El libro se llama ‘Historias de terror’ porque está orquestado en torno a episodios más o menos traumáticos en la vida de la autora. El día que presenciaste un maltrato físico sin saber qué hacer, el día que te diste cuenta de que el alcohol puede llevarte por delante hasta el punto de que ni te enteras de que te has cagado encima, el día que entraron en tu hogar a robar, el día que te perdiste en una horrible tormenta de nieve, el día que en un país remoto te metiste en un enorme marrón en un idioma que desconoces por completo… Episodios con los que cualquiera puede empatizar, que nos recuerdan a nuestras propias vivencias más desagradables. Esos días en que crees que el mundo se va a acabar pero al final no.
Lo cual tampoco quiere decir que el libro esté exento de la vida de rockstar, pues varios de los episodios pertenecen a ella, como ese en que Liz Phair mete la pata en un directo de televisión en un especial navideño. Pero incluso ahí te identificas con la artista, ¿pues quién no ha temido hacer el mayor de los ridículos en sus 15 minutos de fama, aunque fuera de manera muy local?
‘Historias de terror’ sirve, por el camino, para recordar la casi total inexistencia de clase media en el mundo del pop. Un día, no te da «ni para cubrir las necesidades más básicas»; el siguiente estás viajando en una limusina. En una de sus ingeniosas citas sobre el mundillo, Liz Phair llega a decir que «en este negocio, no cancelas un bolo a menos que seas multimillonario o drogadicto», sin ningún miedo a reconocer que por muy famosa que te hayas hecho, la sombra de la penuria económica puede planear sobre casi cualquier cantante casi en cualquier momento.
Una de estas «historias de terror» más comentadas tiene lugar cuando un productor de Liz Phair es acusado de acoso en el entorno de las protestas #MeToo, y la cantante tiene que plantearse cómo afrontarlo de cara a la prensa. Esa es de nuevo ocasión para que la cantante aporte su experiencia, penosa como tantas otras: un presidente de una discográfica, por ejemplo, le recomendó dejarse manosear por «programadores de radio» porque sería «bueno para su trayectoria». Es en esa visión feminista donde este libro da con una de sus caras más interesantes, pero jamás la única.
100% ajeno a la típica autobiografía de artista -de Morrissey a Brett Anderson pasando por Kim Gordon o Patti Smith- en la que ir repasando infancia, ascenso al éxito y en algunos casos decadencia, este libro se orquesta de otra manera, sin melancolías, con poco lugar para los cotilleos de famosos y las curiosidades sobre la obra de Liz Phair, sobre la que se pasa por encima hasta rozar lo escandaloso. Algo totalmente inusual para una disciplina, como es la de la música pop, marcada por el ego. 7.