Música

Paul McCartney / McCartney

«‘That Would Be Something’ y ‘Maybe I’m Amazed’ creo que son geniales y lo demás creo que está bien… Es bastante bueno, pero un poco decepcionante, pero quizá no debería estar decepcionado, es mejor no esperar nada y así todo es un bonus. Creo que esas dos canciones son muy buenas y las otras no me dicen nada». Con este devastador «cumplido» para exactamente dos grabaciones del primer disco en solitario de Paul McCartney, se despachaba George Harrison en una entrevista de 1970. «¿Para esto se han separado los Beatles?», se preguntaba un crítico de la época.

La partida secreta de John Lennon de la banda en 1969, o el «divorcio» que este necesitaba de los Beatles, como lo tuvo a bien llamar, había dejado a Paul McCartney inmerso en una depresión y en una espiral de alcohol. Su manera de resolverla, su autodefensa, fue hacer un disco completamente en solitario (salvo algún coro puntual de esposa Linda), que tras varias trifulcas por su fecha de edición más apropiada, logró editar tres semanas antes que ‘Let It Be’, el último disco de los Beatles. Además, Paul acompañó su obra de una autoentrevista promocional en la que hablaba del final de la banda sin especificar si la separación sería definitiva o todo lo contrario. Le lanzaron todos los leones y por ejemplo The Guardian afirmó en la época que al disco le faltaba «sustancia».

‘McCartney’, grabado en un invierno como este, entre los meses de diciembre de 1969 y febrero de 1970, en un cuatro pistas, carece de la ambición de ‘Revolver’ o «Sgt. Pepper’s», e incluso del afán clásico de ‘Yesterday’ o ‘Let It Be’. Para ser el lanzamiento en solitario de un artista de este calibre, recibió las burlas incluso de John Lennon, que retó a Paul durante una charla con Rolling Stone a que tomara nota de su trabajo ‘John Lennon/Plastic Ono Band’ para hacer «algo decente». Por el contrario, es una obra libre y espontánea que ha generado cierto precedente entre los artistas abanderados del «Do It Yourself». La pregunta del millón es cómo cuantificar su valor después de una carrera como la que había tenido el artista, pues en 1970 no era exactamente un principiante o un artista de escasos recursos.

Entre los defensores de ‘McCartney’, Neil Young, por presentar simplemente al artista sin más. Al fin y al cabo, ¿por qué no ansiar un álbum más llano, lo-fi y cercano del que ya era uno de los autores más venerados de la historia? ¿Es que el más siempre será más? En ese sentido el disco es una chuchería: se abre con un tema de 40 segundos, improvisado, dedicado a Linda, y a las «encantadoras flores de su pelo». Al final de la «composición», se escuchan unas risas. El álbum incluye instrumentales, a menudo tan desangelados como ‘Momma Miss America’ o formando una forzada dupla, como sucede entre ‘Hot as Sun’ y ‘Glasses’, que dejan cierta sensación «nadie al volante». ¿Quizá el mérito de esta fue avanzar la locura que aguardaba 10 años después en ‘McCartney II’?

La influencia del blues en la inacabada ‘Valentine Day’, de la psicodelia de finales de los 60 en ‘That Would Be Something’ (atención a las virguerías vocales) y de la americana en ‘Man We Was Lonely’ marca en general el sonido de un álbum que a veces se rinde al clasicismo propio de la canción de principios de los años 70: es un dato que ‘McCartney’ solo fuera número 2 en Reino Unido porque en el número 1 estaba ‘Bridge Over Troubled Water’ de Simon & Garfunkel. Este disco puede ir por ahí (el «reprise» de ‘Junk’), pero también se va por allá cuando incluye un cierre tan arisco como ‘Kreen-Akore’ o cuando las letras se resisten a profundizar en lo que sentía Paul. Hay referencias a la soledad y al amor, pero también textos superficiales (‘Oo You’ y su «parece una mujer / viste como una señora» sobre el que me voy a ahorrar el chiste cuñado) y superfluas (el single ‘Junk’ con su referencia a «motos» y «bicis para dos»).

‘McCartney’ es en muchos sentidos un disco que se define tanto por aquello de lo que carece que por aquello que contiene. Su gran valor puede ser la inclusión de algunos clásicos que forman parte de lo mejor de su repertorio, como las dos canciones apuntadas por Harrison, pero también ‘Every Night’ y su delicioso tarareo o ‘Junk’. Y también puede ser vista como una obra fundamental para comprender lo que iba a ser la carrera de Paul. Irregular, con sus altibajos, pero fiel a sus principios artísticos y más osada de lo que se ha entendido desde fuera.

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Publicado por
Sebas E. Alonso