Escrita, compuesta y producida por Alfred, ‘Los espabilados’ es una canción dramática en la que parecen confluir dos de las mayores influencias del artista, por un lado, Leiva y, por el otro, David Bowie. En lo instrumental estamos ante una grabación de pop-rock con guitarras acústicas y eléctricas y, en lo melódico, ante una composición dramática y apasionada, escrita a partir de un «in crescendo» muy bien resuelto. El principal reclamo de la canción, en mi opinión, es la voz de Alfred: su carismático timbre y su actuación vocal asertiva se diferencian muy claramente de lo que se ha solido escuchar en la cosecha OT. Su pronunciación de la palabra «espabilados» puede hasta descolocar un poco… para bien.
No solo melódicamente ‘Los espabilados’ se postula como la mejor canción de Alfred. La letra vuelve a no ser la mejor, pero ciertos tics de ‘1016‘ parecen haberse corregido para dar lugar a un texto más claro y maduro. El estribillo «somos los espabilados, los que no sabemos nada, pero armamos supernovas en tu mente» es memorable al instante, y aunque las imágenes poéticas a las que recurre el artista para expresar emoción, de nuevo fijadas en lo natural pero sin lugar para los matices, vuelven a no ser las más imaginativas («lluvia y frío cuando marchas», «siempre brotas verde», «llevas lejos la montaña»), tampoco dan ganas de pulsar «stop»… hasta que llega el sermón del final, con Alfred sufriendo un trastorno de identidad disociativo que preocupa más que emociona. Los «la la las» del final, que gustarían a Harry Styles, compensan el desliz.