalísimos y desbordantes. ‘Lament’ es una experiencia tan frenética como reflexiva, un disco que te atropella, pero que también te echa una mano cuando yaces en el suelo. ‘Lament’ está repleto de ramalazos de indie-pop, rebosantes del espíritu del rock alternativo americano de los 90 (no en vano los edita Epitaph). Sus temas se fragmentan, no son uniformes; respiran un gran sentido del pop y de la melodía, de la pegada y la melancolía, mezclan la furia hiperhucanada con la calma y la reflexión, los gritos y la ternura. La producción de Ross Robinson, productor estrella de un metal (y también de Berri Txarrak) aporta brillo y esplendor.
Desde ese grito con el que Bolm abre ‘Come Heroin!’, el primer tema, no hay prisioneros. La canción destila hardcore rabioso, como de regreso a 1993, es emocionante con sus pausas, sus reanudaciones, mientras las guitarras dibujan una línea tierna y melódica. Y, por encima de todo, una letra ambigua. ¿A qué “heroína” se refiere Bolm? Caer en lo fácil, en creer que es una oda a la droga podría llevarnos por un veredicto equivocado, porque en este disco, Bolm habla de relaciones, de cómo la amistad y el amor le salvaron en momentos difíciles. Pero también de cuestionarse como artista y persona. Y de emerger. ‘Lament’, a pesar de sus referencias a la depresión, también respira positividad. Como en ‘Lament’, el tema homónimo, conmovedor con su batería galopante y unos versos que resumen el espíritu del disco: “So I lament / Then I forget / So I lament / Till I reset” (“así que me lamenté, luego me olvidé / Así que me lamenté, hasta que me levanté”). ‘Feign’ es otra cucharada de rabia de arrebatos más punks; o como ‘Reminders
’, velada crítica a Trump entre cánticos más cerveceros y comunales.Pero también hay tiempo para cierto sosiego, como ‘Limelight’, el momento más indie y circunspecto del disco, a pesar de su explosivo estribillo. La voz de Andy Hull de Manchester Orchestra da el contrapunto a los alaridos de Bolm, introduciendo una tensión contenida, frente a la desatada de Bolm, en una espiral de contundencia, que crece, alcanza el clímax y se desvanece. O ‘A Broadcast’, un medio tiempo que apenas acelera en su estribillo, en que Bolm parece cuestionar sus propias capacidades. Y todo converge en el sorprendente final que es ‘A Forecast’. Sobre un sencillo y lejano piano, Bolm hace una declaración de personalidad, de intenciones, que recuerda mucho a Daniel Johnston. Pero también arrea mordiscos (“no he perdido a más miembros de mi familia por culpa del cáncer que del partido republicano“), hasta que revienta en una clásica y urgente explosión de baterías, guitarras y gritos. Un espléndido final a 35 minutos de trallazos y emoción.
Calificación: 7,5/10
Lo mejor: ‘Come Heroine’, ‘Lament’, ‘Limelight’ ‘A Forecast’.
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